Capítulo 14: Incómodo

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Aria

-No te creo que en serio tengamos que hacer esto- rodé los ojos y apreté un poco más mis brazos cruzados por el asco que me daba el hecho de tener que pedirle ayuda en cualquier cosa (por mínima que sea) al imbécil oxigenado.

-Pues muévete, igual tenemos que saber algo de primeros auxilios para la misión. Por si acaso alguien está por morir, ya sabes. Algo que puede pasar TODO LO QUE DURE LA MISIÓN, NIÑA- rezongó Gunther desde mi lado derecho alzando las cejas.

-Pero...- le vi la cara y fruncí mucho el ceño -¡Bicho, ¿qué te pasó?! ¡Troll! ¡También te pusieron lentes de contacto!

-Qué- soltó en su tono característico de retraso fingido y alzó una ceja con fastidio.

-Seriedad en el asunto- repliqué sacando mi teléfono, el cual de alguna manera no me han quitado todavía.

Acerqué el aparato a la cara de mi hermano postizo y él mismo lo sostuvo a poca distancia de su rostro.

-¡Quejesto, chico! ¡Me veo como la rata sarnosa de la esquina!- solté una carcajada -¿Sabes lo que es parecer indio y de repente te pongan ojos verdes en lugar de marrones?

-Ahora eres más amorfo de lo normal- dije con una sonrisa sarcástica, tomando mi teléfono de vuelta y lo guardé en el bolsillo trasero de mi short.

-Ja, ja ¿Por qué no te dedicas al Stand Up Comedy? Pareces prodigio en eso- soltó con indiferencia estirando los párpados de sus ojos con los dedos, como si eso sirviera para volverlos a la normalidad o algo así.

Solté otra carcajada -Aún así admite que tener ojos claros es genial- dije de vuelta sacando el teléfono de nuevo, usando la cámara frontal para ver los míos por la que llevo contando décima sexta vez hoy. Sigo sin acostumbrarme al hecho de que cambiaron de ser color casi amarillo a azul rey (o eléctrico, el punto es no hacer referencia a mi padre. La razón es porque aún no sé usar los poderes que supuestamente tengo y eso me molesta).

-No desvíes el tema, niña. Vas a entrar en esa cabaña y vas a pedirle amablemente al idiota que está ahí dentro que nos ayude- exclamó Gunther de repente. Me quitó el teléfono de la mano y trató de empujarme hacia la edificación de dos pisos naranja amarillento que teníamos en frente.

-¿Se vale hacerlo razonar a golpes?- sonreí un poco, clavando los talones en el césped.

Ya me conocía el truco; en serio Helena y Gunther se parecen bastante.

-No acepto ninguna excusa ni me importa si tienes que noquearlo, besarlo o incluso ser su novia. Vas a hacer que la misión salga bien- soltó con decisión y siguió empujándome hasta que mis piernas cedieron y casi me caigo de bruces en los escalones de la cabaña 7.

Mientras me enderezaba, miré sobre mi hombro a Gunther y pasé mis nudillos bajo mi nariz por reflejo. No lo sé, hago eso cuando algo me irrita.

Cuando estaba dispuesta a tocar la puerta, esta se abrió y alguien salió dispuesto a correr después de gritar algo hacia el interior de la cabaña. Me chocó y casi me caigo, pero de alguna manera me sostuvo de los codos y yo había logrado hacer lo mismo.

-¿Más o menos por qué no te fijas por dónde vas? ¿Eres medio imbécil?- quité mis brazos lejos del chico y subí la mirada. Era Stone -Mentira, eres un imbécil completo.

Disaster I: El Mensajero PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora