Capitulo 8

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Mi madre está asombrada ante mi explicación y la verdad, es para estarlo. No todos los días se presenta tu ídolo en el instituto y se enamora de ti.

- Mamá, esto es muy confuso, incluso parezco que estoy loca, pero te lo puedo demostrar si no te fías de mi palabra- le digo en tono muy serio.

- Cariño, yo me fio de ti pero es que me resulta tan raro- me dice mi madre.

Le doy un fuerte abrazo y un beso en la mejilla y le digo con tono suplicante:

- Mamá, ¿me dejarás ir al viaje?

- Déjame que me lo piense ¿vale cariño?- me dice.

Subo las escaleras y me voy a mi habitación. Hoy tengo una mezcla rara de sentimientos. Por un lado estoy súper feliz con Pablo y por otra parte estoy súper triste con las noticias de mis padres y el hecho de que no volveré a ver a Pablo en el instituto. Me dirijo a mi cama y me tumbo. Tengo millones de ganas de llorar pero no me salen lágrimas. Me abrazo a mi oso de peluche que tantos momentos malos me ha soportado. Pienso en los recuerdos de mi infancia, cuando yo era feliz con mis padres en el parque, montada en los columpios. Pienso en imágenes de mis padres juntos que ya no volveré a ver, esto me angustia mucho. Observo mi escritorio detenidamente desde mi cama y me encuentro una carta. Me levanto rápidamente y la cojo. Es de mi padre y dice así:

- Cielo mio, te escribo esta carta porque seguramente ni querrás hablar conmigo del odio que me tendrás, y es para tenerlo. Quiero que sepas que yo te quiero con locura, el hecho de que haya dejado a tu madre no significa que vaya a perderse nuestra  relación de padre e hija. Tu madre me encontró besando a mi secretaria. Llevábamos un par de semanas coqueteando y pasó lo que pasó. No quiero perderte por culpa de la separación por eso te pido que me llames cuando puedas. Te quiero mucho Zoe.

Terminé de leer la carta y la coloqué en su sitio. La verdad es que tampoco estaba tan enfadada con mi padre, así que entre hoy o mañana lo llamaré. Me vuelvo a tumbar en mi cama y mi teléfono empieza a sonar.

- Mi princesa, ¿cómo estás?- era la voz de Pablo. Sonaba tan alegre y tan feliz que intenté sonar igual de alegre pero no pude.

- Hola rey, pues si te digo la verdad estoy mal- le dije.

- Voy ahora mismo a tu casa ¿te parece bien?- me dijo.

- Vale- le contesté.

En menos de tres minutos vi desde mi ventana el coche de Pablo aparcando en la acera de enfrente de mi casa. Se había puesto muy elegante la verdad. Llamó a la puerta de mi casa y escuché los gritos de alegría de mi madre, ella también era fan, y escuché como subía las escaleras.

- ¿Se puede?- dijo Pablo.

- Por supuesto- le dije y fui a darle un abrazo.

- ¿Qué te pasa cariño?- me dijo.

- Mis padres se han separado- le contesté.

- Vaya, lo siento mucho- me dijo él y me dio un cariñoso beso en los labios.

- Pero dejemos de hablar de esto, no tengo ganas- le dije.

- Pues por eso mismo he venido, ¿le gustaría usted, princesa, acudir a una cita en un fabuloso restaurante conmigo? -me dijo Pablo y me ofreció una rosa. Era todo un detallista.

- Por supuesto que si mi vida, espérame un momento que me prepare, puedes esperar abajo con mi madre- le dije.

- Vale- me dijo y me dio un beso en la mejilla.


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