—Esa real Dean. Todo es real.
—¿Que es real Sarah? ¿De qué estás hablando?
Dean la miró a los ojos, los cuales soltaban lágrimas sin parar. Detrás de Dean estaba Sam, con su ceño fruncido analizando la situación.
—Lo que vi, en el club, y ahora aquí, son reales ¡Son reales!
La apretó contra su pecho, sofocando sus sollozos en la camisa.
—Hablaré con los policías Dean —dijo Sam— Veré que ha sucedido.
Dean asintió, separó a Sarah un poco para mirarla bien de nuevo.
—Cuéntame todo Sarah todo.
—Estaba allí, era...era totalmente irreal, como una persona pero casi sin color, como...como si se marchitase —Dean la escuchaba atentamente— Lanzó a Amie por los aires y a mi casi me ahoga, todo sin tocarnos Dean. ¿Me estoy volviendo loca?
—No, no te estás volviendo loca —estaba tan serio que ella no pudo pensar ni por un segundo que bromeaba— Pero tienes que descansar, te llevaré a dormir a el hotel en el que estoy alojado.
—¿Y Amie?
—Ella estará bien, mañana iremos al hospital a verla, espero que no haya sufrido ninguna conmoción grabe.
—Eso no me tranquiliza Dean.
Sarah tembló de repente por la suave y fría brisa que soplaba en aquel momento.
—Dean, tenemos que hablar.
Sam apareció acompañado de Jazel, la cual Sarah no recordaba para nada.
—Sí —miró a Sarah— Ella es Jazel, es una buena amiga, te llevará al hotel y te cuidará. No te pasará nada.
Sarah asintió no muy convencida. Dean por otra parte se ganaba la mirada asesina de Jazel, ella odiaba que la dejaran de niñera y que se perdiera toda la acción. No podía hacer mucho al respecto, eran los Winchester, ¿Que más se podía esperar? Le regaló una sonrisa a Sarah mientras le enseñaba el camino hacia el coche.
Entraron en el Impala, Jazel portaba una sonrisa tan traviesa como macabra, sabía que al Winchester no le gustaría nada que le cogieran el coche, pero era el precio que tendría que pagar por dejarla de niñera. Sarah se colocó el cinturón y cuando miró al retrovisor soltó un grito descontrolado. Jazel asustada se giró topándose con los azules ojos de Castiel.
—Hola —saludó el ángel con tranquilidad. Jazel le miró mal.
—¡Castiel! —dijo entre dientes— Has asustado a Sarah.
—Lo siento, yo no quería.
Puso su cara de perrito bueno, esa cara de inocente que hizo sonreír a Jaz sin remedio.
—¿Como ha entrado aquí?
Preguntó una aún horrorizada Sarah. Jaz sonrió y coloco las llaves en su sitio.
—Ya estaba allí, Cas es un amigo, no te preocupes.
—Oye Jaz —habló Castiel— ¿Estás segura de que Dean te ha dejado el coche?
Jazel sonrió, giró la llave y le dedicó una mirada malvada a Cas por el retrovisor.
—Él ni siquiera sabe nada.
(...)
—Es gracioso que la gente por el simple echo de ver esta cinta —tocó la cinta amarilla que colocaban siempre los policías— No pasen a cotillear.
—Concéntrate Dean —le dijo Sammy mientras se adentraba en la casa, estaba bastante quemada, seguramente Sarah no volvería a vivir allí— Tenemos que averiguar que ha pasado.
Sam sacó de su bolsillo el pequeño aparato para detectar el electromagnetismo, y en cuanto lo puso en marcha empezó a sonar sin detenerse.
—Lo imaginaba —comentó Dean— según decía Sarah ya me parecía que era un fantasma.
Caminaron por la sala, y en cuanto entraron en la cocina vieron en la pared quemada el cuchillo incrustado a la perfección.
—Le borré la mente, pero no ha perdido sus habilidades.
—¡Cas!
Protestó Dean sobresaltándose, el ángel le miró inocente a modo de disculpa.
—Si fue un fantasma ya no está, seguro aquello con lo que estaba ligado se ha quemado —dijo Sammy— sería raro que algo se salvase aquí.
—Sí, volvamos antes de que tu chica la vuelva loca.
Sam le dedicó una mala mirada a su hermano mientras le veía caminar a la salida.
—Por cierto Dean —habló Cas— Jaz ha cogido tu coche.
Dean se paralizó.
—¿Qué?
Casi se iba a echar a llorar, entre ellos siempre se hacían bromas o se molestaban, y Dean moriría si algo le pasase a su Impala. Sam sonrió y le dio unas palmadas a la espalda de Dean.
—Eso es para que te vuelvas a meter con mi chica.
Ninguno sabía como explicarle aquello a Sarah, desde que salió del infierno habían usado todo su tiempo en alejarla del mundo sobrenatural, y cabe decir que habían fallado siempre.
—¿Como se lo explico?
Le preguntó a su hermano.
—Siento no poder ayudarte en esto Dean.
—Esto es una gran mierda.
Protestó pasando su mano por el pelo estresado, suspiró y abrió la puerta de la habitación. Sus ojos se quedaron embobados mirando a Sarah salir de el baño con la ropa de Jazel. Unos vaqueros oscuros apretados, marcando sus curvas, una camisa escotada color rojo vino y una chaqueta de cuero. Su pelo estaba húmedo pero se le veía bien.
—¿Me queda muy mal?
Preguntó extrañada sin saber por que él la miraba tan fijamente.
—¿Que? No, claro que no —le sonrió— estás hermosa.
—Gracias —se sonrojó— Jazel me ha dejado esto, no se si va realmente conmigo.
—Créeme te queda...genial. (Creo que no soy la única que adora el rostro de Dean cuando ve a una chica que le gusta xD)
—Dean...
Era Sammy, sacándolo de su ensoñación, recordándole que tenía que contarle todo.
—Sí, Sarah, tenemos que hablar.
Caminaban por la calle que bordeaba aquel parque, estaba empezando a oscurecer y a pesar de eso, el parque parecía estar en plena mañana lleno de gente. Parejas, niños, abuelos..etc
—¿Que era eso que vi Dean?
—Vale, no se si querrás creerme, en fin...tu ya lo has visto —se le estaba haciendo difícil— era un fantasma.
—¿Un Fantasma? Es imposible los fantasmas no....
Se quedó callada, no podía creer que en verdad existieran.
—Sí existen y de echo, tu has matado muchos.
Sarah le miró, confundida.
—¿Como?
—No te acuerdas pero eras una excelente cazadora...todos lo eramos, cazadores.
—¿Y que cambió?
—Que me enamoré de ti.
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Cazadores |Dean Winchester
Fiksi Penggemar✘EN EDICIÓN ✘ «Sarah es mi razón de vivir, ella se convirtió en todo aquello que me hacía querer seguir luchando. Se coló en mi cabeza y mi corazón sin permiso, y aún sigue siendo la dueña y señora, la reina de mi alma. Ella es, sin duda, mi reina» ...