36|Aliados.

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Salir de la presión insoportable que le resultaba Crowley era más complicado de lo que esperaba, pero siempre se salía con la suya y se escabullía de él para seguir haciendo lo de siempre.

Su nueva vida le exigía nuevas cosas, debía hacer tratos y conseguir almas, así funcionaban las cosas, simple. Pero desde que Dean vio a Sarah por última vez se había tomado la libertad de mirarla. Sí, observar las cosas que hacía, incluso en alguna noche se había colado en la habitación donde dormía y la había observado por horas.

La determinación con la que Sarah hizo aquella promesa le había quitado el aliento, estaba decidida a dejar de amarlo. Por una parte, pensaba que eso estaba bien, porque él no sentía nada por ella y así se quitaba una carga de encima, pero por otra parte saber que ella quería olvidarlo le dio aquellos impulsos irrefrenables de querer verla a menudo.

Sam por otra parte no había dejado de buscarlo, y Dean, aunque pensara que era una molestia, no le había hecho nada pues él no había prometido detenerse como Sarah. Y ahí, del otro lado de los casilleros del vestuario de aquel gimnasio les escuchaba.

—¿Entonces...vienen aquí para cansarse? ¿Y por qué le pegan todo el tiempo a ese saco? ¿Qué les ha hecho para que le peguen?

Sarah rió notablemente enternecida, y Dean se descubrió sonriendo al oírla.

—No Cas, es boxeo —le dijo ella — Lo hacen porque es una forma de hacer deporte.

—Ah, vale.

Escuchó como ella cerraba su taquilla y caminaba hacia las duchas, Dean no tardó nada en colarse dentro donde nadie le veía, solo estaba Sarah y Castiel.

—Bien, Cas, ¿Me esperas fuera? tengo que ducharme.

—Sí, claro es verdad.

Y Cas desapareció. Dean no podía apartar la mirada de ella, viendo cómo se quitaba cada prenda, era jodidamente sexy sin duda alguna, y sintió leves impulsos por su cuerpo que le obligaban de alguna manera a acercarse a ella. Y cuando la vio meterse bajo el agua que caía de la ducha se vio formulando en su cabeza una frase inteligente que decirle y que la incomodara, pero antes de que sus labios pudieran apenas moverse ella habló.

—¿Te vas a quedar ahí mirándome todo el tiempo? —dijo ella y Dean se sobresaltó sorprendido— ¿O te vas a acercar y me vas a besar?

Sonrió, y cuando dio un paso adelante se dio cuenta de que no le hablaba a él, sino a otro chico que ahora la rodeaba con sus brazos. Sin darse cuenta sus puños estaban apretados y sentía ganas irrefrenables de matarlo, de hacer que se ahogara en su propia sangre, pero sabía que no era el lugar indicado para hacerlo, no delante de Sarah. Sin más desapareció de allí, no quería ver aquella escena. Sarah por otra parte cerraba sus ojos con fuerza para no llorar allí mismo.

—Nena que corra el aire, ¡Por Dios!

Grayson, su nuevo amigo del gimnasio se estremeció mientras se alejaba de ella haciendo una mueca de asco. Cabe decir que Grayson era gay.

—Lo siento, pero gracias por ayudarme.

Suspiró mientras tiraba de sus pelos y se metía bajo el agua de la ducha, Grayson de pronto sintió pena por ella.

—Hay cariño, no estoy segura de que esto esté bien —a Sarah le hacía gracia como él todo el tiempo usaba el género femenino cuando se refería a él mismo— Pero si es lo que quieres hacer, no es bueno cabrear a un demonio, y menos uno tan poderoso como lo es él.

Sarah asintió, lo sabía de sobra, y agradecía que Grayson controlara sobre el tema, al parecer había estado con un chico que era cazador y después de malas experiencias él también se había metido en el mundillo.

Cazadores |Dean WinchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora