3|Dean Winchester no te ama

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—¿Estás segura de esto? Es peligroso.

Rodó los ojos cansada de escuchar lo mismo, terminó de meter las armas en la bolsa verde y la colgó de su hombro.

—Ya te he dicho que sí Sam, estoy bien y quiero hacer esto.

Intentó sonreírle, sabía que sólo estaba preocupado por ella.

—Ya, pero Dean...

—No, no te atrevas a mencionarlo para frenarme, eso no sucederá.

Parecía aceptarlo, se había quedado en silencio, Sarah salió de la habitación de hotel y caminó hasta el Impala, donde estaba Dean apoyado esperando a por los demás.

—Abre atrás.

Le dijo dando con suavidad al maletero, él caminó con su rostro serio hasta su lado y metió las llaves en el agujero girándola para abrirlo, cuando lo logró, abrió el doble fondo donde escondía todas sus municiones y ella se quedó admirando las herramientas por un segundo.

Pasó su vista por todas aquellas cosas y se quedó mirando una pequeña cadena con la matrícula del coche grabada en el metal. Era un regalo que le había hecho a los días de conocerse, Sarah se había dado cuenta de que el mayor tesoro de Dean era el Impala, ese Chevy era la niña de sus ojos. Sonrió y lo tocó sin sacarlo de su lugar, sabía que Dean la estaba observando, pero no le importaba.

—Aún lo conservas.

Dijo sin mirarle, pero sabía​ que mantenía​ su cara seria, solía usarla mucho con ella, a pesar de todo.

—No lo dejaría por nada en el mundo.

Afirma y cayó en cuenta de que esas palabras le sonaban, "Nunca te dejaré sola" Decía, y eso era justo lo que había hecho, un año en tiempo humano, unos 120 en el infierno, irreal.

—Esas palabras son más falsas que los "Te Amo"

Le dijo Sarah empezando a sacar las cosas de la bolsa y dejándolas en el maletero. Él la tomó del brazo y la miró fijamente.

—No hables así, —dijo cabreado— no sabes lo que he pasado.

—No, Dean, tú no sabes lo que yo he pasado —se soltó de su agarre y caminó hasta la puerta trasera del coche, pero antes de entrar le miró nuevamente— Déjame darte un consejo, no prometas ni digas nada que no pienses cumplir.

Le vio apretar el puño y entró en el coche. Luego se montó él en el lado del conductor y Sam en el copiloto.

—¿Todo bien? —dijo Sam girándose para verla, asintió— Bueno, tenemos un hombre que murió ahogado en su sangre.

Sarah intentó prestarle toda su atención, intentando no recordar sus días en el infierno.

—Vale, ¿Y eso que? —no le hallaba sentido.

—Que tenía agujas en el estómago e incrustada en la boca.

Sarah le hizo una mueca para que se detuviera, había vivido muchas cosas horribles, pero cosas tan simples como esas le causaban aún escalofríos.

—¿Quién podría hacer algo así? —preguntó sintiendo repulsión de solo imaginar aquella escena.

—Pudo ser cualquier cosa... —Les dice Dean

—Un demonio —dijo ella pensando en voz alta.

—¿Un demonio? No creo —negó Dean.

—Si pueden, ellos son capaces de hacer cualquier cosa con tal de divertirse e infringir dolor.

Cazadores |Dean WinchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora