Capítulo 21: Menos De Dos Horas.

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Son las 4 de la mañana y me duele la cabeza, aún no puedo creer lo que pasó ayer en la tarde. Yo creí que todo había mejorado pero no, jamás creí que esto fuera a pasar. Aún recuerdo la última vez que lo vi sonreír, ahora me pregunto ¿Qué hice mal? ¿Por qué tuvo que pasar esto?

Mis ojos estaban llenos de lágrimas, simplemente no me cabía en la cabeza la idea de que esto estaba pasando. Miraba hacia mi al rededor y todo está obscuro, el día aparenta tanta tristeza desde mi perspectiva que ni siquiera sé si el Sol querrá salir, quizá tanto él como yo nos quedemos tirados sin motivación alguna para seguir adelante. No, estoy humanizando al Sol, eso es ridículo, es tan patético como mi vida.

Ahora sólo me pregunto ¿Qué haré sin Gerard? Es sólo que todo pasó tan rápido pero los hechos están demasiado claros en mi memoria, hechos que me tienen devastado, qué va, ahora soy sólo un triste ser en busca de algún consuelo dentro de mi soledad y melancolía.

*Flashback*

Ya ahí, la señorita Blake entró con Gerard y yo me quedé en la sala de espera, noté que mis comics seguían aquí, hace unos años se los doné a mi tío para que sus pacientes más pequeños pudieran leerlos mientras esperaban. Comencé a hojearlos un poco y estos me trajeron recuerdos suficientes como para pasar el rato. Una vez más recordé la primaria y cómo compartía las aventuras de mis héroes favoritos con algunos de mis compañeros, los cuales aportaban a la conversación con una notable emoción.

-Frank, sobrino, tu maestra, Gerard y yo llegamos a un acuerdo y creo que tienes derecho a estar enterado...

-¿Qué ocurre tío? - Pregunté sintiendo como el corazón se me salía de la preocupación.

-Mira Frank, sé que ya estás grande por lo que no te voy a aventar cuentos ¿Bien? Como debes saber, este chico no está en las mejores condiciones, y como sabes yo soy un experto de la salud mental y en base a los hechos, comportamientos y afirmaciones considero que lo mejor para él será llevarlo a un centro de atención mental e internarlo ahí para darle un tratamiento adecuado y poderlo vigilar. Se lo planteé a Gerard y parece estar de acuerdo ¿Verdad Gee?

-Sí -contestó a secas.

-Le había planteado esta posibilidad a Donna hace algunos días y está de acuerdo por lo que tienes menos de dos horas para despedirte de tu novio, Frankie.

Casi podría decir que entré en shock, la señorita Blake nos llevó a casa de Gerard para que pudiera ir por sus cosas y comer antes de irse. Mientras, de camino para allá, ella trataba de reconfortarme.

-¿Sabes Frank? Entiendo que estés mal, yo también extrañaré a ese niño, sin embargo debes entender que es lo mejor para él y nos lo van a devolver como nuevo.

-No hable de él como si fuera una cosa, por favor.

-Lo siento, a lo que me refiero es que él está en un punto donde requiere atención las 24 otras.

-Un trastorno de estrés postraumático no te lleva al hospital psiquiátrico.

-Pero yo traté de suicidarme, Frankie.

-¡¿Qué?!

-No llores amor, a Gerard no le gusta -dijo triste con aquella vocecita de él.

-¿Qué hiciste... Gee?

Gerard se quitó una muñequera que venía usando desde hace tres días y me mostró una cicatriz, la miré incrédulo mientras escuchaba gotas de lluvia caer sobre el auto, así como gotas provenientes de mis ojos caer sobre la muñeca lastimada de mi Gee, ese momento se sintió como la típica escena triste de película para adolescentes inspirada en algún libro romántico. Sentí una mano recorriendo mi rostro y unos dulces labios besando los míos, sin duda eran los de él, algunos hablan de mezclar salivas, sin embargo yo podría jurar que nuestras lágrimas se mezclaron para caer en una gran y amarga gota que caía precisamente entre mi mano y la herida.

-¿Por qué? - Le susurré mientras miraba sus ojitos, los cuales era bien sabido que no podían mirar a los míos, o al menos no por mucho tiempo.
-No duermo, vivo asustado, la vi ahí y pensé que podría hacerlo. Pero si hay algo en lo que no pensé, fue en ti.

-No lo vuelvas a hacer nunca -Lo abracé al bajar del carro puesto que ya habíamos llegado.
-Por eso mismo necesito estar unos días allá bajo tratamiento, amor. Pero tranquilo, Gee volverá en unos días y no te soltará nunca.
-Más le vale a Gee que sea cierto -dije entre lágrimas.

La señorita Blake sólo contemplaba la escena con cierto dolor en su mirada, tocó el timbre y una vez que Donna abrió, se le fue explicada la situación, ella sólo asintió y nos invitó a pasar mientras nos ofrecía toallas puesto que no lo olvidemos, estaba lloviendo como si la madre naturaleza lo hubiera planeado para ambientar un día triste. Mi maestra decidió abstenerse de pasar puesto que ya le parecía demasiado entrar a casa de un alumno y quería mejor llegar a la suya para comer algo con su novio, si, la maestra anda de novia.

A diferencia de ella yo sí decidí entrar puesto que puedo apostar que en mi casa no había comida y en cambio, aquí hay un arroz que huele bastante bien. Subí al cuarto con Gerard a que hiciera su maleta pero sobre todo, a despedirme de él.

*Fin del flashback*

Al final sólo lo acompañé al hospital psiquiátrico y lo besé por última vez en mucho tiempo, ahora estoy aquí, acostado y aferrado a una almohada llena de lágrimas, la cual es la única que me da consuelo en estos momentos. Podría ahogarme con ella, pero lo haga o no, ya me siento ahogado.

Pasar la noche en vela no es divertido, y llorando mucho menos, no quiero verme a mí mismo en unas horas llegando a la escuela con los ojos rojos y llenos de ojeras, quizá vuelva a llorar en el baño como aquella vez, o quizá sólo me duerma en el salón y terminen sacándome por eso.

¿Alguien se acuerda del libro que me regalaron en mi cumpleaños? Bueno, pues ese mismo fue mi pequeño escape en medio de la noche para poder distraerme aunque fuera un momento. Resultó que la lectura no es tan mala como yo creí, sólo hay que saber buscar el libro adecuado.

-Y aquí vamos - pensé una vez que sonó mi alarma para ir al colegio.


La Cortina II: Miedo A La ObscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora