21|Sin Hablar.

1.6K 143 5
                                    

  —¿Dean?

—¿Sarah? ¡Sarah! —las manos de Dean se aferraron a los barrotes oxidados, Sarah se sintió desesperada, ¿Qué hacía en un lugar así? — Tranquila te sacaré de ahí, te amo.

Ella asintió, ayudó a Dean en lo que pudo intentando abrir la puerta, miró a su alrededor, estaba todo oscuro y parecía una mazmorra. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—Sarah —lo miró, pegó un grito y se lanzó hacia atrás tan fuerte que cayó al suelo— Sarah ¿Estás bien?

Ignoró el dolor del golpe que se dio, no podía apartar la mirada del rostro de Dean, quien empezaba a sangrar por cada agujero que tenía. Se horrorizó.

—Dean...Estás...estás sangrando...

Tenía miedo, no sabía que pasaba. Dean frunció el ceño extrañado y tocó la gota roja que bajaba por su nariz, entonces al notarla hizo una mueca de dolor. Gritó, tocó su cabeza y calló agachado en el suelo.

—¡Dean! —entró en pánico Sarah, su pecho se oprimió como si un gran peso la aplastara, se agachó frente a él y metió la mano por uno de los huecos de los barrotes para tocarlo— Estoy aquí, te pondrás bien.

Había empezado a llorar, Dean no paraba de sangrar y de agonizar en el suelo. No sabía qué hacer, se sentía impotente. Entonces se quedó callado tendido en el suelo, no se movía, no respiraba, estaba muerto.

—¿Dean? —lo tocó, movió su cuerpo, pero este no reaccionó, entonces soltó un grito que le dolió en la garganta, un grito de pena, de tristeza, un grito que ponía los pelos de punta— No....No...

Entonces se volvió humo negro.

Sarah estaba sentada en la cama cuando su vista volvió a ella mostrándole la realidad. Apretaba las sábanas a su lado con fuerza y sudaba más que nunca. Sintió una mano a su lado.

—¿Sarah? Dime por Dios que te sucede...por favor, Sarah.

Era Dean, sin mirarlo cerró sus ojos y una lágrima se escapó silenciosa por la mejilla. Quiso hablarle, quiso decirle que estaba bien y aliviada por saber que él también, pero al intentarlo, al separar sus labios para hablar su garganta ardió, como si tuviera fuego en ella. Se quedó callada.

(...)

—Su garganta está dañada —anunció Castiel— el grito fue demasiado para ella.

Sarah observaba a todos los presentes sin poder decir nada. Todos se habían preocupado, el grito que había sentido en aquel recuerdo lo había hecho en la realidad. ¿Cómo le contaría lo que vio a Dean? Nada tenía sentido, ¿Cómo era que ella estaba en aquel lugar tan macabro? Si lo que vio era un recuerdo, significaba que Dean había muerto, aunque lo del humo negro la había descolocado un poco.

—A mí me ha recordado a una Banshee —comentó Jazel— Cuando ha gritado, mis pelos se pusieron de punta.

—¿Una Banshee? Eso es imposible, Sarah es humana.

Sam negó, aunque él también pensaba que aquel grito se parecía a los de esas criaturas tan escalofriantes.

—¿Por qué gritabas, Sarah? —le preguntó Castiel— ¿Puedes escribirlo?

Ella asintió, cogió su móvil y después de abrir la aplicación de "Notas" escribió en ella con pocas palabras su recuerdo.

Dean, vi a Dean morir. En una mazmorra...Y luego se volvió humo negro.

Cuando Castiel leyó la nota en voz alta Dean se dejó caer sobre la cama, como si las palabras hubieran chocado contra él con la fuerza de un camión. Sarah lo miró observando su reacción.

—No era Dean —empezó a hablar Sam— Te estaban engañando, quien viste morir no era Dean.

Sarah volvió a sentir su pecho doler, le arrebató el móvil de las manos a Castiel y volvió a escribir:

Pero me dijo que me amaba. Era Dean, me dijo que me sacaría, ¿Cómo es posible que no sea él?

—Porque era un demonio. Te estaban engañando.

Sarah se sintió estúpida, había dejado que jugarán con ella, se había creído aquello y ahora ni siquiera podía hablar sin querer morir por el dolor causado. La dejaron sola, necesitaba estar sola. Su garganta sanaría con el tiempo, pero su mente necesitaba pensar y relajarse.

Pasados unos minutos se dio cuenta de que allí encerrada no conseguiría nada, no se lo pensó dos veces antes de vestirse y salir de allí.

(...)

—Necesito la tarta más grande que tengas en la carta —le anunció a la camarera— Y otra cerveza por favor.

La chica asintió y antes de irse le dedicó una mirada sensual al Winchester que ni siquiera notó. Sam observó a su hermano y negó.

—¿Eso es lo que harás? —preguntó— ¿Sentarte a comer tarta hasta reventar?

—¿Y qué esperas que haga? —le dio el último trago a aquella cerveza— Solo eso puede calmarme.

—Sabías que esto pasaría tarde o temprano.

—Pero prefería tarde, gracias —le sonrió a la camarera cuando le trajo su preciada tarta— Sé que tiene que saberlo, pero no estoy preparado para cómo se lo tomará. No quiero que se vaya.

—Quizás te entienda.

—Me encanta tu optimismo Sammy —sonrió con la boca a rebosar de tarta— Pero no lo creo, me odiará y se irá corriendo como la última vez, o quizás se volverá loca. No lo sé.

—Sarah cada vez es más fuerte.

—Yo no lo veo así —suspiró— Pero no puedo ser más egoísta, tengo que dejarla.

—No estás solo en esto Dean, somos hermanos, sabes que siempre te ayudaré.

—Gracias, Sammy.

—Contad conmigo igual —Jazel llegó y se sentó al lado de Sam— Supongo que ahora también soy parte de la familia.

—Estás como una cabra Jaz —le dijo Dean, luego sonrió— Pero te quiero, gracias.

(...)

Sarah caminaba por las calles sin rumbo ninguno, necesitaba despejarse, pero nada hacía que la cabeza le dejara de doler. Mientras caminaba por la acera, vio a Amie salir de uno de los locales con bolsas de compra y una enorme sonrisa.

—¡Sarah! —sonrió al verla, se acercó y besó sus mejillas— ¿Qué tal estás?

Sarah sacó su móvil y volvió a escribir.

No puedo hablar, ¿Qué haces con tantas bolsas?

Amie sonrió, levantó las bolsas como si fueran trofeos.

—Puede que me haya tocado la lotería —Sarah frunció el ceño, Amie puso sus ojos en blanco— No te preocupes, no es robado ni por drogas. Se puede decir que, he hecho un trato.

¿Cómo un trato? Amie, las cosas no están bien, tienes que tener cuidado puedes estar en peligro.

—Eres adorable cariño. Pero créeme, yo no soy la que está en peligro —sonrió y de pronto Sarah no parecía reconocer a su amiga, era como si ya no fuese ella— Nos veremos luego Sarah....

Cazadores |Dean WinchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora