Capítulo 41

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Bajamos del avión y note que comenzaba a oscurecer. Salimos temprano de San Juan y solo era una hora más temprano aquí en Buenos Aires. Al salir del aeropuerto pedimos un taxi que nos llevará al hotel. Después pedimos que nos llevarán comida al cuarto, y mientras nos instalamos. Jos se quedaría en un cuarto el solo, mientras Christopher y yo tendríamos el nuestro. Por suerte, el cuarto tenía dos camas así que no pasara nada.

"¡Me muero de hambre!" Le dije a Christopher mientras me tiraba rendida en la cama y miraba el techo.

"Jamás espere escucharte decir esas palabras, nunca tienes hambre" se rió.

"Tampoco pensé estar jamás escapando como una delincuente y mírame, básicamente lo estoy" le conteste. Lo dije sarcásticamente pero él se puso serio. "¿Qué pasa?"

"No puedo con la culpa, es todo" me contesto.

"No es tu culpa, yo no dije eso yo solo..." Me interrumpió.

"El que no lo digas no quiere decir que deje de ser verdad" me dijo.

"No te tortures, no te hagas daño...no nos hagas daño" le dije y me senté junto de el.

"La situación en la que estamos es fatal, es muy tarde para reparar mi error. Lamentó que me hayas conocido" me dijo de manera nostálgica.

"Christopher..." Puse mi mano en su mejilla.

El la quito y se paró. "No te merecías esto, no te lo mereces".

"Juntos lo vamos a solucionar" me pare y lo seguí. "¡Para ya! Te necesito fuerte, te necesito. Tú me das fuerzas no hagas esto".

"Regina, lo que pasa es que no entiendes como me siento" se recargó en la pared y me voltio a ver.

"Yo sé que estás mal, cansado y aturdido por todo. Yo también lo estoy, yo también me siento fatal, sin energía ¡pero debemos seguir!" Trate de animarlo.

"Fui un error en tu vida, una maldita maldición" me dijo.

"No lo eres" fue todo lo que le pude contestar.

"Perdón" me dijo y podía ver el dolor en sus pupilas, la manera en que el dolor lo comía desde adentro de su alma.

"No tengo nada que perdonarte, solo lo idiota que estás siendo en estos momentos" le dije y me reí en la última parte.

No debí de haberlo hecho.

"¡Esto no es un chiste Regina! ¡Por favor! ¡Te puedes tomar las cosas enserio! ¡En cualquier momento nos pueden encontrar y te pueden matar!" Comenzó a gritar. "Otro disparo esta vez en el lugar exacto y te dejan sin aliento. Yo ya no puedo con esto, no puedo. Te están haciendo daño, corres riesgo. ¡Te hirieron una vez, casi te perdí y otra ocasión no la soportaría! La otra noche en Puerto Rico, tú no debiste de haber vivido eso, no debiste de haber visto todas esas cosas. Sé que intentas hacerte la fuerte, pero yo sé lo frágil que eres... No resisto ver cómo esto te está rompiendo en pedazos. No quiero que te pase nada de nuevo, trato de ser fuerte pero tengo miedo, terror, pánico a perderte. Si algo te pasara yo no sé qué haría...de seguro..."

Sin pensarlo lo abrace. Lo más fuerte que pude lo apreté con mis brazos. Escondí mi cabeza entre su pecho y podía escuchar el latido de su corazón agitado. Lo abrazaba tan fuerte que quería fusionarme con el, volvernos una sola vida. El guardó silencio y sentí como me abrazaba también, como se aferraba a mí y no me quería dejar ir. Lo escuché sollozar y cuando finalmente voltee a verlo a los ojos y mire que tenía una cuántas lágrimas en esos ojos café. Esos ojos en los que siempre me perdía y me transportaba a un universo diferente, donde soñaba despierta. Bajo sus labios a los míos y cerré los ojos. Me dio un beso despacio y ligero, y después me soltó.

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