El primer día

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Bueno, pasó el tiempo... He madurado un poco, mis padres han cambiado, ya casi ni se hablan. Mi padre ya no mantiene en la casa como habitualmente lo hacía, mi madre se la pasa en discotecas... Neh, por lo menos respetan la memoria de Jonathan, ya no pelean.

Esta mañana me levanté a las 4:40 a.m. directamente al ordenador. Me la paso ahí gracias a los grupos que hay en redes sociales, creo que llevo una mejor vida por ahí. A las 5 me bañé, me cepillé y bajé a hacer el desayuno; Mi madre estaba dormida y mi padre no estaba, ahora ''Vivo sola''.

Me coloqué unos jeans medio anchos, unos converse negros y una camisa de <<Los Beatles>> Con el cabello a un lado y con un poco de delineador en los ojos. Tomé mi mochila y salí, tengo moto, así que no cojo el autobús.

Llegué a la universidad, lo normal... Un campus lleno de gente vaga que no quiere hacer nada y también de ''cerebritos'', pero no le pude quitar la vista a un grupo de chicos que estaban cantando acompañados por unas guitarras, tenían pintas de <<Punkeros>> <<Emos>> <<Góticos>> El caso es que eso no importa, se veían geniales.

Yo solo seguí derecho hasta la aula en la que me tocaba, sin dejar de notar que uno de ese grupito me estaba mirando, el caso, yo solo seguí caminando.

Detesto esas mañanas en las que no hay nada importante, ni nada que destacar... Es como si no existiera el sentido de nada; cambiando de tema, me senté en el verde pastizal del campus y encendí un cigarrillo, el humo me inspiraba a escribir, saqué una pequeña libreta que traía en el maletín y empecé a escribir... Solo usé pequeñas oraciones y me basé en sólo una cosa, mi hermano.

Poco después se me acercó el mismo chico que no me quitaba la mirada de encima esta mañana, ahora que lo veo de cerca es aún más genial. Traía su cabello recogido, lo cual hizo que me fijara en los hermosos ojos que tiene, son verdes y tiene un percing en el labio inferior y un tatuaje en el cuello.

—¡Hola! —Me saludó con una gran sonrisa.

—Ehm, hola. —Lo miré un poco extrañada.

—¿Te incomodo? -Preguntó, mirándome un poco avergonzado. —Si quieres puedo irme.

—No, no hay problema, es que se me hizo muy raro que me hablaras.

—No. —Se sentó a mi lado. -Desde hace unos días que te vi quería hablarte, pero pensé que no te agradaba, pero hoy quise romper mis miedos de que me ignoraras.

—Que ironía... Lo mismo pensaba. —Reí y bajé el cigarro. -Siempre me ha agradado tu grupo, pero no me atrevo a acercarme.

—Já. -Se soltó el cabello y se recostó en el suelo. —Nos caes bien, no te de pena, ¿Sabes tocar algún instrumento?

—El violín.

—Genial... El violín es el mejor instrumento que conozco para relajarse con su melodía.

—¿Fumas? —Pregunté, acercándole el cigarrillo.

—Si. -Lo tomó y le dio una pequeña soplada. —Gracias.

Los amigos al otro lado del campus lo llamaban, se despidió y sé fue corriendo. Wow, me invitaron a hacer parte de el club de música, genial, aceptaré.

Ya eran las seis de la tarde, las clases habían terminado. Salí al parqueadero y me monté en la moto, le coloqué la llave pero no quería prender, le hacía y no pendía. Duré en esa acción aproximadamente diez minutos y no quería prender. 

—¡¡Carajo!! —Grité y lancé el casco al suelo. —¿Ahora que hago?

Me senté en el suelo con mi celular a ver quien podía ayudarme para llevar mi moto a algún taller, porque en realidad esa moto pesa mucho. Pocos minutos después salían los del club de música y entre ellos, él. Al verme se acercó a mi.

—¿Que sucede? Pensé que ya te habías ido.

—Mi jodida moto no quiere prender y debo llevarla a un taller.

—Puedo ayudarte, si quieres...

—Pesa mucho, no sabes cuanto.

—Tu ves huesos pero en realidad tengo fuerza. —Se acercó a la moto y la paró, hasta caminó con ella. -¿Ves? Vamos.

—¿No debes volver a casa? Digo, me incomodaría que te éste interrumpiendo.

—Para nada. —Se acercó a su grupo y se despidió, volvió y salimos.

Ya la noche había arropado el cielo, solo las luces de los postes nos iluminaban... Él cargaba mi moto y yo lo seguía. Hubo un momento en el que se hacía incomodo porque ninguno de los hablábamos.

—Oye... —Formé conversación. —¿Cómo te llamas? Apenas te conozco, ya me ayudas y ni me sé tu nombre.

—Cierto. -Me miró. —Mi nombre es Jack.

—¿Jack?

—Si.

—Wow, está genial.

—¿Y tú?

—Ana.

—Es lindo tu nombre.

—Gracias.

Otra vez no había conversación, debía pensar en algo rápido antes de caer otra vez en la situación incomoda.

—¿Tienes novia? —Fue lo único que sé me ocurrió, ¡Que tonta, joder! Jack me miró curioso. —No tienes que responderme.

—Si.

-Oh vaya... —Lo miré más calmada, no le dio cuerda al asunto. —Genial.

—Si, eso creo... -Respondió agachando la cabeza. —Ella me quiere y yo a ella, pero... Las cosas no han salido bien, después de fallecer su mascota, desde entonces casi no me habla, no mantenemos juntos, ahora solo soy el novio cuando está feliz y eso es muy rara vez.

Odio cuando se desahogan conmigo, soy una pésima persona dando consejos o orientando, mala, mala, mala.

—Debió de haberlo querido mucho, digo... Pues nadie se pone así con algo que no le gusta.

¡¡JODER!! Otra vez la embarré, ya lo dije, no sirvo para nada de eso.

—Haha, obvio. Ese perro era la adoración de ella, pero lo cogió un carro después de que ella abrió la puerta un día cuando llegamos a la madrugada de una discoteca. —Se veía decaído pero sonreía. —No voy a olvidar ese día, no paraba de llorar, parecía que se le hubiera muerto el papá o algo así.

—Ehm, que mal... Pobre chica, como debe de extrañarlo.

—Lo sé, pero no me gusta ser el pagano de su tristeza. —Comentó. Lejos vimos un pequeño taller cerca a una autopista. —Oh, mira un taller, vamos.



Ana Moon #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora