Cena

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Título: Cena
Parte: 1 de 1

Pietro estaba esperándote en un restaurante elegante, mientras tú estabas en un taxi atorada en el tráfico, hoy era su aniversario, un día demasiado especial, y el embotellamiento no cesaba, estabas frustrada, trataste de llamarle a su móvil, pero no contestó, así que decidiste dejarle un mensaje de voz.

— Pietro, hola soy (T/n) hablaba para decirte que llegaré un poco tarde, hay un tráfico terrible, te amo, adiós —suspiraste y recostaste tu cabeza contra el vidrio del auto.

Unos minutos más tarde revisaste tu teléfono esperando encontrar una respuesta del sokoviano, nada.

— Debió haber olvidado su celular en el apartamento —musitaste enojada.

El tráfico seguía igual, el restaurante quedaba unas calles más adelante, tal vez si salieras del auto y corrieras podrías llegar, tomaste tu bolso y le pagaste al chofer, abriste la puerta rápidamente y saliste corriendo por la avenida principal, tratando de no tropezaste con algún individuo, sólo pensando en que el platinado estaría esperándote en el restaurante, cuando parabas mirabas, mientras acariciabas con tus dedos, tu anillo de bodas, nunca te lo quitabas, incluso cuando estabas en el laboratorio de Stark Industries te atrevías a  quitártelo, nunca lo harías, así tuvieran que arrancártelo, seguiste corriendo lo más rápido que pudiste.

En el restaurante estaba Pietro, esperando que su esposa llegará, había hecho una reservación en aquel lugar, uno de los mejores de Nueva York, porque quería algo digno de ella, porque para él ella era perfecta, alguien muy especial.

Espero por un par de horas, pero ella nunca llegó, su trabajo debió haberla entretenido con algo, se levantó de la mesa molesto, y salió del restaurante en dirección a su apartamento.

Llegó agotada, pero al fin estaba enfrente del restaurante, tomo un poco de aliento, y acomodo su atuendo y cabello antes de entrar.

— Buenas noches señorita —dijo la recepcionista.

— Buenas noches, tengo una reservación para hoy, mi esposo debe de estar esperándome adentro —dijiste mientras tratabas de encontrarlo con la vista.

— ¿A qué nombre está hecha la reservación? —pregunto mientras veía el libro enfrente de ella.

— Maximoff, Pietro Maximoff —dijiste con desesperación.

La recepcionista miro su libro.— Señorita, su esposo se retiró hace un par de minutos. —dijo mirándote con empatía.

— Oh, bueno, muchas gracias. —dijiste dando la vuelta.

— Si quiere podemos llamarle un taxi. —ofreció la mujer.

— No gracias, iré caminando no se preocupe. —dijiste saliendo del establecimiento.

Su apartamento estaba un poco lejos de ahí, pero ya habías corrido un par de cuadras, que mas daba correr otras más, sujetaste tu bolso fuertemente contra tu cuerpo y empezaste a correr otra vez.

A mitad del camino empezó a llover, perfecto, cerraste bien tu bolso y lo pusiste en tu cabeza mientras corrías aún más rápido, nada podía salir peor ese día, habías perdido la cena, estabas mojada hasta los huesos, y podía ser que hubieras arruinado tu matrimonio, que maravilla.

Llegaste al edificio más empapada de lo que esperabas, corriste lo más rápido que pudiste, casi resbalas en las gradas de la entrada; por lo regular se te hacia una buena idea el que no hubiera elevador en el edificio, pero ahora, simplemente lo deseabas con desesperación, el establecimiento contaba con seis pisos, ustedes, afortunadamente, vivían en el cuatro, aún eran muchas escaleras por subir, pero no eran tantas como para ir al sexto piso.

Seguiré corriendo hasta llegar a su puerta, un dorado ciento veintiséis estaba colocado en la parte superior de la puerta marrón; buscaste con desesperación tus llaves, las cuales casi caen de tus manos al intentar abrir la puerta. Entraste temerosa, Pietro debía estar ahí adentro, su reacción no sería buena, lo habías dejado plantado el día de su aniversario de bodas.

— ¿Pietro? —dijiste mientras entrabas a la sala, ahí estaba él, sentado viendo la televisión, volteo a verte, te escaneo de pies a cabeza y volvió a dirigir su mirada al aparato electrónico.— Pietro yo realmente lo siento, no es que no quisiera llegar, solo déjame explicarte —dijiste tristemente. Se paró y se volteo hacia ti de brazos cruzados.

— ¿Explicarme qué?, —dijo molesto,— explicarme qué el día de nuestro aniversario tu trabajo fue más importante que ir al restaurante y disfrutar conmigo unas cuantas horas, ¿es eso lo qué quieres explicarme?, pues ahórratelo, que ya se ese cuento. —grito furioso, no sabias cuando, pero habías empezado a llorar, pasó a tu lado y no pudiste decir nada, lo seguiste hasta su habitación.

— Pietro no, no es lo que piensas, mi trabajo no es más importante que nuestra relación, fui al restaurante, pero ya te habías ido, yo quería llegar a tiempo, pero el tráfico se puso terrible, tú sabes cómo son las calles aquí, corrí kilómetros para llegar contigo —dijiste sollozando.

— Entonces, si no es lo que pienso ¿por qué no dejas tu trabajo?, así todo sería más fácil, así los dos podríamos disfrutar más tiempo juntos. —grito.

— ¡No puedo dejar mi trabajo! —gritaste.— ¡No puedo dejarlo!

— ¡Ves, es lo que digo, tu trabajo al parecer es más importante que nuestra relación! —volvió a gritar enojado.

— ¡Mi trabajo nunca ha sido más importante que nuestra relación! —gritaste llorando.

— Entonces, dame un porqué, te he pedido que lo dejes múltiples veces, sabes que yo puedo mantenernos a ambos, no necesitamos nada, pero aún así tú quieres seguir con tu trabajo. —Dijo un poco más calmado.— Yo no lo entiendo (T/n).

— He pensado en eso Pietro, pero no puedo dejarlo, si lo dejo solo me quedaría en la casa, esperando que llegues con bien de tus misiones, sólo podría pensar en eso, y eso me mata, me preocupa que un día no llegues, que ya no estés a mi lado, y mi trabajo me distrae de alguna forma de esos pensamientos, todos los días veo mi anillo en el trabajo, y sé que cuando llegue tu estarás ahí, incluso cuando estás fuera se que llamarás, incluso cuando no lo haces y me preocupo, siempre puedo distraerme con el trabajo, si yo lo dejara no se qué haría, me carcomería el pensamiento que algo te pudiera pasar, no saldría de aquí, me quedaría plantada junto al teléfono esperando que llames, y sé que eso de alguna forma me mataría, por eso no puedo hacerlo. —Dijiste finalmente mientras tomabas sus manos.— Perdóname, te mereces algo más que esto, trataré de compensarlo, lo juro, intentaré ser más atenta, seré una mejor esposa, lo prometo. -dijiste llorando en su pecho.

— No tienes que prometer nada, tu ya eres perfecta para mí, eres justo y lo que necesito, perdona, actúe un poco infantil, se que tu trabajo es importante para ti, y pedirte que lo dejes estaría mal de mí parte, pero a veces sólo quiero tenerte para mí y nunca soltarte, y sé que es un poco ridículo, pero a veces le tengo celos a tu trabajo. —dijo abrazando te y enterrando su cabeza en tu cuello.— Los dos trataremos de ser mejores, ¿de acuerdo? —Dijo mientras limpiaba tus lágrimas con sus pulgares.— Ven, vamos, la noche es joven, aún podemos celebrar este día como cuando éramos más jóvenes, he traído helado en el camino. —dijo mientras tomaba tu mano y te arrastraba a la sala.

Así era como solían pasar sus aniversarios antes, comían helado y veían películas juntos mientras se acurrucaban uno contra el otro, al final siempre te quedabas dormida en su pecho y el terminaba por llevarte cargando a su habitación, lo cual le gustaba porque, siempre, solías aferrarte a su pecho y amaba verte dormir.

N/a:

Esto lo termine de escribir a las 0:30 de la madrugada, al parecer la inspiración me llego un poco tarde, les quería publicar este one shot hoy ya que posiblemente no publique en un tiempo, hoy es mi último día de vacaciones y bueno quería escribir algo, espero y lo hayan disfrutado; hasta el próximo OS.~

One Shots ▷ Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora