Capítulo 27: Manos Cálidas

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En la noche no me sentía bien, no puedo concentrarme para poder dormir. Me siento en la cama a pensar: y mi mente sólo va a dar en alguien: ¡Adam! No puedo dejar de pensar en él, a parte de eso me sentía insegura estando aquí sola. Me levanto de la cama y salgo de la habitación, me quedo inmóvil, ¿a dónde iré? Miro hacia mi derecha, la habitación de Adam se encuentra junto a la mia. Camino hacia su habitación y me quedo ahí parada, giro la perilla:

— ¿Adam?— digo desde la puerta.

— Sí, ¿sucede algo?— dice poniéndose frente a mi, no había notado que no traía camiseta hasta ahora y un leve sonrojo se apoderó de mis mejillas.

— B-bueno es que yo... No podía dormir en mi habitación, no me siento segura allí— digo algo nerviosa, ¿qué es lo que me pasa?

— ¿Quieres quedarte aquí? Yo podría ir a tu habitación y quedarme allí...

— ¡No! Y-yo... Bueno...— lo interrumpo tontamente sin saber que decir.

Al parecer quiero tener a Adam junto a mi por más tiempo.

— ¿Estaría bien si duermo aquí, contigo?— mordí mi labio inferior.

— Claro, no hay problema— me da media sonrisa.

Pasé a su habitación y me senté a orillas de la cama, Adam sacó de su armario un suéter para ponerse, la verdad es que estaba haciendo un poco de frío.

— Ponte cómoda— asentí y me acomodé la manta sobre mi cuerpo. Enserio, tengo frío.

Sentí como se hundía el lado derecho de la cama, Adam se había acostado a mi lado, a las espaldas el uno del otro.

— Buenas noches, Amber— dijo y apagó la lampara de mesa quedando a oscuras.

Pasaron al menos unos diez minutos, me sentía cómoda, pero algo intranquila, todavía no podía pegar el ojo, y no se por qué seguía teniendo frío, si estaba cubierta por la manta hasta las orejas.

— Amber, estas temblando— escuché susurrar a Adam.

Luego sentí como pasaba su brazo por mí cintura y enrredaba sus pies con los mios, tomó mis manos y comenzó a frotarlas con las suyas y de inmediato entre en calor.

— ¿Mejor?— preguntó susurrando.

— Sí, gracias, Adam.

De alguna forma, me agrada el calor que transmite su cuerpo, es reconfortante, tan familiar, creo que lo extrañaba.

— Adam, ¿te puedo preguntar algo?

— Sí.

— ¿Quién era la chica con la que estabas ese día?

Sentí como su cuerpo se tensó junto al mio, él se levantó y apoyó su codo junto a mi cabeza para mirarme a la cara con una expresión burlona.

— ¿Por qué lo preguntas?— me encojo de hombros.

— Solo es curiosidad— él levanta una de sus oscuras cejas y suspira.

— Su nombre es Franchesca— dice volviéndo a acomodarse.

— ¿La de mi clase de química?— pregunto dudosa.

— Sí, ella— contesta pasando su mano de nuevo por mí cintura.

— ¿Sigues con ella?— pregunto después de unos segundos.

— Amber, ¿estás celosa?

— ¡¿Qué?! ¡No!— exclamo incómoda y nerviosa.

Una risita llena de humor escapa de sus labios por mí reacción y termina con un largo suspiro. Siento mi cara caliente, seguramente estoy toda roja, que bueno que estamos a oscuras.

— No somos nada, Amber.

— Ah, bien.

— ¿Enserio te importa?

— Bueno... Sí, un poquito.

Volvió a levantarse y me miró a los ojos, pude notar un pequeño brillo en ellos a pesar de la oscuridad.

— ¿Por qué?

— Amm... ¡Auch!— sentí una pequeña presión en mi vientre, mi pequeña me había pateado.

— Se está moviendo, ¿no?— asentí y me senté en la cama para estar cómoda mientras ella se seguía moviendo en mi vientre—. ¿Puedo?

Tomé sus manos y las posicioné en mi vientre, en los lugares donde sentía las patadas. Después de todo, él es su padre, y no podría evitar que no sintiera al menos las patadas de su hija. Vi como una sonrisa se formó en sus labios y se acercó a mi vientre.

— Hola, princesa— susurró y yo me quedé atónita—, soy papá.

— Adam...

— Amber, déjame hacer esto, por favor— pidió acariciando sobre la tela de mi pijama—. Sólo quiero decirte, chiquita, que te amaré, cuidaré y protegeré de todo. Eso te lo prometo, aunque a tu madre le parezca raro— rió con eso último, sentí un pequeño toque de la nena justo debajo de la mano de Adam.

— Le gusta tu voz.

Elevó sus ojos y miró directo a los mios, que estaban algo lágrimosos. Eso había sido, lo más tierno que había visto y escuchado l. Nunca me lo hubiera esperado de él, eso me sorprende.

 Nunca me lo hubiera esperado de él, eso me sorprende

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Multimedia: Adam.
Parte de la historia, Créditos a:
Gozzlie

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