30|El amor está en el aire...

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  — ¿No crees que deberíamos salir ya de aquí? — Dean se mordió el labio y luego la besó otra vez, no había dejado de hacerlo desde que Sammy se había ido— Van a sospechar, y eres mi profesor Sr. Rosewood.

— Bueno, por lo mismo señorita Herondale, debe hacerme caso en todo lo que yo le diga— Sarah se echó a reír y siguió besándolo, simplemente no querían parar— Te quiero ¿Sabes?

— Una idea me hacía — les sentaba bien eso, poder bromear y ser ellos mismos sin tener ningún problema excepto el timbre del instituto— Pues al final tendremos que salir.

Eso hicieron, salieron del pequeño baño, y se llevaron una sorpresa cuando vieron al director cruzado de brazos y con cara de pocos amigos y a su lado a aquella chica que Sarah había golpeado. Unos minutos más tarde los dos estaban en el despacho del Director recibiendo uno de sus sermones, y al parecer el último.

— Debería darle vergüenza Sr. Rosewood, estar con una alumna, ¿No ve que está mal?

— Bueno, señor — Dean aguantó las ganas de reír— Mal estaría si no lo hubiera hecho — los dos se empezaron a reír, y el hombre puso cara de horror al escucharlo— No es la niña que usted cree, y está buena.

— ¡Por Dios! ¡Cómo se atreve! — pasó su mirada de él a ella— ¿Y usted? ¿No solo le basta con peleas y mal comportamiento que también tiene la poca decencia de implicarse con un profesor?

— La chica que se chivó tenía las mismas intenciones que yo — Sarah también encontraba aquello divertido, junto a Dean nada le parecía realmente importante o serio— Solo que yo sí lo he conseguido. Además, es su culpa, no puede contratar a tíos tan sexys y esperar que no hagamos nada.

Dean la miró casi enternecido, enamorado. Le encantaba, y ahora que era ella al cien por cien le encantaba aún más.

— Es suficiente, usted estará expulsada y usted — señaló a Dean que se irguió de inmediato, se sentía como un niño pequeño— Recoja sus cosas, está despedido.

— Bien, ahora podré tenerla a tiempo completo.

Salieron casi corriendo de allí entre risas. Ya no quedaba nadie en el instituto, ni siquiera Sam estaba allí. La verdad era que a ninguno le faltaba ganas de estar juntos todo el tiempo, pero tenían mucho de qué hablar, debían ponerse al día, porque habían pasado demasiadas cosas, sobre todo a ellos.

— ¿Estáis en un motel no?

— Claro, ya sabes, trabajo.

— Bueno, llama a Sam, podéis quedaros en mi piso — se montaron en el coche de Dean— Ya me contaréis de que va el trabajo que tenéis ahora.

— Claro, ¿Tú has seguido cazando?

— Sí — se sentía bien con él, cómoda, y le encantaba— Tenía que mantenerme ocupada, me he encargado de unos cuantos monstruos por aquí.

— Esa es mi chica — Sarah sintió como se sonrojaba como idiota al escucharlo llamarla así, le gustaba— Eres hermosa cuando te sonroja.

— Te quiero — se acercó a él para darle un beso— ¡Cuidado!

Dean frenó bruscamente haciendo que Sarah se golpeara la cabeza, pero no era tan grave, cuando alzó la mirada pudo ver a la persona que casi atropellaban, y se quedó asombrada.

— ¿Sarah?

No lo había escuchado, pero pudo leer su nombre en sus labios, abrió la puerta del coche y salió de este, Dean hizo lo mismo, solo que él no entendía nada.

Cazadores |Dean WinchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora