Han pasado dos días desde mi cumpleaños, he hecho la misma rutina mencionada, mis padres y Jean se fueron el jueves antes de que yo me fuera al MEP, que por cierto, me faltan dos exámenes y ya termino, por dicha.
Hoy me siento tan nerviosa y por eso no paro de comer chocolate, me encuentro en una de las mesas de la alberca, observando como los niños juegan en la piscina, los padres comiendo algo o tomándose una taza de café, los adolescentes están bronceándose con el móvil en la mano y los audífonos en sus orejas.
Los trabajadores haciendo su labor, el clima está soleado con un bonito cielo color celeste con sus nubes color blanco de diferentes formas.
-Deja de comer chocolates -se sienta en la silla del frente.
-No puedo.
-¿Estás nerviosa? -me interroga entrecerrando los ojos.
-¿Tu qué crees? -digo metiendo otro chocolate en la boca.
-Que sí y dame unos, los necesito -le paso la caja.
-¿Tú también los estás? -le pregunto medio asombrada.
Él se come uno y asiente.
-¿Crees que mi función es fácil?
Niego con la cabeza.
-Ahí tienes tu respuesta -me dice comiéndose otro chocolate-. Umm... Se me ha olvidado contarte algo -menciona.
-¿Sobre qué o quién? -curioseo.
-De ya sabes quién -me da una mirada y ya entiendo sobre quien habla.
La perra.
Exactamente.
-¿Al fin el programa se dio cuenta que es un virus para la humanidad y la despidieron? -pregunto saboreando los últimos chocolates.
Sean suelta una carcajada, que me hace sonreír.
-La odias -dice cesando su risa.
-Nunca me ha agradado y ahora mucho menos -digo la verdad.
Él sonríe negando con la cabeza.
-Pareces como la amiga de esas imágenes en Facebook o en Instragam, la que es mafiosa.
-Puede ser -le contesto-. Pero dime ¿Qué hizo el virus de la humanidad? -pongo toda mi atención.
-Te acuerdas en tu fiesta, que yo iba a subir a mi habitación para cambiarme.
Asiento.
-Cuando salí del ascensor me la encontré y estaba invadiendo mi espacio personal, y ella me reclamo que por qué la trataba diferente...
No sé porqué siento una invasión de celos en mi estómago pero sigo fingiendo estar normal.
-...y yo le dije que no la estaba tratando diferente solo estaba dejando de ser el idiota de siempre -me cuenta con entusiasmo-. Tenías que ver su cara.
Una sonrisa se me forma en mi rostro y la invasión va desapareciendo poco a poco. Me siento feliz porque Sean está haciendo su mayor esfuerzo de olvidarla y darse su lugar, Sean en el fondo desea olvidarla y eso me hace sentir bien, eso me confirma que todo lo que hice no fue en vano.
Río.
-Me imagino su cara de pokerface -comento y él ríe.
Su risa para mí es lo más lindo que puedo escuchar a parte de su voz, me hace sonreír porque él sonríe y su vida está cambiando para bien, se nota en sus facciones, ya en sus ojos no hay tristeza ni cristal, hay un brillo de felicidad y su sonrisa casi siempre adorna su semblante.
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Do It Again ©
Roman d'amourAaliah Miller, una costarricense soñadora de 16 años, desea que su talento sea conocido por el mundo pero tiene que creer en él , tal como un diamante, que está a punto de ser pulido por aquel chico rubio que coloca su confianza en ella, sabe que pu...