Capítulo 38

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Los disparos se escuchaban uno tras otro. El sonido era demasiado fuerte, cada uno agitaba cada vez más mi respiración. Ya iban varios minutos desde que Christopher y Jos habían salido. Mientras yo seguía aquí adentro dando vueltas de un lado a otro, intentando no caerme porque la velocidad del bote era rápida. Sentía que las paredes se cerraban poco a poco.

Ya no podía más.

Tome mi arma, abrí la puerta y subí dos escalones. Me detuve.

Christopher me pidió que no saliera, me lo suplico y veía la preocupación y desesperación en sus ojos. Esos ojos hermosos llenos de dolor. Pensaba en el, en la manera en que me pidió que me quedara y la manera en que estaba afuera peleando. También tenía miedo, pánico a salir. Desde aquí afuera se escuchaba peor, un tiro tras otro, el sonido del motor, de la marea y el agua. Todo se sentía más frío, el aire llegaba hasta los huesos. Tienes que ser valiente, me dije a mí misma. Por ti, por el, por todos esos arriesgándose. Subí el otro par de escalones restantes y me paralicé.

El aire movía mi cabello y se ponía en mi cara. Me tomé de un pequeño poste para poder caminar e ir hacia adelante. Un agente estaba al frente del volante y también intentaba estar atento y disparar. Había una lancha frente a nosotros, otras dos a lado izquierdo y una a lado derecho. Al parecer la de adelante y la primera de lado izquierdo eran de Acosta. La segunda de lado izquierdo y la del lado derecho eran del gobierno. Jos estaba junto con el conductor, defendiendo el frente. Christopher y otro agente estaba del lado izquierdo. De pronto, mi atención se concentró completamente en Christopher. Nadie se había dado cuenta de mi presencia, no me podían ver por la pequeña tela blanca que nos separaba. De día esa tela servía para cubrir el sol, y esta noche servía para esconderse. Christopher se ponía detrás de unas cajas grandes. De repente, salió de donde estaba y tiro varias veces a alguien de la otra lancha, logró pegarle con un tiro entre el hombro y el pecho y cayó al suelo. Mi corazón se detuvo y yo seguía paralizada sin poder moverme, la impresión de todo esto era muy fuerte. Otro hombre de la otra lancha le disparo a Christopher. Christopher intentó esquivar el tiro y logró hacerlo, pero le rozó el brazo. Desprendiéndome de mi paralización me tire al suelo. Desde abajo pude ver los pies de Christopher separarse del suelo y desaparecer. Me levante y Christopher no estaba. El terror que me tenía paralizada al principio me hizo pararme de inmediato en esta ocasión. Salí de mi pequeño escondite en donde nadie me veía y salí a ver dónde estaba.

"¡José Miguel!" Escuche gritar a alguien. Era la voz de Christopher.

Lo encontré del lado izquierdo de la lancha en la parte de más atrás...colgando hacia afuera, a punto de caer al mar. Corrí hacia él lo más rápido que pude y tuve que tirarme al suelo porque al verme me comenzaron a apuntar y disparar. Mi corazón frenaba y aceleraba, me había convertido en una montaña rusa de emociones. No tenía tiempo para pensar y darme cuenta de lo que sentía. Lo seguro era que tenía miedo, pero tenía que dejarlo a un lado en estos momentos.

"¡¿Qué haces aquí?!" Me grito Christopher. "Te dije que.."

"Intentó salvarte. Así que deja de quejarte" le conteste.

Jos llegó después. "¿Tú qué demonios...?"

"¡Ayúdame en lugar de reclamar!" Le conteste.

Christopher tenía el rozon de la bala en el brazo, y estaba más sujetado con una mano que con la otra. También tenía la punta de los pies en el agua. Luego un agente comenzó a caminar lentamente hacia nosotros.

"Cúbrenos por favor mientras lo ayudamos a subir" le dijo Jos.

Mi corazón latía rápidamente. Sentía que en cualquier momento iba a salir de mi cuerpo y caer al agua. La superficie de Puerto Rico se veía cada vez más cercas, gracias a la velocidad a la que íbamos. La ventaja pero a la misma vez desventaja, era la noche. Nos servía porque era difícil para los hombres de Acosta vernos, pero también nos faltaba la luz a nosotros. Christopher podía fácilmente caer al fondo del océano, y a la velocidad a la que íbamos la caída no sería nada agradable.

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