Bárbara sintió que todo se había cumplido, que su tiempo había terminado. Pero Paulina Durán, no sólo se transformará en su mejor amiga, sino también le demostrará que siempre existe una nueva oportunidad en la vida, si se aprende a interpretar las...
El enorme portón negro rechina al abrirse. La limusina ingresa despacio. Paulina abre las ventanillas y respira profundo -Hogar, dulce hogar- suspira
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-Mucho tiempo fuera?- Pregunta Clara
-Sí, estoy volviendo de un viaje por Europa, hace como 5 meses que no aparezco por aquí- sonríe, mientras el chofer abre la puerta.
Diego es el primero en bajar, da un silbido largo
-Este si que es un rancho grande- dice mientras se toma del cinturón tras acomodarse el sombrero.
Simón baja del vehículo y observa a la mujer que espera en la puerta de la gran casa, parece brillar de felicidad.
-Es tu madre?- le pregunta casi en un susurro a Paulina
-No, es mi nana Benita, mi madre está en México con mi hermana menor que acababa de ser madre- Paulina apresura el paso
-Benita!!-
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-Mi niña!!- la mujer corre hasta abrazarla -Te he echado tanto de menos. Déjame mirarte- la toma de las manos -estas más flaca, estuviste comiendo bien?- le acaricia los brazos
-Ay... sí Benita, sí, estoy muy bien, pero muy cansada. Por favor, muestrales a mis amigos sus habitaciones, mientras yo me doy un baño y nos vemos todos en la cena- la toma de las manos.
Bárbara mira la escena conmovida, le recuerda a su viejita Eustaquia.
Todos entran y quedan más que maravillados con la mansión.
-Por el amor de Dios Guadalupe ¡¡no toques nada!!- ordena Clara
Diego se deja caer en un sofá -Woaw!! esto es más cómodo que mi hamaca.
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