Aria
-Ok... ¿Tenemos que decirle a alguien sobre lo que acaba de pasar?- dijo Gunther mirando con el ceño fruncido la montaña de polvo.
-No lo creo. ¡Pero qué genial! ¡Matar a esa cosa se sintió como jugar un videojuego en 3D!- exclamé y por las dudas me puse a pisar el polvo hasta que se volvió una especie de barro amarillo al mezclarse con el agua.
-Exaaacto- me secundó Sophie y alcé la barbilla.
-Vámonos a casa, rápido- Gunther nos apuró y yo salí con cuidado de entre el polvo, no vaya a ser que medio reviva y me asfixie o algo.
No lo sé, es primera vez que mato algo que se supone no existe.
-Y al final ¿qué pasó cuando fuiste con el director?- me dirigí a Sophie.
-No van a llamar a mamá, pero quiere que le diga lo que pasó y que me debo quedar mañana hasta tarde en el castigo- se encogió de hombros y empezó a patear piedras fuera de su camino.
-Ya va- pausé -Los castigos son sólo para secundaria.
-Dijo que lo que hice era algo que alguien de secundaria haría, así que iba a tener consecuencias de esa... ¿Mab...? Uhmm ¿Cómo era?
-¿Magnitud?- adivinó Gunther y Sophie se giró para apuntarlo.
Cuando llegamos a nuestro edificio, subimos al piso cinco al apartamento de Gunther y Sophie.
-Bien- dije -Mañana hay que tener cuidado. Siempre andar con Elliot y no dejar a Sophie sola más de lo necesario.
-Seh. Este a penas fue una de las cosas que Cortez y Elliot dijeron que rondaban la escuela- concluyó Gunther -Hey, tenemos que cambiarnos de ropa y mandar la que tenemos puesta a la lavandería. Está llena de... Eso que dejó la bruja esa al desaparecer.
-Claro- dijo Sophie y se metió a su cuarto, segundos después salió con una toalla alrededor del cuerpo -¿Puedes calentar el agua, Aria?
-Cómo se dice- repliqué aproximándome hacia la puerta.
-Por favooor- soltó Sophie con exasperación.
Siempre le decía eso, debía aprender a pedir las cosas como es y como es usual Gunther se estaba riendo desde la cocina.
. . .
-¡Hola!- exclamé al entrar en mi apartamento media hora más tarde. Mi perro Damon estaba recién bañado y se alzó sobre sus patas traseras, poniendo las delanteras en mis hombros antes de babear mi cara.
Es un perro pastor alemán que tengo desde hace dos años y aunque siga siendo un cachorro es como de mi altura cuando se alza en dos patas. Es genial en eso, puede permanecer así por casi un minuto y salta súper alto cuando le voy a dar comida. Tanto, que parece un canguro.
-Supongo que ya te toca comer- dije mirando el reloj de la cocina y me aproximé.
Saqué la bolsa de perrarina y se la serví en su plato de metal. Como dije antes, mientras volvía a la sala, Damon saltaba como loco y ladraba estridentemente.
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Disaster I: El Mensajero Perdido
Fantasy¿Qué pasaría si en una escuela hubieran tres semidioses a la vez? Nada bueno, eso es seguro. Somos Sophie, Aria y Gunther. No habíamos pensado que nos ocurriría algo así como ser hijos de dioses griegos; pero ha pasado, señores. Hemos sido expulsado...