Capítulo 16. Deja de comer chocolates.

214 23 39
                                    

Han pasado dos días desde mi cumpleaños, he hecho la misma rutina mencionada, mis padres y Jean se fueron el jueves antes de que yo me fuera al MEP, que por cierto, me faltan dos exámenes y ya termino, por dicha.

Hoy me siento tan nerviosa y por eso no paro de comer chocolate, me encuentro en una de las mesas de la alberca, observando como los niños juegan en la piscina, los padres comiendo algo o tomándose una taza de café, los adolescentes están bronceándose con el móvil en la mano y los audífonos en sus orejas.

Los trabajadores haciendo su labor, el clima está soleado con un bonito cielo color celeste con sus nubes color blanco de diferentes formas.

-Deja de comer chocolates -se sienta en la silla del frente.

-No puedo.

-¿Estás nerviosa? -me interroga entrecerrando los ojos.

-¿Tu qué crees? -digo metiendo otro chocolate en la boca.

-Que sí y dame unos, los necesito -le paso la caja.

-¿Tú también los estás? -le pregunto medio asombrada.

Él se come uno y asiente.

-¿Crees que mi función es fácil?

Niego con la cabeza.

-Ahí tienes tu respuesta -me dice comiéndose otro chocolate-. Umm... Se me ha olvidado contarte algo -menciona.

-¿Sobre qué o quién? -curioseo.

-De ya sabes quién -me da una mirada y ya entiendo sobre quien habla.

La perra.

Exactamente.

-¿Al fin el programa se dio cuenta que es un virus para la humanidad y la despidieron? -pregunto saboreando los últimos chocolates.

Sean suelta una carcajada, que me hace sonreír.

-La odias -dice cesando su risa.

-Nunca me ha agradado y ahora mucho menos -digo la verdad.

Él sonríe negando con la cabeza.

-Pareces como la amiga de esas imágenes en Facebook o en Instragam, la que es mafiosa.

-Puede ser -le contesto-. Pero dime ¿Qué hizo el virus de la humanidad? -pongo toda mi atención.

-Te acuerdas en tu fiesta, que yo iba a subir a mi habitación para cambiarme.

Asiento.

-Cuando salí del ascensor me la encontré y estaba invadiendo mi espacio personal, y ella me reclamo que por qué la trataba diferente...

No sé porqué siento una invasión de celos en mi estómago pero sigo fingiendo estar normal.

-...y yo le dije que no la estaba tratando diferente solo estaba dejando de ser el idiota de siempre -me cuenta con entusiasmo-. Tenías que ver su cara.

Una sonrisa se me forma en mi rostro y la invasión va desapareciendo poco a poco. Me siento feliz porque Sean está haciendo su mayor esfuerzo de olvidarla y darse su lugar, Sean en el fondo desea olvidarla y eso me hace sentir bien, eso me confirma que todo lo que hice no fue en vano.

Río.

-Me imagino su cara de pokerface -comento y él ríe.

Su risa para mí es lo más lindo que puedo escuchar a parte de su voz, me hace sonreír porque él sonríe y su vida está cambiando para bien, se nota en sus facciones, ya en sus ojos no hay tristeza ni cristal, hay un brillo de felicidad y su sonrisa casi siempre adorna su semblante.

Do It Again ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora