Capitulo 3

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Durante la semana, Pablo y yo estuvimos hablando todas las tardes por teléfono. Me contó mucho sobre su vida y yo también de la mía. Durante los recreos, él me sonreía. Llegó el fabuloso lunes con mi clase favorita de ahora, MUSICA.

Él me mira y me sonríe descaradamente y yo parezco un flan. Se pasa toda la hora enseñando como tocar la guitarra y al final de la clase me llamó:

- Zoella, ¿te importaría esperarme?- me pregunta con una sonrisa de las suyas.

- Vale, pero...¿Para qué?- pregunto yo.

- Te voy a enseñar un sitio fantástico y no me vale un no por respuesta- me dijo él.

- Perfecto- dije yo muy nerviosa.

Terminó de recoger sus cosas y me monté en su precioso coche blanco. Puso la radio en un volumen bajo y condujo en dirección a la playa.

- ¿Qué me vas a llevar a la playa?- pregunté.

- Jo, me has estropeado la sorpresa- bromeó él.

Llegamos a la fabulosa playa con su precioso paseo marítimo. Me cogió de la mano, cosa que no rechacé, y me llevó a la orilla de la playa. Sacó de la mochila una fiambrera con un par de sandwiches.

- No es el mejor picnic de la historia pero es lo que hay- dijo él.

- Pues para mí esto es un sueño hecho realidad- contesté yo.

- Y espero que sea el mejor de todos- dijo él con su dulce voz.

- Lo es, te lo aseguro- le respondí.

- Seguro que los picnic de tu novio son mejores- dijo él.

- No tengo novio- que buena excusa se había inventado Pablo para preguntarme si tenía novio o no - pero seguro que tu si tienes novia ¿o no?- dije yo con una sonrisa.

- Pues tampoco tengo, he tenido pero ahora mismo no- dijo el acariciando mi mejilla.

- Esto hay que mantenerlo en secreto y ser más discretos en el instituto- dije yo.

- Pues la verdad es que si, aunque me da igual que la gente se entere que nosotros dos somos "amigos"- dijo Pablo burlón.

Nos pasamos el resto de la tarde charlando animadamente sobre nuestros gustos hasta que llegó la puesta de sol.

- Y para despedir el día te tengo preparada una sorpresa - dijo Pablo.

- Jo eso no vale, yo no te he preparado nada- dije yo haciéndome la enfadada.

- Tendrás más ocasiones para sorprenderme- dijo él- Pues aquí va la primera sorpresa... Regálame tu risa, enséñame a soñar, con solo una acaricia...- y comenzó a cantarme una de sus canciones.

Me emocioné mucho cuando él me estaba cantando tan cerca, parecía un sueño del que me iba a despertar y justo cuando terminó de cantar, posó sus labios en los míos.


Mi vida enteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora