Aria
Miré la pequeña montaña de avena frente a mí.
-Entonces... nos tenemos que comer eso o qué.
-Pensé que no podías ser más rara- soltó Sophie mirándome de reojo -Ahora veo que sobrepasas los límites.
-Vamos, no fue más raro que tú siendo Antorcha Humana cuando te reclamaron- bufó Gunther ensanchando los orificios de su nariz en gesto de obviedad.
-Eh...- la niña iba a objetar, pero notó que su hermano y yo sonreíamos burlonamente.
Los dos contamos silenciosamente hasta tres al tiempo que Sophie se alteraba.
-THIS GIRL WAS ON FIREEEE- gritamos ambos señalándola. Yo ya veía venir su mano golpeando su frente, pero justo antes de que pasara, escuchamos ruido desde un arbusto. También algunos siseos.
-¿No se pueden callar, zoquetes?- reclamó una voz reptil con sueño y al mismo tiempo fastidio.
Fruncí el ceño de golpe y me apuré en ir hacia el lugar. Sophie y Gunther me siguieron de cerca y casi no pego tremendo salto hasta la copa de un árbol.
Cuando retiré el arbusto de en medio, lo que ahí estaba era un bastón de plata con un par de cintas hechas del mismo material entrelazadas a través de ella (más o menos como una cadena de ADN). A mitad de camino por el bastón, ambas cintas se tornaban verdes, con escamas Y PODÍAN MOVERSE.
Lo que más me shockeó de todo, fue el hecho de que esas estructuras escamosas terminaran en cabezas de serpiente con ojos amarillos. El drama terminó cuando noté que ambas criaturas peleaban:
-¡Compórtate, George! ¿No ves que estos son los héroes que nos van a ayudar?- reclamó una de ellas con voz femenina y en seguida batuqueó su cuerpo para golpear a la otra con éxito.
-¡Vamos, quiero dormir! ¡Y comer ratas! -se calló, pensándolo mejor -¡Más que todo ratas! ¡Sí!
-Explícame lo que pasa- estiré mi cuello hacia atrás, susurrando.
-Creo que "George" tiene hambre- soltó Gunther y estuve a punto de golpearme la cara.
-Dime algo que no sepa.
-Esas cosas saben quienes somos- apuntó Sophie, mirando con cautela a ambas serpientes, las cuales nos devolvían el gesto.
-Oh... Pero si son Aria, Sophie y Gunther ¡Qué hay chicos!- saludó la serpiente macho, George, usando un acento urbano. Espabiló de repente, como si no hubiera sido un cascarrabias hace unos segundos.
-Vamos a rescatar a un dios secuestrado- Gunther se encogió de hombros.
-Cosa de todos los días, tú sabes- en cuanto dije eso, noté una expresión anormalmente exagerada de sorpresa en la cara de Sophie. Parecía que iba a explotar o algo -¿De dónde salieron ustedes?
Levanté el bastón y lo enderecé.
-Somos el caduceo de Hermes ¿Qué esperabas?- rezongó la de voz femenina.
-Martha, cálmate.
-¡Que me calme ni qué nada! ¡Hay que encontrar a Hermes! ¡Está indefenso sin nosotros!- ella se empezó a estirar hacia mi derecha como si pretendiera irse a algún lado por su cuenta. Microsegundo después se dio cuenta que estaba adherida al tubo de plata en mis manos y bufó, impotente.
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Disaster I: El Mensajero Perdido
Fantasy¿Qué pasaría si en una escuela hubieran tres semidioses a la vez? Nada bueno, eso es seguro. Somos Sophie, Aria y Gunther. No habíamos pensado que nos ocurriría algo así como ser hijos de dioses griegos; pero ha pasado, señores. Hemos sido expulsado...