Aria
Estábamos a punto de dar un par de pasos, cuando adivina qué: un sujeto de casi dos metros de altura, vestido con una toga negra, piel grisácea y cabello negro junto a una mujer rubia, con un vestido de flores y muchas pecas; aparecieron. Lo raro no fue eso; lo raro fue que la de cabello largo estaba sobre la espalda del hombre, halándole el cabello.
-¡Pelea, pelea, pelea!- se puso a animar George, rápidamente imitado por Sophie.
Los dos adultos nos miraron, dejando de forcejear por un segundo, pero la del vestido colorido (que no calzaba en nada con el lugar. Estábamos en un corredor sombrío y de tonalidades tenues. Me sentía apresada, de alguna forma) volvió a tirar del cabello del tipo monocromático.
-¡Corran! ¡Hermes está en la sala de estar! ¡Libérenlo y váyanse de aquí lo más rápido que puedan!- nos gritó ella y en un momento de descuido, el hombre de piel rara la logró lanzar hacia una pared.
-¡¿Quién demonios te crees tú para golpear a una mujer?! ¡¿Estás loco?!- le grité y noté que Sophie había corrido hacia la mujer de cabello igual al suyo y la estaba ayudando a incorporarse. Un matorral lleno de flores amarillas y azules se formó en la pared en la que chocó, su cuerpo brillaba con una tenue luz verdosa.
-Ustedes no saben ni la mitad de todo lo que está pasando, mocosos incrédulos. Nadie puede con el dios del cielo, ni siquiera Zeus. No traten de evitar lo inevitable. Cosas mucho peores le pasarán a los que se opongan al nuevo orden en el que se regirá el mundo- el sujeto habló en voz hueca y no es que yo lo hubiera oído hablar antes, pero esa voz no la podría tener nadie sin haberse atrofiado seriamente las cuerdas vocales o haberse tragado una caja completa de tachuelas.
-Hades está poseído y por eso no he podido liberar a Hermes. Lo que lo controla le da poderes extra con los que no puedo hacer frente, pequeños héroes- la mujer se empezó a enderezar con una mueca de dolor y una mano en las costillas. Sophie estaba a su lado con el cuchillo en mano y una mirada asesina hacia el gótico (Ohhh, con razón. Este tipo debía ser quien inventó eso de los hombres maquillándose de negro) -Yo lo distraeré mientras ustedes liberan al mensajero- Hades se recuperó de los retorcimientos que lo sacudían, con un aura plateada y azul rodeándolo. Sus ojos negros centellearon con un brillo igual, al tiempo que se herguía como si fuera un robot.
El suelo empezó a temblar y un brillo rojo invadió el lugar.
-Oh, no...- murmuró Gunther. Se tambaleó y su arco apareció al igual que el carcaj lleno de flechas.
Varias grietas se abrieron en el suelo, dejando escapar haces de luz naranja y muchos cuerpos esqueléticos armados con espadas y escudos además de pecheras de armadura como las que hay en el campamento y yelmos de penachos negros.
-Genial, ahora hay que aniquilar a todo un ejército de Mr. Hongo's- bufé haciendo aparecer mi espada y en ese instante todos empezaron a correr en nuestra dirección, entre gritos de guerra y muchos tintineos (Seh, creo que más de uno de ellos se desarmó durante esa estampida).
-¿AHORA QUÉ?- escuché el grito de Sophie un segundo antes de que se escuchara un silbido muy potente y agudo. Fue la mujer rubia, poniendo los dedos en sus labios.
En seguida apareció "Cervie" entre una extraña niebla negra.
-¡¿Cómo demonios esa señora logró eso?!- se alteró Gunther, golpeando al primer esqueleto con su arco. La cabeza con el yelmo puesto voló y desarmó a otros esqueletos que estaban en medio de la multitud.
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Disaster I: El Mensajero Perdido
Fantasía¿Qué pasaría si en una escuela hubieran tres semidioses a la vez? Nada bueno, eso es seguro. Somos Sophie, Aria y Gunther. No habíamos pensado que nos ocurriría algo así como ser hijos de dioses griegos; pero ha pasado, señores. Hemos sido expulsado...