Amber Roose es una chica de diecisiete años con una familia de grandes privilegios, pero como toda joven que abusa de lo que tiene, los infortunios pueden interponerse en su camino.
Había llegado temprano al colegio como de costumbre. Mi vientre comenzaba a notarse un poco; los chicos en toda la escuela creían que después de haber terminado con Adam me había entrado depresión y me refugié en la comida por lo que estaba engordando.
Ryan me alcanzó a ver y me saludó; ya no me saludaba igual que antes, al parecer lo de mi bebé le había puesto incómodo y le molestó mucho.
Luego de clases, estaba con Jenny y Ryan, ambas nos adelantamos a la cafetería para desayunar, luego de que tomamos asiento en una de las mesas Ryan llegó junto a nosotras, sentándose a mi lado. Mientras charlabamos, algo inesperado para mi ocurrió: Adam se paró delante de la mesa en la que estabamos.
— ¡¿Qué estás haciendo con mi novia, imbecil?!— le gritó a Ryan.
— ¿Tu novia? ¿Estás loco o qué?— le contestó de lo más calmado—. Tú no tienes a Amber como novia, ¡sino a Melly!
— Eso es lo que crees, Amber y yo somos novios hace 3 años.
Sólo pensé que el muy idiota está pasando por una especie de psicosis.
— Eres un mentiroso y para colmo un estupido idiota— le dije rápidamente.
— ¿Mentiroso?— dice Adam con la cara sorprendida—. Entonces ¡¿Por qué esperas un hijo mio?!
Su exclamación la escuchó un pequeño grupo de las personas en la mesa de al lado, algunos comenzaron a cuchichear, pero pronto se callaron.
— Es cierto que esté embarazada de ti, pero eso no significa que sean novios— dice Ryan molesto poniendo se de pie.
Ryan dio la vuelta a la mesa y se lanzó sobre Adam, pegándole un puñetazo en el rostro. No podía hacer nada porque no quería poner en riesgo a mi bebé. Ryan le estaba dando sus buenos golpes, Adam no podía defenderse, está ganando.
Luego de unos minutos De alboroto, el director llegó a la cafetería y los separa:
— Sr. O'brien, Sr. Smith, a mi oficina.
Por un momento me sentí mal por Ryan, pero bien por Adam. Cuando ya me iba, el director me llama:
— Srta. Roose, a usted también la necesito en mi oficina.
El corazón se me quería salir de pecho. ¿Qué querrá conmigo ahora?
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