Otra vez lo mismo.

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Chris se lanzó a golpearlo, pero Jack ya sabía lo que iba a hacer, entonces lo agarró de la camisa y lo empujó. Chris cayó al suelo y ahí se quedó... Sentado con la poca dignidad que le quedaba. Me asusté por un momento, pensé que Jack le haría algo, pero no... Antes se agachó hasta donde Chris.

—Oye... Perdóname. —Dijo Jack abrazando a Chris.

—¿Qué? —Chris no creía lo que sucedía, él estaba preparado para recibir un puñetazo.

—Eres familia mía, ya no quiero golpearte más. —Comentó Jack parándose. —Sólo quiero que dejes a Ana en paz. 

—Ah, joder... —Dijo Chris. También se paró y se fue.

Jack y yo también. Él me llevó hasta su apartamento, cuando llegamos él pidió comida e hizo que me sentara a comer con él. Yo vi su comida, era un pollo con salsa, me dio mucho asco, no sé porqué... De todas maneras no comí con él, no me apetecía nada y me sentía cansada. Fui a quitarme el vestido que traía y a colocarme la pijama. 

En el baño, me sentí muy mal, me dolía demasiado la cabeza... Tenía muchas nauseas, y una de ellas hizo efecto. También me salió sangre por la naríz, me veía pálida. Joder, necesito cuanto antes empezar esos tratamientos. Yo no quiero morir.

Llevaba más de quince minutos en el baño, tratando de mejorar para poder salir y no preocupar a Jack, pero fue imposible, él tocó la puerta.

—Ana, ¿Estás bien? —Preguntó Jack.

—Ah, sí, sí... No te preocupes.

—¿En serio, Ana? Dime la verdad, estoy preocupado. —Dijo Jack, todavía tocando la puerta. —Abre, por favor.

—Me... Me estoy bañando.

—Bueno, está bien. 

Supuse que Jack se fue, tomé mucho papel y empecé a limpiar, me eché agua en la cara, no me veía mejor, pero por lo menos no tan mal. Salí del baño y lo vi sentado en la cama del cuarto donde estaba. Me miraba fijamente y vi como sus ojos se llenaron de lágrimas. Se paró y me abrazó fuerte, muy fuerte.

—Ana, joder... ¿Tú por qué no dejas que te ayude? —Colocó su cabeza en mi hombro. —¡Joder! Sólo quiero que te mejores, no quiero que te vayas de mi lado.

—Pero Jack... ¿Por qué me dices eso? 

—¿Por qué? ¿No te ves? —Jack me soltó. —Estás muy pálida, y tienes la naríz roja, te debió haberte salido sangre... ¡Estás muy flaca! No comes Ana, encima de eso mantienes con nauseas, parece que tuvieras anorexia.

—Jack,  no es eso... —Me senté en la cama. —Sí, admito que me sentía muy mal en el baño, pero no soy anorexica, simplemente no se me antoja nada de comida.

—Ana, vamos al hospital. 

—No, Jack... Por favor. —Me volví a parar. —Mira, estoy bien, ya me siento mejor.

—No, no estás bien. 

—Pero no quiero ir al hospital, joder. ¡No quiero!

—Ana, hazme caso, yo no lo hago por molestarte, es por tu bien.

—Me van a decir lo mismo de siempre, que empiece las quimioterapias. 

—¿Por qué no las empiezas?

—Jack, en serio...

—Bueno, entonces no vayamos, ya es tu decisión, pero... Sólo te pido que lo hagas por mi.

—Jack... Ay bueno.

Y sí, me llevó al hospital, allá sucedió lo mismo, me canalizaron y conectaron totalmente. Esta vez Jack estaba en la habitación conmigo. Me sacaron muchos exámenes, yo lloré, estaba cansada de que me hicieran eso, yo ya sé que tengo y no quiero seguir conectada a esos aparatos.

Al otro día, entró a mi habitación, el doctor que me atendió la vez pasada. Tenía muchos sobres que parecían ser mis resultados. él se sentó en una silla cerca a la camilla.

—Hola, de nuevo Ana. —Dijo el doctor, abriendo los sobres. —Bueno, procederé a leer tus exámenes, y creo que hay buenas noticias en tan mala situación. 

—¿Buenas noticias?  —Preguntó Jack.

—Doctor, lea los exámenes, no  quiero saber ninguna noticia buena.

—¿Eh? —Preguntó extrañado Jack. —¿Por qué?

—Sí, ¿Por qué, Ana? —También preguntó el doctor.

—No, no lo quiero saber, sólo es eso. 

—Bueno, está bien. —Respondió el doctor. —Aquí en los exámenes de sangre, sigue apareciendo esas células cancerígenas, y en los pulmones, hay una pequeña buena noticia, el pulmón derecho se encuentra fuerte, no ha sido tan afectado como el izquierdo, así que queda mucha esperanza. Lo único que necesitas es empezar las quimioterapias. 

—¿Y cuando las empezaría? —Pregunté.

—Tan pronto canceles la cuota.

—¿Y en dónde se cancela? —Preguntó Jack.

—En recepción.

—Entonces iré de una vez. —Dijo Jack. 

—Espera, Jack. —Lo detuve.

—¿Qué?

—Llama a mi madre. 

—Bueno, está bien.

Cuando Jack salió de la habitación y el doctor también, yo empecé a sospechar sobre un tema que mi madre me dejó pensando, y ella es la única que puede saber si es verdad, por eso no he querido empezar las quimioterapias. Primero tengo que estar segura y después accederé. 

¿Y qué tal si es cierto? Joder no, no sería correcto en este momento. 

Pasaron como dos horas y vi que mi madre y mi padre cruzaron la puerta, los ojos de mis padres estaban aguados, y al verme, mi padre rompió en llanto.

—Ana... ¿Por qué no me lo dijiste? 

—Perdón, papá. No quería abrumarlos más, suficiente con lo de Jonathan. 

—Cariño, él ya está muerto, ahora tú eres nuestra ilusión. —Mi padre se sentó a mi lado. —Tú eres mi princesita, no quiero que te pase nada, Ana. Debiste decirme también. 

—Pa... —Los ojos se me llenaron de lágrimas, hace muchos, pero mucho tiempo que mi padre no me dice princesita. —No me quiero morir, ayúdenme. 

—Ay, Ana... —Dijo mi madre. 

—Mami, quiero saber algo. —Comenté. 

—¿Qué, cariño?

—Tú sospechabas de algo, quiero saber de que. 

—¿En serio, Ana? —Preguntó mi madre. 

—¿De qué hablan, Bell? —Preguntó mi padre a mi madre. 

—Yo sospecho que estás embarazada, es obvio... Tus mareos, esas ganas de entrar al baño tan masivas, las nauseas... —Mi madre me miró y abrió los ojos sorprendida. —¿Tú también lo sospechas, Ana?

—Si, y créeme que si me hubiera dado cuenta de eso si estuviera sana, hubiera sido la mejor noticia del mundo, pero no quiero y por ahora sólo son sospechas menos mal. 

—Ana, y ¿Qué tal si, sí? —Preguntó mi padre. 

—No, papá, no quiero... Lo que menos quiero es que padezca de lo que sufro yo. 

—¿Y si salimos de esas sospechas y le decimos al doctor? —Comentó mi madre.

—Ay, no sé... está bien, madre... Llámalo.

Ana Moon #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora