REGINA
Me dejaron sin luz, y no sólo la luz eléctrica, si no también cualquier luz de esperanza. Me había rendido, ya me había dado por vencida, no había nada que pudiese hacer. Esto era un infierno, mi vida siempre lo fue. Siempre fui una adolescente sumisa a todo lo que sus padres ordenaban, crecí con miedos y millones de inseguridades, crecí y me volví en una persona monótona y amargada como diría Liana. Mi vida no tuvo sentido, lo único que le dio sentido fue Christopher, y ahora no lo volvería a ver. No podría decirle una vez más que lo quería, no podría abrazarlo y mucho menos planear un futuro con el. No tendría la oportunidad de pedirle perdón por todo esto que estoy causando, por haberme enojado con él y haberle gritado que lo próximo malo que nos pasara corría por su cuenta. No había forma de volver el tiempo atrás y remediar todo, sus errores y mis errores. No viví lo que tenía que vivir porque me aleje de todo, deje de vivir y solo existí. En estos momentos no puedo dejar de pensar en las cosas que debí haber echo, en los sueños que debí de haber cumplido. Hasta que un día un chavo corriendo llego y se subió a mi coche. Ahora me encontraba riendo, solo escuchaba los ecos de mi risa débil. No sabía si ahora estaba delirando o no. Me sentía débil, sin fuerzas, no había comido mucho, o mejor dicho nada solo lo que me daban por la fuerza. Definitivamente algo le habían echado a la comida porque me sentía mareada y con mucho sueño. Berenice me dijo hoy que sería mi último día. O comenzaba un infierno como esclava o ella me hacía el favor de matarme, me dio a escoger y le dije que de esas dos opciones prefería mil veces que me matará.
Todo estaba oscuro y para mantenerme despierta trataba de concentrarme en los sonidos que había afuera. Las piedras se escuchaban, lo cual quería decir que un auto acababa de entrar. La puerta de una camioneta se abrió y se cerró. Escuchaba algunas voces pero no sabía quién era o que decían. Mi mente no podía procesar nada, muy apenas escuchaba sonidos. Sentí como se cerraron mis ojos.
Disparos. Escuche disparos. No solo algunos, varios, uno tras otro. Alguien se estaba enfrentando.
No sé cuánto tiempo pasó pero cuando abrí los ojos ya no sentí el efecto de la droga en mi. Dormir me hizo bien, pero ahora estaba asustada y aterrada por los disparos. Lo peor es que no podía hacer nada porque estaba amarrada y encerrada. Mi respiración se estaba agitando, comencé a sentir un nudo en mi garganta, mi piel se puso de gallina. Sentía que en cualquier momento esa puerta se abría y ese sería mi fin. Esta oscuridad sería lo último que vería en mi vida. Trate de enfocarme en cosas que me daban paz, en mi padres, mi hermana, Liana, y en lo mejor que me pasó, Christopher. Trataba de pensar en que sería mejor morir a vivir miserablemente como la esclava de cualquier persona, servirles de juguete de cama y de su propiedad. Morir era la solución, yo ya no tenía otra escapatoria.
¡Un sonido fuerte!
La puerta se habría de repente.
No entro luz alguna, entonces supe que era de noche. Ahora los disparos los escuchaba más claros y más cercas.
"¡Regina!" Escuche una voz familiar. "¿Estás aquí? ¿Estás bien?"
Por algunos momentos me quede en shock, no pude articular palabras. Por suerte el me vio y corrió hacia mi.
Era Adrián.
"Vamos. Tenemos que sacarte de aquí rápido" me dijo mientras me desataba. "Toma" me dio un arma. "¿Puedes caminar?"
Asentí con la cabeza.
Hace un par de minutos estaba lista para morir. Ahora estaba sorprendida, feliz, llena de esperanza, de fuerzas y con muchas ganas de salir de aquí, de vivir, de hacer todo lo que quiero.
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Plan De Escape
RomansYa era momento de comenzar a pensar en un plan de escape..... Mi vida era perfecta, bueno casi perfecta, bueno no era perfecta pero era bastante tranquila. El tiempo se había pasado volando y ya estaba a medio camino de mi carrera, tenía un trabajo...