16|Fuego.

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—Era un Wendigo —Sam frunció el ceño— El día del Roadhouse club.

—Es imposible, Cas le borró la mente. Sus recuerdos, todo.

—Lo sé, pero ella lo recordó. Tenías que ver su rostro, estaba aterrada —escondió el rostro en sus manos— Creo que me he equivocado al dejar a Cas hacerle eso.

—Lo hiciste por ella —intervino Jazel— Sé lo que piensas Dean, pero no es culpa tuya. Intentabas ayudar.

—¡La volveré loca! —gritó, pero no le gritaba a su hermano o a Jazel, se gritaba a él mismo— Está traumada, y yo solo hago que reviva todo de nuevo.

—Dean... —Sam se levantó y se acercó a su hermano para poner su mano en su hombro, intentando que aquel gesto le animara— No puedes torturarte. No te dije nada cuando quisiste quedarte, pero tu presencia solo puede empeorar sus recuerdos.

—Los recuerdos de alguien no se pueden borrar —dijo Jazel— son parte de la vida, si los borrasen es como si anularan a la persona. Castiel no pudo borrarlos, solo bloquearlos, hacer que los olvide. Tarde o temprano recordará, y si te soy sincera, es mejor que sea tarde.

—¿Y qué puedo hacer?

—Despídete de ella.

(...)

Echó su cabeza atrás soltando una carcajada que llenó la habitación. Se había pasado largas horas viendo películas hasta el cansancio. Era su día libre y no tenía planes, así que allí estaba: con un enorme bol de palomitas y una Coca-Cola tan grande como su cabeza.

—Joder.

Protestó al oír el timbre de la puerta sonar. Se levantó con cansancio y caminó hacia la puerta, a mitad de camino se detuvo delante del espejo que adornada la pared, no estaba tan desaliñada, se dijo, al final seguro era un vendedor de esos que molestaban a todas horas.
Abrió la puerta, y se quedó sin saber que decir ante aquella sonrisa que la dejó paralizada. Dean.

—Hola —Zara reaccionó— ¿Qué haces aquí?

—Vengo a....a despedirme.

—¿Despedirte? —frunció el ceño— Pasa.

Se hizo a un lado y Dean entró, le fue difícil no quedarse mirándola con aquellos shorts tan cortos y esa pequeña camisa de pijama. Aun con los pelos revueltos era hermosa, pensó.

—Me voy a Kansas —dijo mientras pasaba su vista por el pequeño apartamento. Se giró a verla— No puedo seguir aquí.

Zara soltó un suspiro, esperaba conocerlo más. Le agradaba y sin duda le gustaba. La noche anterior había soñado con él, con su sonrisa egocéntrica y angelical, con su ironía graciosa y esa pizca de bad boy que sinceramente la embriagaba.

—Volverás ¿no?

Preguntó ella esperanzada.

—No lo creo —sonrió mientras la miraba— ¿Por qué la pregunta?

Ahora el esperanzado era él.

—No te puedes ir, no te lo permito —Zara empezó a alterarse— No puedes dejarme aquí sola con Amie.

Dean sonrió, sabía que Amie era solo una excusa más, y algo dentro de él se emocionó al darse cuenta de que lo necesitaba.

—Pensaba que era un desconocido.

Ella sonrió agachando la mirada. Pasó por su lado y se sentó de nuevo en el sofá.

—Tú tienes razón —suspiró ella— De alguna manera...confío en ti.

Cazadores |Dean WinchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora