-Rápido, tío.-grité llamándolo.- Quiero ir a ver.
-Ya vamos, Cass.-dijo él.- No te acerques al agua sin nosotros.
Seguí corriendo hasta el lago, cautivada por lo azul que parecía el agua y lo inmenso que lucía. Me acerqué y vi las piedras a través de la capa cristalina.
-¿Cassandra?-preguntó alguien a mi espalda.
Volteé, encontrándose con la mirada de un joven cuyos ojos ya había visto muchas veces.
-Señor.-dije, enderezandome.
-Sin formalidades, Cassandra.-sonrió.- Ya no hay nadie que nos impida jugar.
-Matthew, nunca creí que fuera a volver a verte.-confesé.
Matthew Facstor era aquel niño que me había escondido en su cuarto cada tarde por meses mientras mi hermano trabajaba en su casa. Había sido él quién me enseñó a leer, escribir, colorear, sumar, restar. Sus clases eran reproducidas cada tarde frente a mi. Mis inquietudes se volvían aquellas que él solía consultar con sus profesores. Matthew, sin saberlo, me había abierto las puertas a una educación. Tres años y medio me había acogido entre sus paredes mientras mi hermano trabajaba de criado, pero nos descubrieron cuando le contagié varicela.
-Creciste mucho.-dijo.
Lo miré, tenía el pelo más largo, cubriéndole los ojos azules. Estaba segura que pasarían sólo unos días antes de que hicieran que se lo cortara. Su ropa era informal y sencilla, lo que no parecía encajar con su aire de sofisticación.
-El tiempo pasó para los dos.-dije, seleccionando mis palabras con cuidado.
-¡Cass!-llamó Niall pero no pude responder.
-Yo tampoco creí volver a verte.-dijo Matthew con tono sincero.- No sabía qué había sido de vos. Me preocupaste muchos años. Cuando éramos chicos no me daba cuenta de la inmensidad de las cosas.
-Todo está mejor ahora.-lo tranquilicé.
-¿Y Shiran?
-Él está en Libia.-volví a mirar el lago.- Se fue hace unos días. Me prometió que sería poco tiempo.
-¿Con quién...?
-¡Cass!-dijo papá llegando junto a mi.-Por Dios, estábamos llamándote. -se enojó y me abrazó.- No vuelvas a hacerme eso.
-Fue mi culpa, supongo que nos entretuvimos hablando.-dijo Matthew.
-Él es mi papá.-le dije.- Perdón, pa. Te prometo que no vuelvo a hacerlo.
-Está bien.-suspiró, dejando que lo abrazara.- Está bien.
-Matthew.-llamó alguien a lo lejos.
-Supongo que tengo que irme.-dijo él.- Fue un placer volver a verte.
-Matthew.-lo llamé.- Lamento lo de la varicela.
Él rió y desapareció detrás de los árboles. Sentí el latir frenético del corazón de papá y el peso de su mirada.
-¿Qué pasa?-pregunté asustada.
-Tenemos que irnos.
-Pero acabamos de llegar.
-Mi amor,-dijo y acarició mi rostro con lágrimas en los ojos. - de verdad tenemos que irnos. La hija de Louis tuvo un accidente.
-¿Está bien?
-Murió.-dijo con un hilo de voz y me aferró con más fuerza.
Sus lágrimas hicieron que me doliera tanto como a él y comencé a sollozar en su pecho. Sabía que había más, pero no preguntaría. Nadie discute con su padre por teléfono y muere en un accidente casualmente unas horas después, sobre todo porque la hija de Louis tenía quince años, estaba en silla de ruedas y se resistía a salir sola de casa.
-Te amo mucho.-dijo mi papá aferrandome con más fuerzas.-Tenemos que ir.
-Papi.-lloré y él me alzó, entendiendo mi pedido.
-Ya. Mi chiquita. Mi bebé. Tranquila, Cassie. Nada va a pasarte nunca. Siempre vas a estar con papá.La casa rodante estaba en silencio. El tío Niall manejaba y a su lado iba mamá. Papá aún me rodeaba con sus brazos y yo permanecía en sus piernas, con la mirada clavada en mi tío Louis que me observaba.
-Cassie.-susurró papá. Lo miré y él acarició mi mejilla.- Dormí. Tenes los ojos muy rojos, descansá un poco.
-Shiran puede llamar.-musité.
Él suspiró y abrió su boca para decir algo pero el tío se le adelantó.
-Tu hermano no va a llamar. No puede hacerlo.-dijo con un tono que me sonaba como el de uno de esos asesinos seriales de los cuentos que solía leernos la profesora de literatura cuando se presentaba en clase.- Tu hermano está siendo procesado, culpado por crímenes antes de salir de Libia con vos. No se puede hacer nada. Lo más probable es que le den cadena perpetua. Ya está. Dejá de esperarlo.
El aire se atoró en mi garganta mientras temblaba ligeramente. Los pensamientos eran confusos y las palabras carecían de sentido. El frío me estremeció desde la punta de los pies. El aire regresó a mis pulmones justo cuando comenzaba a ver aquellos puntos negros.
Nadie dijo nada y supe que las palabras habían sido ciertas. Sin pensarlo, abrí una puerta.
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Wake up, Cassandra.
FanfictionEsa era mi noche. El día había llegado y el pánico me inundaba. Las luces, el presentador mencionando mi nombre. La hora de entrar. Tenía dos posibilidades, correr fuera o correr dentro. Un suave empujón me hizo correr dentro. Sin saberlo, ese empuj...