Capítulo 23: Por Fin.

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Hoy lo vería por fin, hoy después de tanto tiempo vería a aquel hombre que me hace sentir especial y ocupa un 99.9% de mis pensamientos conscientes, aquel chico por el que daría todo estaba a tan sólo unos minutos de regresar a mis brazos. Puesto que salí temprano gracias a que exenté química me dirigí con Raymond hacia el hospital psiquiátrico, la señorita Blake, como era de esperarse, se ofreció a llevarnos en su carro para que no camináramos tanto, después de todo ella iba de salida.

Durante el camino me encontraba ansioso, no veía la hora de ver aquel rostro que me hacía delirar dentro de mis propios sentimientos una y otra vez mientras me enamoraba con sus acciones sin siquiera pensarlo, después de tanto tiempo sintiendo su ausencia ahora parece una necesidad primaria el verlo otra vez, quiero decir, lo amo y me parece una tarea casi imposible tratar de vivir sin su compañía. El sólo pensar que lo veré de nuevo me llena de felicidad.

Al poder divisar aquel lugar pude sentir cómo mi paciencia estallaba llegando al punto de desear saltar del carro y correr sin más a buscar a mi Gee, sin embargo supe que debía calmarme pues mi sentido de racionalidad me indicó que eso podría ser una acción peligrosa y debía abstenerme de siquiera considerarlo. Con desesperación tuve que aguardar hasta que la maestra se estacionara, y una vez que lo hizo no tardé ni medio segundo en abrir la puerta, probablemente en ese momento me encontraba peor que un niño que irá a revisar su árbol de navidad para ver los obsequios que le dejó Santa Claus por la noche. Mi emoción era indescriptible y al llegar tuvierono que ser Raymond y Blake los que tomaran la palabra respecto a cualquier pregunta que se nos hacía pues yo no podía pensar con claridad ya que mis pensamientos estaban ocupados en su totalidad por mi intenso deseo de ver a mi novio de nuevo.

Creí que mi corazón se detendría al verlo, sin embargo cuando por fin llegó el momento una lágrima de alegría comenzó a desplazarse a lo largo de mi mejilla para finalmente caer el suelo en un ángulo relativamente inclinado pues la gravedad no terminaba de hacer su trabajo cuando ya había corrido a abrazar a mi pelinegro. Un estruendoso "Gerard" resonó por toda la sala mientras me dirigía con una velocidad que jamás me hubiera imaginado que poseía, hacia el sitio donde vi a mi amado.

-No tienes una idea de cómo te extrañé – le comenté mientras lo abrazaba.
-Claro que la tengo – respondió – pues algo me dice que yo te extrañé más.

Y como si nuestras vidas dependieran de ello forjamos ese momento con un beso el cual no podía esperar más, sentí como nuestras bocas se unían en un impulso generado por la necesidad reprimida de sentir la cercanía de ambos. Quizá hubo gente homofóbica asqueada al ver a un par de homosexuales besarse en público, sin embargo ¿Qué más da? Hay momentos en los que siento que sólo existimos él y yo y eso es todo lo que importa.

Una vez que nuestras bocas se dignaron a separarse, tomados de la mano, nos dirigimos al carro de la señorita Blake, la cual no tenía problema en llevar a Gerard a su casa pues le quedaba de pasada, accedimos a su invitación y le regalé algo de tiempo a Raymond en el camino para poder saludar a Gerard después de tanto tiempo. Se podía apreciar el cambio y eso me llenaba de alegría pues tendría a mi chico de nuevo, ese en el que se fue convirtiendo poco a poco y por voluntad propia gracias al amor incondicional que le brindé y que obvio, jamás dejaré de brindarle.

Ya que llegamos a nuestro destino agradecimos como siempre y tocamos la puerta de la casa de los Way, la reacción de Donna al ver a su hijo después de tanto tiempo es bastante predecible sin embargo no está de más mencionar la profunda alegría que sintió cuando abrió la puerta y presenció su llegada junto con esa sonrisa que todos amábamos que portara en su rostro. La madre de Gerard llamó a su hijo menor con bastante emoción para que fuera a ver quién se encontraba aquí. La expresión del rubio dejó claro que él también lo extrañó y corrió a darle un abrazo de bienvenida. La alegría reinaba en el ambiente y Gerard se encontraba más que lleno de amor. Los tres pasamos y nos acomodamos en el sofá de la sala mientras Gerard se dedicaba a responder la pregunta que no podría faltar por parte de su madre.

-Pues no fue tan malo mamá – comenzó Gerard – tuve que asistir a un par de terapias de grupo, lo que sí, nada como tu comida, la extrañé demasiado y no veía la hora de volver a comerla. También tuve que tomar un par de pastillas y se me daba demasiada atención. Otra cosa difícil fue bañarme, vaya experiencia, jamás había tenido que bañarme con tantos hombres alrededor, una cosa es ser homosexual y otra exponer mi cuerpo y es una experiencia que no me gustaría repetir.

En mi cabeza supe que yo sería la única excepción, claro que sí.

Para celebrar Donna decidió pedir un par de pizzas y nos invitó a pasar el rato ahí, ambos accedimos pues la oferta de la pizza sonaba tentadora. El rato fue verdaderamente agradable y Mikey puso el ambiente con un par de chistes que había encontrado en internet hace unas horas. Vaya niño. Gerard a pesar de no disfrutar del contacto físico no pudo evitar abrazar a su mamá después de tanto tiempo sin verla, y claro, con el aprecio que le tiene.

Por último llegó el momento de despedirse, le regalé un abrazo más que fuerte a Gerard y le reiteré lo feliz que me encontraba de volverlo a ver. Después me retiré directo a mi casa con una de las sonrisas más grandes y sinceras que he puesto en toda mi vida.

La Cortina II: Miedo A La ObscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora