Capitulo 27

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Llegamos a Barcelona un poco mas tarde de lo previsto. Estoy cansada, angustiada , de todo un poco.

- ¿Viene tu madre a recogerte?- me pregunta Pablo. Estamos saliendo del aeropuerto cogidos de la mano.

- No me ha dicho nada- le contesto.

- Pues vamos a coger un taxi- me dice.

En la entrada del aeropuerto hay aparcados varios taxis. Pablo se dirige a uno de ellos.

- ¿Nos puede llevar usted al centro de Barcelona?

- Por supuesto, montad- nos dice el taxista. Tiene el pelo cano y la cara estropeada.

Nos montamos atrás del taxi. Pablo se sienta a mi lado y me acaricia la pierna. Todavia sigo asumiendo esto. Parece un hecho imposible, pero no, mi ídolo es mi novio, mi padre ha fallecido.

- ¿En qué piensas?- me susurra Pablo.

- En nosotros, en  París, en mi padre, en mi ídolo- le digo sonriente.

- Paris, Paris... ¿Te gustó el viaje?- me dice.

- Para nada- le digo bromeando.

- Pareja, ya hemos llegado- nos dice el taxista.

Nos bajamos el taxi, y vaya, nos había dejado en la  puerta de mi casa. Pablo está pagando el viaje en taxi y yo observo mi casa. Tiene un precioso jardín, que solía jugar cuando era pequeña. La fachada de la casa es con ladrillos, varios balcones, muchas ventanas y una preciosa lagartija de juguete.

- ¿Vamos?- me dice Pablo.

- Vamos- le digo.

Me coge de la mano y nos encaminamos a la puerta de mi casa. Subimos los tres escalones de la puerta principal y llamo. No tarda mucho en abrir mi madre. Luce un precioso traje negro y el pelo suelto.

- Lo siento mucho por la perdida de su marido, señora- le dice Pablo y le da dos besos en la mejilla.

- Muchas gracias, Pablo, pero no me llames señora- bromea- llámame Paula.

- Mami- le digo y le abrazo.

- Basta pequeña de llorar, ¿vale? Tu padre está en el cielo y no te quiere ver llorar- me dice mi madre.

Entramos en mi casa y vamos al salón. Mi casa no se compara con la de Pablo. La de él es tres veces más grande que la mía.

- Cariño, arriba en tu habitación tienes la ropa preparada- me dice mi madre.

Pablo sube conmigo a mi habitación, porque ambos nos tenemos que cambiar de ropa.


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