Capítulo 35. Perdámonos pero juntos.

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Después de una pesadilla como la de ayer, lo mejor que me puede pasar es despertar por unas leves caricias, cuyas caricias me transmiten tranquilidad, paz y apoyo, sonrío automáticamente y abro los ojos encontrándome con unos ojos preciosos, unos ojos celestes, los cuales he extrañado desde hace varios días.

-Hola bella durmiente -sonríe y se le forma un hermoso hoyuelo en su mejilla.

-¿Eres un sueño o eres real? -pregunto adormilada.

No creo que Sean este aquí conmigo, esto debe ser un hermoso sueño, él debe estar trabajando.

-No soy un sueño -responde acariciando mi mejilla.

Levanto mi mano y toco su rostro y ¡joder! ¡Es real! Abro los ojos a tope y también me siento de golpe.

-¿Qué haces aquí? -le digo asustada y a la vez asombrada.

Asustada porque en qué momento llegó y además, me está viendo recién levantada, mi aspecto debe ser una miseria y mi aliento debe ser el de todas las mañanas -basura podrida-, debo lavarme los dientes. Cuando va a responderme, lo detengo con mi mano en su pecho.

-Espera.

Me levanto como un resorte, y salgo corriendo hacia el baño, cuando estoy frente al espejo, casi se me salen los ojos de su espacio. Mierda, estoy re-fea ¡Qué vergüenza! Me ha visto de esta manera.

Me lavo la cara con jabón facial, me hago una coleta y me lavo los dientes. Escucho pasos hacia el baño y ahí lo veo mirándome con cara de confundido.

-¿Qué haces? -pregunta con el ceño fruncido.

Me doy la vuelta rápido y lo apunto con mi dedo.

-Vuelve donde estabas -le ordeno.

No sé cómo fue mi cara pero supongo que fue de asustada porque se torna más confundido y levanta las manos a la altura de sus hombros retrocediendo. Salgo del baño al terminar, lo veo sentado en mi cama esperándome con los hombros bajos además de jugar con sus dedos y ese gesto me saca una sonrisa, parece un niño pequeño regañado. Alza su mirada al percatarse de mi presencia y sus ojos azules se topan con los míos.

-¿Has terminado de verme? -pregunta elevando su ceja.

-No te estaba viendo, creído -ruedo los ojos y sigo caminando para mi cama, él suelta una carcajada.

-Si claro y ¿Qué te sucede? ¿Te asusté?

-No -digo sentándome en la cama y Sean sonríe como si hubiera adivinado.

-Eres una tonta, te ves hermosa recién levantada, y el aliento mañanero todos lo tenemos así, es parte de la naturaleza del ser humano.

Mis mejillas se sonrojan, se dio cuenta y me dio más pena todavía.

-De hecho, cuando nos levantemos juntos nos vamos a dar un beso de esos con aliento apestoso -me guiña el ojo.

Golpeo su peño y me pongo a reír como tonta, tonta de la vergüenza, por supuesto.

-Y ¿Cómo estás? Connor me ha informado de lo sucedido y no pude evitar regresar. ¿Te hicieron algo los malditos cabrones? -pregunta con semblante preocupado.

Niego con la cabeza.

-Connor sabe hacer bien su trabajo -le respondo intentando no recordar ese amargo sabor por lo sucedido.

Ayer después de que sucedió el incidente me llevaron a la delegación para poner una denuncia junto a mi madre, ella estaba muy preocupada y alterada, pues yo me preocupe muchísimo por su salud y mi hermanito pero logre tranquilizarla.

Do It Again ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora