Me acomodo mi vestuario para salir a dar mi concierto, paso un poco de polvo antes de salir, además de mi perfume favorito. Alguien toca la puerta.
—Adelante —respondo.
La puerta se abre un poco dejando ver una cabeza que contiene unos audífonos, además de su tableta, el coordinador de este concierto.
—Sales en 10 minutos —me informa.
Cierra la puerta después de darme su aviso. Me levanto de mi asiento y me dispongo a salir, no quiero hacer esperar a mis fans.
El ambiente es eufórico, estruendoso, muchos integrantes del equipo me dicen que debo hacer, y realmente no sé dónde posar mi atención, si todos me llaman cada cinco segundos. Trato de entender todo al mismo tiempo, y dando mis respuestas o acordando.
—Faltan 5 minutos, Aaliah —me anuncian.
Los nervios, la alegría, la pasión, las ganas me inundan todo el cuerpo, puedo escuchar los gritos de todos llamándome de un lado a otro, esto es lo que siempre desee. Respiro hondo, suelto el aire contenido y me dispongo a caminar hacia mi zona de trabajo.
El escenario.
Cada paso que dejo atrás aproximándome a ellos, escucho las voces más fuertes. La felicidad comienza a demostrarse en mi sonrisa, empiezo a sentir esa satisfacción de hacer lo que amo.
Mirar cientos de personas al frente, queriendo escuchar mi voz es magnífico, por estas personas cada día lucho. Ellas me demuestran su cariño cada minuto que transcurre, sin ellos, yo no sería nadie en la vida.
—¡AALIAH! —gritan mi nombre.
Estoy excesivamente alegre de que hay personas que quieran verme, quieran escucharme cantar mis canciones para ellos, que mis canciones los identifica, que los transporta a un lugar que solamente es de ellos y lo disfrutan.
—¡Aaliah! —vuelven a nombrarme.
Extrañamente escucho un sonido, por cierto muy estruendoso, casi en mi cara, me volteo y parpadeo varias veces ¿Quién demonios me está molestando?
—¡Aaliah Miller!
Se escucha un grito, solamente uno y por ende de una sola persona y ¿Dónde se fueron todos mis fans? La voz que me ha llamado es llano, madura y no tan sensual, más bien de un vetusto de 50 años.
Abro los ojos y me encuentro con el profesor con cara de pocos amigos –como siempre– una ceja elevada y sus ojos un poco entrecerrados, son descripciones que se agregan a la cara de culo que tiene.
Y me sacaron de mis sueños, señoras y señores.
—¿Acaso dormirse en mi clase es su hobby preferido? —dice irónico.
Claro, siempre y cuando sea una clase impartida por sus magníficas ideas.
—Oh claro que no profesor, lo siento, de verdad, se me ha ido de las manos, no volverá a pasar —respondo colocando la mejor cara de niña inocente, agito mis pestañas para verme más angelical, porque amigos, angelical ya soy.
No sacudo mis pestañas como normalmente hacen las perras.
—Si mas no recuerdo, esta no es la primera vez que se ha quedado dormida.
—No es la primera vez, también me he quedado dormida en mi habitación —sonrío con una exquisita hipocresía.
Me hace sentir tan triunfal hacerlo enojar, ya que ha volteo su asqueroso culo después de haber soltado un gruñido frustrante.
¡Ja!
—¿Te han dicho que soñando dormida te ves tremendamente patética?
—¿Te han dicho que cuando abres tu boca huele tremendamente mal?
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Do It Again ©
Roman d'amourAaliah Miller, una costarricense soñadora de 16 años, desea que su talento sea conocido por el mundo pero tiene que creer en él , tal como un diamante, que está a punto de ser pulido por aquel chico rubio que coloca su confianza en ella, sabe que pu...