Jack se sorprendió cuando vio a mi madre ahí parada, pero hasta yo.
—Ana, ¿Quién es él? —Preguntó ahora enojada.
—Él es...
—Soy su novio, señora.
—¿Novio? -Se sorprendió. —Ana, ¿Tú? ¡Por fin!
—¡Mamá!
—Pensé que iba a morir sin conocerle un novio un a mi hija.
Jack puso una sonrisa burlona y me miró. Lo miré avergonzada, quería que el mundo se abriera y pudiera escapar. Ahora Jack sabe que nunca he tenido novio, me imagino que ahora entenderá porque soy así.
—¿Enserio, señora?
—Si. Mucho gusto. —Le estiró la mano a Jack. —Mi nombre es Bell.
—El gusto es mio. —Jack estrechó su mano. —Mi nombre es Jack.
Juro que hubiera preferido que me regañara, la pena que sentí no se comparará nunca con nada, y los dos lo más de casual hablando como sí nada, y él sin camisa y todo, ni siquiera me dijo nada porque tenía tatuajes y el pelo largo, no nada... Fue tan normal.
—Bueno, Jack ibas a irte, ¿No?
—Ah, si.
—¿Enserio? —Preguntó mi madre —¿Cuándo vuelve? Lo invito para que venga un día y platicamos.
—Mamá. —Trataba de que no hablara más.
—Claro, señora Bell.
Jack se despidió de mi madre y salió de mi casa con su saco puesto. Nunca olvidaré éste momento tan vergonzoso.
El día pasó, y llegó la noche... Mi madre estaba viendo novelas en la sala, mi padre no estaba y yo me encontraba en mi cuarto leyendo el libro, fue un tiempo tranquilo, me paré del suelo y fui al ordenador, me detuvo el timbre de mi celular.
—¿Sí?
—Ana, oye... —Era Christian. —No te vi en clases, ¿Sucedió algo contigo?
—No, todo está bien.
—Ah, que alivio. Y ¿Quizás quieres salir un rato?
—Pues, no sé. ¿Dónde estás?
—En el bar donde toca tu amigo Jack, ¿Lo conoces?
—Si, es el que queda cerca de la universidad... Sí, si... Iré, espérame.
Colgué y de una fui a arreglarme, hoy es viernes así que hay toque, además aprovecho para llevarle su camisa y verlo tocar la guitarra.
Me coloqué un vestido negro largo sin escote, mi cabello estaba planchado, así que solo lo peiné, me maquillé y bajé al patio por la camisa de Jack, mi madre se había quedado dormida así que no me vio. Volví a subir a mi cuarto y coloqué la camisa en mi cama y terminé de arreglarme; por último, me eché mi loción, guardé todo y salí, ya mi madre había despertado.
Cuando llegué me encontré con Christian y sus amigo afuera del bar, todos fumando.
—Hola, Ana. —Me saludó uno de sus amigos.
—Ah, Ana, Viniste. —Dijo Christian. -Wow, te ves hermosa.
—Gracias, Christian.
—Ven, vamos adentro, ya tocará tu amigo.
Entré con Christian. Estaba tocando otra banda pero no veía a ninguno de los amigos de Jack, no había nadie. me sentía rara.
—No veo a Jack.
—Yo tampoco, que lástima, quería verlo tocar.
Saqué mi celular y salí del bar, le estaba marcando a Jack, pero cuando salí lo vi parado en la carretera de espaldas, rápidamente me acerqué a él. Cuando lo vi estaba un poco pálido, llevaba puesto una bufanda, cubriendo todo su cuello, una chaqueta de cuero y un pantalón con unas botas.
—¡Jack, estás aquí! —Lo abracé fuerte. —¿Vas a tocar?
—No, hoy no, estoy mal. —Respondió. —Estoy resfriado.
—¿Y qué haces aquí entonces?
—Fui a tu casa para llevarte la moto y tu madre me dijo que saliste, entonces mi primera opción fue venir al bar y sí, aquí estabas. —Mencionó Jack, tosiendo. —Y además, déjame decirte que estás muy hermosa.
—Gracias, Jack, me arreglé para verte tocar.
—Si quieres puedo traer a los chicos. —Tosió. —Tu sólo dime.
—No, no... Jack, vamos a tu casa que está más cerca. Está haciendo mucho frío y estás enfermo.
—Bueno, está bien.
Fui caminando con él hasta su casa. Un motel muy de los ochenta, con una linda pinta, sí, hasta que entré; ese motel daba miedo, las paredes se veían muy viejas y la decoración también, no sé como le hace Jack para vivir aquí.
—Ven. —Entramos a la habitación 309. —Bienvenida a mi guarida loca.
Era un cuarto totalmente desarreglado, olía a loción de hombre y estaba lleno de posters de bandas, era una habitación muy dark, ¡Genial!
—Te lo dije una vez, tu cuarto es más decente al lado del mio.
—No, en realidad está muy genial.
—Vaya...
Jack se acostó en su cama y se quitó la chaqueta, empezó a toser y se oía muy mal. Me preocupé, en realidad lo estaba.
—Jack, ¿Por qué te resfriaste?
—No sé, supongo que fue porque cuando iba saliendo de tu casa me moje con algo y no me cambié, debe ser eso.
—No lo vuelvas a hacer.
Jack se recostó y se quedó semi dormido, se veía sonrojado, así que me acerqué a él y le toqué la frente, y estaba muy caliente.
—Oh Jack, tienes fiebre...
—¿Si?
—¿Tienes una cocina aquí?
—No, yo no cocino, además no hay.
—Joder, espérame aquí, ya vuelvo.
Salí corriendo en busca de una droguería cercana, sólo a tres cuadras vine a hallar una. Compre varias medicinas y me devolví a la casa de Jack.
—Ven, toma esta pasta. —Le ofrecí agua de una botella que había comprado porque tampoco hay agua en su casa. —Espero que te sientas mejor.
—Imposible no sentirme así... —Dijo Jack. —Nunca había pensado que enfermase pudiera haber sido tan bueno. Hasta enfermo me haces sentir bien.
—Ay Jack. —Me sonrojé. —Creo que ya estás delirando.
Lo cuidé toda la noche, hasta que ya pudo bajarle la fiebre y su tos mejoró mucho, le llevé comida y una película para ver. La noche era fría. Lo abracé mientras veía la película con él y me quedé dormida.
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Ana Moon #Wattys2016
Novela JuvenilLa vida de una chica casual... ¿Casual? Si, la definición de la normalidad es la rareza, ¿Qué? Y ajá, aquí no se trata de comprender. Te invito a descubrir la ''Casual vida'' de una chica de 17 años. Amores, risas, música y algo más, ¡no te lo p...