Holding on to you

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Titulo: Holding on to you
Parte: 1 de 1.

Caminabas por la acera rodeada de césped, escuchabas los susurros de los arboles a tu alrededor, abrazándote a ti misma, hasta llegar a tu destino, dejaste el ramo de flores frente a la lapida frente a ti, palpaste la superficie de esta, sintiendo cada una de las letras labradas en la tenue y rasposa superficie de la roca; reprimiendo el llanto, mordiste tu labio inferior, mientras el viento movía tus cabellos, tu vista se nublaba, pero aun así eras capaz de leer cada una de esas palabras que te destrozaban.

En memoria de Pietro Django Maximoff
(1990 – 2016)
Esposo, hermano, amigo y compañero.

Dejaste que aquellas palabras taladraran tus ojos, y corazón; con una mano en tu pecho, apretando tu mandíbula, cerrando tus parpados dejando que las lagrimas salieran y recorrieran tus rosadas mejillas. Te dejaste caer en el césped a un lado de la lapida, enterrando tu rostro en tus manos dejando el llanto.

Te apoyaste en la roca tratando de calmarte, como deseabas que él estuviera contigo, estrechándote en sus musculosos brazos mientras acariciaba tu cabello, repitiendo que todo estaría bien, que todos los obstáculos los superarían juntos, pero ese no sería el caso, él se había ido y no regresaría.

— Sabes, estoy embarazada, —pausaste tratando de no llorar.— hace algunos días que lo sé, como hubiera querido que estuvieras aquí para verle crecer, nos harías falta, más a mí que a nadie; los chicos dijeron que me ayudarían, esta notica ha devuelto la felicidad al equipo, hace tiempo que no veía a nadie sonreír tanto, creo que estaré bien, pero, no creo poder dejar de pensar en ti, nunca lo haré. —Sollozaste.— Solo quería decirte eso, vendré otro día, también te traeré flores. —Dijiste levantándote, secando tu rostro, eliminando cualquier rastro de llanto; antes de irte depositaste un pequeño beso en la lápida.

Después de aquellos nueve meses había sido un infierno, el trabajo de parto había sido un poco difícil, Wanda estuvo ahí alentándote y brindándote todo el apoyo, en ningún momento dejo de estrechar tu mano, incluso se había sentido como, si de alguna forma el sokoviano hubiera estado presente, y jurabas haberle visto, pero al parecer solo había sido una ilusión; te aferrabas a él, a su recuerdo, a su sonrisa zorruna siempre plasmada en su rostro, extrañabas todo, absolutamente cada parte de él.

Todos los momentos difíciles que sufriste, se borraban con ver su pequeña sonrisa en su redondo rostro, los altos, los bajos, una caída en la depresión, todo desaparecía al ver al pequeño calco de Pietro que era capaz de borrar todo rastro de tristeza con su presencia.

Alexander Pietro Maximoff era una copia exacta de su padre, sus mismos ojos electrizantes, su cabello rubio platinado, su tipo de personalidad, era como ver a un Pietro en miniatura, que al igual que su progenitor no paraba de correr de un lado a otro.

Tomaste la pequeña mano del menor, estrechándole con fuerza, temías flaquear frente a él, hacia bastante tiempo aquel lugar, desde que Alexander había nacido no habías tenido el tiempo de hacerlo; pero ahí estaban los dos, caminando por un camino rodeado de césped, cargando un ramo de flores.

Tragaste duro, le diste un leve apretón a la mano del pequeño, le cediste el ramo para que le pusiera bajo la lápida, te miró con sus pequeños orbes azules, asentiste mientras le regalabas una pequeña sonrisa triste tratando de no llorar.

— Vamos pequeño Pete, dile hola a papá. —sollozaste mientras tratabas de alentarle con tus manos, viste como volteaba y dejaba las flores y sin decir nada para luego correr y abrazarla tus piernas con fuerza, le cargaste y estrechaste dejando caer algunas lágrimas mientras acariciabas su cabello.

Ya más calmada, dispusieron a sentarse en el verdoso césped, veías como el niño le hablaba a la roca como si esta pudiera escucharle, como si Pietro estuviera ahí, sonreíste con tristeza; le observaste por tanto tiempo que después de varios minutos caíste en cuenta de que estabas llorando.

— Mamá, —dijo el rubio llamando tu atención.— Papá dice que no quiere verte llorar, él dice que nunca le ha gustado verte así. —dijo, para luego acercase a tus brazos dejando que le estrujases tan fuerte como quisieras, lo cual hacía que lloraras más y más.

— Parece qué nunca me harás caso. —dijo con aquel acento marcado, rió tras de ti, no podías creerlo, estaba ahí, te congelaste, no sabías que hacer, había pasado tanto tiempo, y él no estaba vivo, podía ser que tu mente te estuviera jugando alguna broma pesada, estabas cayendo en la demencia, pero querías volverle a ver así que no importaba, viste al velocista frente a ti con su típica sonrisa, con pasos torpes te levantaste y corriste a abrazarle.— Todo está bien, ya estoy aquí Prinzētna. —susurro acariciando tu cabello mientras tú sollozabas en su pecho; el pequeño les miraba sonriente, desde que tenía memoria no recordaba haberte visto de esa manera, el sokoviano le miró con ternura.— Ven aquí campeón, —dijo invitándole al abrazo, limpiaste tus lágrimas y les sonreíste.— gracias por cuidar a mamá mientras no estaba. —dijo dejando un beso en la frente del menor.

— De nada papá. —dijo sonriendo.

— Se parece tanto a ti. —le susurraste sonriente.

— Aún no puedo creer que seamos padres. —Dijo besando tu cabello.— No sabes por cuánto tiempo estuve deseando que tuviéramos una familia. —sonrío.

— Ni yo, pero aquí estamos. —Acariciaste su mejilla, aún no podías creer que estuviera ahí.— Hablando de estar aquí, ¿cómo es que estás aquí?, yo te vi, estabas muerto, ellos dijeron eso, estuvimos en tu funeral, todos...

Poso su dedo índice en tus labios silenciándote, para luego esbozar una sonrisa.— Él lo ha hecho, —dijo tomando en brazos al pequeño.— había estado en un laboratorio, nunca me enterraron, Tony, Banner, la doctora Cho, trataban de volverme a la vida, pero nunca pudieron, hasta que este pequeño travieso llegó al laboratorio; tenemos un hijo magnífico, ¿lo sabías? —dijo con emoción.

Soltaste unas pequeñas lágrimas para luego abrazar a los dos rubios que tenias a tu lado, sabias que Alexander tenía el gen mutante, pero nunca pensaste que tuviera tales habilidades. Sonreíste.— Siempre lo he sabido.

Caminaron a casa tomados de la mano, Pietro cargaba al menor, mientras acariciaba el dorso de tu mano, reían, tal y como una familia lo haría; de vez en cuando te robaba pequeños besos, por los cuales el pequeño Pete cubría sus ojos, sonreían como nunca lo hicieron.

Cuando llegaron a la base, todos estaban sorprendidos, atónitos, pero sin dudar se unieron en un gran abrazo, la familia estaba completa otra vez.

N/a:

Dios, tenía semanas sin publicar, y al parecer esto quedó lleno de feelings, sorry ando sentimental, espero les haya gustado, pensaba en otro final, pero, mientras lo escribía me di cuenta que quería un final, realmente, feliz, necesito felicidad en estos momentos así que ese es mi resultado; y por otro lado está el gif, si Aaron llora yo lloro. Ahora, chicas, ¿les he dicho que las adoro?, pues lo hago, por si no sabían, desde el fondo de todo mi ser. Participaré en los Marvel Awards con estos One Shots, así que si quieren brindarme su ayuda para ganar se los agradecería u.u
También he publicado dos libro nuevos, otra vez, se llaman, "Peter si the type" & "Marvel Clichés" por si gustan pasar a leerlos.
Sin más que decir, me despido, nos vemos en el próximo OS, no olviden que las amodoro~

One Shots ▷ Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora