Capitulo 1

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Bajo desesperadamente las escaleras del instituto porque llego tarde a la clase de música. Aquí la vida en el instituto es muy tranquila, nunca pasa nada. Aquí no hay rupturas amorosas, ni los típicos romances de maestros. Aquí se viene a estudiar y punto.

La clase ya ha empezado cuando llego y todas las miradas están clavadas a mi. Por lo que veo hay un nuevo maestro, vestido informalmente, con unas gafas de culo de botella.

- Has llegado tarde- me explica el maestro. Su voz es demasiado familiar pero no sé de que me suena.

- Lo siento, es que he estado hablando con un profesor.- me invento yo.

- Te dejaré pasar porque es el primer día.- dijo el profesor- Mi nombre es Antonio y os voy a dar música lo que os queda de instituto.

- ¿Sabes cantar o tocar algún instrumento?- preguntó Lucas, un chico bastante tímido.

- Más o menos- explica el maestro.

Se pega toda la hora explicando los instrumentos cuando por fin, mi salvación , suena el timbre. Recojo mis cosas y me cuelgo la mochila cuando escucho que alguien me llama.

- Zoella ven un momento.- me llama el maestro de música.

- Dime- respondo. Entonces me fijo en sus ojos y la verdad es que parecen que ya los he visto anteriormente. Aunque lleve ropa ancha, se nota que está fuerte.

- Antes cuando me has dicho que has hablado con un maestro, ¿era mentira?- me dijo en tono burlón.

- Bueno....em...si- respondo timidamente. Y por fin se me pasa una idea a la cabeza, ya se donde he escuchado su voz, parece imposible y creo que me voy a desmayar. Puede que el tipo que tenga delante sea mi idolo Pablo Alborán o puede que me equivoque. Así que le pregunto:

- Maestro, una pregunta, ¿debajo de todo ese disfraz, ocultas algo? En plan, ¿estas aparentando otra persona?- le dije y me di cuenta que parecía sorprendido.

- ¿Cómo te has dado cuenta? Si iba muy bien jajaja- contestó con una carcajada, entonces se fue quitando todo el disfraz y allí estaba, delante mía, el hombre que más quería del mundo después de mi padre. Delante de mis ojos estaba Pablo Alborán. Yo chillé de la emoción y fui corriendo a abrazarme.

- Dios mio eres tu, mi Pablo, hay dios mío- dije yo sollozando.

- No llores mi niña, ahora recuerda que soy tu maestro y que te voy a ver los lunes y miércoles- dijo él, con su tono tan simpático y agradable.

Le dí un beso en la mejilla y me fui del aula de música. No me podía creer lo que había vivido hoy. Salí triunfante y con una amplia sonrisa en mi cara.


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