Capítulo 36. ¿Cuántos meses tiene señora?

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Él me enseña una sonrisa y puedo observar su perfecta hilera blanca, nuestros labios se encuentran entre sí después de mis palabras, todo mi cuerpo reacciona ante su contacto, antes sus caricias, sus manos viajan de mis mejillas hasta mi cuello, al igual que su boca, cuando esta llega a mi cuello, siento que pierdo todo mi ser, gimo ante sus suaves labios tocando mi sensible piel ante él.

Mis manos comienzan a tener vida y se posan en el ruedo de su camisa, la cual voy subiendo cada vez más, cuando voy por la mitad de su torso, se despega de mí para ayudar a deshacerme de ella y sigue en lo que estaba, mis manos comienzan a acariciar o explorar su perfecto abdomen, luego suben a su cuello, él se devuelve a mi boca y yo jalo de su cabello, según yo para sentirlo más.

Sean comienza a caminar hacia atrás guiándome hacia la cama, giramos para yo quede pegada a la cama, con su guía me siento lentamente en mi cama hasta que mi cabeza siente el colchón. Se detiene a mirarme a los ojos, en ellos se ven tantas cosas, que no las puedo descifrar todas al mismo tiempo. Su mirada va bajando hasta que se detiene en el nudo de mi toalla, la pequeña barrera, pero se devuelve a mi rostro, exactamente a mis ojos.

Junta nuevamente nuestros labios. ¡Joder! Son tan adictivos, son tan suaves, sabrosos al morderlos. Sus besos son perfectos, nunca habrá uno como ellos, porque estos son únicos, y lo más importante, es que son, solamente míos. Unos golpes en la puerta de la habitación hacen que la burbuja en la que estábamos explote.

-¿Aaliah estás ahí?

¡Joder! ¡Es Allan!

Nos levantamos como un resorte de la cama y decido responder antes de que abra la puerta.

-¡Sí! Me estaba dando una ducha -grito para que me escuche.

-Ah, okey. Es que te desapareciste que no me di cuenta. Buenas noches, descansa -me responde.

-Lo siento, estaba cansada. Buenas noches, también descansa tú, hasta mañana -escucho los pasos de Allan alejarse de la habitación.

Suelto el aire contenido y me giro hacia Sean, pero no está, y ni siquiera su camisa tirada, me dispongo a buscarlo por todos lados, hasta que me da el veinte.

El baño.

-Sal de ahí, chico malo.

Lo veo salir de la ducha.

-¿Ya se fue? -pregunta sigiloso y yo asiento -¡Mierda! Casi nos cachan -dice.

Doy un suspiro.

-¡Qué vergüenza si hubiera pasado! -digo negando con la cabeza.

-¡Que si no! Ponte el pijama, ya nos hemos cagado suficiente hoy.

Reímos no tan alto y yo me dirijo a traer mi atuendo, cuando estoy en el baño me lo pongo y salgo hacia mi cama. Sean ya está acomodado en ella, con su mano golpea el colchón para que me dirija a su lado, y así lo hago, me introduzco dentro de la colcha, me acomodo en frente de él.

Nos quedamos viendo un largo tiempo, hasta que sonreímos.

-Las cosas pasan por algo ¿sabes? -me dice.

-Tal vez no era el lugar perfecto y nos dimos cuenta que el momento tampoco lo era -soltamos una pequeña risa.

-Sí, así es Aali.

-Ese es mi lema -me encojo de hombros -Desde que murió papá, eso me ha hecho pensar esto pero lo sigo extrañando muchísimo que a veces no puedo aguantar y me pongo a llorar.

El dedo de Sean se desliza por mi mejilla y es ahí donde me doy cuenta, que una lágrima ha resbalado.

-Lo sé, no es fácil perder a alguien y mucho menos, una figura de tu vida -me sonríe un poco.

Do It Again ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora