Capítulo 25: El rescate (Parte 1/2)

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Gunther

Después de superar el hecho de que mi "enemigo" del Campamento Mestizo estaba medio poseído y luchando a muerte contra Aria, Sophie y yo intentamos liberar a Hermes. Habíamos aplicado el truco de las flechas incendiarias contra las cadenas que mantenían el cofre sujeto al techo.

Funcionó. El cofre cayó, y del duro impacto, este terminó abriéndose de un golpe. Yo cerré mis ojos y tapé los de mi hermana menor lo más rápido que pude, ya que una luz cegadora comenzaba a salir del objeto. Deduje que Hermes estaba en su verdadera forma, que según lo que escuché, desintegraba a quien se atreviera a verlo en ese estado. Todos los dioses tenían esa capacidad según Quirón.

Cuando sentí que la luz no estaba, abrí mis ojos; encontrándome con un hombre de alta estatura, cabello castaño rizado y facciones similares a las de un duende. Era Hermes.

Miré rápidamente hacia donde se encontraban Aria y Mathias luchando, pero al notarlo, este último estaba al otro lado de la habitación. Su ropa destilaba humo de forma extraña y se encontraba parcialmente arrodillado en el suelo haciendo muecas de dolor.

-¡Señor Hermes!- gritaron Martha y George al unísono desde la mochila de Sophie. El caduceo de alguna manera salió volando y cayó en la mano del dios nombrado. Como un imán divino o algo por el estilo. Uno nunca sabe con estos sujetos.

-Gracias por liberarme, Semidioses- dijo Hermes admirando su arma y le dio un giro en el aire con su muñeca. Sophie fue corriendo hacia Aria, ella estaba arrodillada en el suelo mirando la escena. Su espada se había transformado en zarcillo de nuevo, volviendo en forma de chispa de energía plateada de regreso al objeto.

Miré hacia donde estaba Mathias y él se estaba levantado. Se notaban mucho sus intenciones de escapar mientras estamos despistados con Hermes. Saqué una flecha de mi carcaj y la tensé en el arco, apuntándolo.

Soltó una risa ronca al ver mi gesto y escupió un poco de sangre hacia el piso. De repente todo fue confuso: Mathias empezó como a desvanecerse, se veía un poco transparente de alguna forma. No lo pensé dos veces y solté la flecha, dándole en el brazo por debajo del hombro. El de cabello oscuro soltó un grito pero no dejó de desvanecerse, más bien ya casi desaparecía.

-¡Atrápenlo!- exclamó Martha moviendo la cabeza en dirección al chico. Hermes hizo un movimiento de manos y las cadenas que sostenían el cofre se elevaron, luego salieron volando hacia donde el chico estaba desapareciendo.

Tristemente cuando estas llegaron a su destino, él ya no estaba ahí. No había ni rastro de él, literalmente se evaporó en el aire.

-¡Tártaros!- exclamó George moviendo la cabeza con desesperación y un siseo de molestia.

-¡¿A dónde fue ese maldito?! ¡Lo voy a matar! ¡Que se aparezca para que vea lo que le viene!- amenazó Aria con su espada en mano mirando alrededor y su mano izquierda sobre un corte grande en el bícep.

-¡Debemos irnos de aquí cuanto antes! ¡Ya se fue!- replicó Sophie jalando su brazo que sostenía el arma.

-No se pudo haber ido como si nada. Debe estar por aquí- dije yo al tensar el arco otra vez.

-¡Tenemos que irnos!- insistió mi hermana pequeña.

-¿Hermes, no nos puede tele-transportar fuera de aquí?- preguntó Aria mirando al susodicho, aguantándose el dolor del brazo herido.

Disaster I: El Mensajero PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora