Narra Aaliah
A veces sientes que caes en un agujero negro sin fondo, que tu corazón se ha roto en mil pedazos, parece como si lo hubieran machacado y ya ni los pedazos se logran discernir. Me siento en un abismo, la luz que alumbraba mi vida y me guiaba hacia la felicidad va desapareciendo poco a poco.
No puedo ni moverme, siento que mi cuerpo ya no tiene vida. Nunca me espere esta noticia, es como si me hubieran dado un golpe en la nuca y he quedado inconsciente. A mi papi no, él está bien con mi mamá, felices como siempre, me niego a creer que haya tenido un accidente, es que no puedo ni siquiera pensarlo.
Vamos de camino hacia Limón en el auto de Sean, él desde que se enteró de lo sucedido no dudo un segundo en traerme al hospital, todavía falta una media hora de viaje, las dos horas y media restante no he podido dejar que las lágrimas caigan en mis mejillas, no he llorado pero las rebeldes lágrimas no han podido dejar de cesar.
Siento el calor del cuerpo de Sean abrazándome, siento su tacto frotar mi brazo, en forma de apoyo, y una que otra vez un beso en mi cabeza, además de unas palabras de confortación.
Estoy preocupada, el dolor amenaza salir pronto, no puedo imaginarme a mi padre accidentado, solo puedo ver esa sonrisa que hace que mi alma este tranquila, esos ojos que muchas veces me reprimieron sin abrir su boca, su cuerpo abrazándome y amándome paternalmente.
No logro entender que ha sucedido.
Si todo estaba bien, todo iba perfectamente y en un segundo se desvanece. Cada vez que escucho la voz de mi madre llorando en mi mente, no puedo evitar cerrar los ojos con fuerza y pensar que todo es una maldita pesadilla.
-Hemos llegado, Señor -le avisa Connor.
Sin esperar, abro la puerta del auto, atrás escucho el agradecimiento de Sean, luego escucho sus pasos atrás, me dirijo hacia la parte de emergencias, observo mi madre afuera con la madre de Jean y mi mejor amigo.
Mi madre alza la mirada y puedo observar sus ojos rojos e hinchados, su nariz rosada y su rostro pálido. Me quedo quieto hasta que ella viene hacia mí y me abraza.
-¿Cómo está? -le susurro.
-Grave, lo han traslado a la sala de operaciones. No sabemos nada aún.
-¿Qué le paso, mamá?
-Ha resbalado del segundo piso del edificio que estaban construyendo -me responde.
Aprieto la mandíbula, y ahogo un sollozo pero siguen cayendo algunas lágrimas.
-Solo quiero que se ponga bien, mamá -murmuro.
-Dios quiera que salga salvo de esta -contesta acariciando mi rostro.
Le doy una sonrisa triste y saludo a la madre de Jean.
-Él estará bien, Aaliah.
-Gracias Doña Nataly -le agradezco sus palabras.
Mi osito cariñosito me abraza fuerte.
-Paul Walker es inmortal, Aali. Me va a seguir jodiendo, te lo aseguro.
-Dios te escuche, Osito.
-¿Familiares de Paul Miller? -nos llama el guarda.
-Nosotras -decimos mi madre y yo.
-El doctor las quiere ver, pasen.
Nosotras entramos al área de emergencias; camillas por todos lados, algunas camas por otro, no se puede entrar a la parte interna del hospital si no es por visita o solamente con autorización.
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Do It Again ©
RomanceAaliah Miller, una costarricense soñadora de 16 años, desea que su talento sea conocido por el mundo pero tiene que creer en él , tal como un diamante, que está a punto de ser pulido por aquel chico rubio que coloca su confianza en ella, sabe que pu...