Capitulo 39

186 12 3
                                    

- ¿Cómo?- le digo asustada.

- Entra- me dice abriendo la puerta de su despacho.

Todo está igual. Me viene recuerdos a la cabeza de Pablo y míos aquí, cuando nos pillaron.

- ¿Qué quieres?- le digo.

- Eres preciosa- me dice. Se sienta en su escritorio y me empuja para que esté a su lado.

- Déjame en paz- le digo.

- No te preocupes, preciosa. 

Se quita la correa y comienza a bajarse la cremallera.

- Puedes hacer lo quieras- me dice con una sonrisa pícara.

No puedo más. Se me caen un par de lágrimas y me las aparto con la mano.

- Ponte en la mesa- me dice.

Me quita los botones de la camisa y me la abre.

- Dios, Pablo tiene que estar encantado- me dice besando mis pechos.

Lo intento apartar pero no puedo, él sigue.

- ¿Qué demonios?- dice alguien en la puerta.

Levanto mi cara y veo a Pablo. Leonardo se quita de encima y yo voy corriendo a los brazos de Pablo.

- Princesa, vístete y sal fuera- me dice.

- No le hagas nada- le digo llorando en su pecho.

- Ese cabrón va a pagar por lo que ha hecho.

Me pongo la camisa y salgo del despacho. Me dirijo a los servicios, al menos allí puedo llorar tranquila.

 Narra Pablo:

Cierro la puerta cuando se va Zoe. No me puedo creer que ese imbécil le haya tocado.

- No temas, Zoe está muy bien. Creo que le ha gustado- dice desafiándome Leonardo.

- Hijo de puta- le digo avanzando hacia él. Le cojo por el cuello de la camisa y le empujo a la pared.

- Tranquilo, tío.

- Ni se te ocurra tocarla más- le digo mientras le pego un puñetazo en su cara. Le doy justo en la nariz y comienza a salir sangre.

Lo coloco encima de la mesa y le comienzo a dar puñetazos.

- Como se te ocurra tocarla o hacerle algo más, te juro que te mato. Además, si esto se lo cuentas a alguien, el que va a perder eres tú- le digo.

Más puñetazos, esta vez le doy en la barriga y en la cara.

- Creo que ya es suficiente- le digo tras comprobar su cara. Está lleno de moretones y de mucha sangre.

- Le diré que me he caído o algo- me dice.

Salgo del despacho echando humo. Me encuentro a mi chica sentada en uno de los bancos. Es preciosa, y pienso dar mi vida por ella.

Narra Zoella:

- Pablo...- le digo cuando se acerca a mí.

- Se acabó mi niña. Ese imbécil a pagado por ello- me dice mientras me abraza y me planta un beso en la frente.

Salimos del instituto y me monto en el coche.

- Antes de echarte la foto, me gustaría llevarte a un lugar muy especial.

- ¿Si?- le digo.

- Vamos a montar en barca, como una cita romántica.

Mi vida enteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora