Aria
Después del trauma en el ático de la Casa Grande, no habíamos hablado mucho. Sophie y yo recibimos un regaño de parte de Quirón por haber subido al ático, pero lo que hizo lo retirarlo fue el hecho de que las imágenes que le mencionó Gunther al oír la profecía, también las habíamos visto nosotras.
Cuando salimos de la casa, sonó la caracola que indicaba el almuerzo y los tres nos dirigimos al comedor. Claramente ya todo el mundo estaba allí y cuando notaron nuestra presencia se giraron a vernos con cuchillos en los ojos.
-Ya pueden dejar las miraditas estúpidas, nosotros tenemos armas las 24 horas del día- soltó Gunther haciendo aparecer su arco.
Yo hice aparecer mi espada con una sonrisa maniática y Sophie dio un paso falso al frente con su cuchillo en la mano, espantando a todos los que estaban sentados en la mesa que teníamos más cerca.
Todos volvieron a lo suyo con temor en el rostro. No puedo culparlos, si yo ya me medio altero cuando mi hermana postiza tiene un tenedor en la mano; es comprensible que quieran pirarse al verla con un cuchillo asesino de verdad.
-Ustedes entienden que el hecho de que amenacen a los campistas con sus armas, empeora la situación ¿Verdad?- soltó Ciara a penas nos sentamos en la mesa donde ella estaba con Helena, Drew, Lyra y Elliot.
El imbécil oxigenado estaba en otra mesa con el líder de su propia cabaña, Mathias el mal intento de diccionario andante y otros chicos de Ares.
-¿Crees que me importa? Si hubiera la posibilidad de darle a alguien más la responsabilidad de cumplir la misión, lo haría. Pero no es así, por lo que tienen que lidiar con eso y si no son capaces de hacerlo, entonces les enseñaré mi espada todo lo que quiera- repliqué con molestia al tiempo que comía bruscamente de mi pizza.
-Exacto, no es nuestra culpa ¿Por qué se desquitan con nosotros?- secundó Gunther clavándole un tenedor sin piedad a su filete.
-¿A qué hora va a ser el entrenamiento de hoy?- soltó Sophie desviando el tema brutalmente. Yo bufé todavía comiendo de mi pizza.
Noté las miradas de odio que nos dirigían los de la mesa del intento de diccionario andante. Eran tan obvios que hasta me logré dar cuenta; era como revivir los almuerzos en la escuela. Pero en vez de ser Peter el que lideraba la horda furiosa hacia nosotros, era Mathias.
Hice un gesto burlón, remedando la expresión que tenía su rostro y sólo bastó eso para que se girara de golpe, dándome la espalda. El imbécil oxigenado se me quedó viendo con cautela antes de alzar un poco la barbilla y girarse también.
-¿Sabes qué?- solté de repente, con lo que todos en la mesa me miraron con curiosidad -Vamos a rescatar a Hermes y vamos a volver. Me tengo que reír en la cara de toda esta gente que no creyó en nosotros cuando lo logremos y lo único que puedan hacer sea aplaudir- levanté el cuchillo con el que picaba los trozos de pizza y lo clavé en la mesa. Tomé mi plato con la comida que quedaba y me levanté, saliendo del comedor.
Podía sentir a todos los campistas en shock mirándome salir de allí, pero no me importó. La verdad, sólo quería concentrarme en lo importante: rescatar al dios que evita la extinción del internet.
. . .
-Ya me quiero ir de aquí- dijo Gunther lanzando una flecha a un maniquí, clavándosela en el pecho. Para rematar yo también lancé mi espada a modo de jabalina, con lo que la cabeza del maniquí salió volando ensartada en ella.
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Disaster I: El Mensajero Perdido
Fantasía¿Qué pasaría si en una escuela hubieran tres semidioses a la vez? Nada bueno, eso es seguro. Somos Sophie, Aria y Gunther. No habíamos pensado que nos ocurriría algo así como ser hijos de dioses griegos; pero ha pasado, señores. Hemos sido expulsado...