Camino a mi habitación arrastrando los pies, con los hombros encorvados, sorbiendo la nariz y la mochila en mi espalda como una cruz. Abro la vieja puerta y me voy directamente a mi pequeña cama. Me consumo en mis pensamientos, me consumo en la tristeza de acabar con mis sueños, de nunca conocer a Sean James.
Algo extraño se enciende en mí, un pensamiento surge en mi cabeza. Soy Aaliah, la que nunca se deja vencer, tengo que hacer algo por mí, sin meter a mis padres, tengo que luchar por mis sueños, cueste lo que cueste –tampoco me voy hacer prostituta– pero tengo que trabajar en algo, en lo que me den.
Me levanto de mi cama como un resorte, busco ropa en el estante con huecos de polilla pero que aún me sirve para colocar la poca ropa que tengo. Escojo unos Jeans desgastados de mucho lavado, la blusa más bonita que tengo, es de color menta de tela como un tipo manta, es muy suave y me encanta –la conseguí en una tienda americana a muy bajo precio–.
Salgo de mi habitación para adentrarme al diminuto baño, apenas alcanzo yo en él. Cuando termino de bañarme, me voy a la cocina y me sirvo comida en el plato de plástico. Al finalizar mi almuerzo, me voy a mi habitación para terminar de arreglarme. Me veo en el viejo espejo y doy un visto bueno a mi atuendo, me calzo unas sandalias de color beige.
Me lavo los dientes para marcharme al centro de la ciudad, cuando salgo de mi habitación, mi madre se encuentro en la sala terminándose de alistar para irse al trabajo –limpiar la casa de alguna tipa gruñona con mucho billete– Frunce su ceño, al verme vestida de esta manera y que mi rostro se ha tornado entusiasta.
—Luego te explico, tengo que irme ma.
Me despido de ella, saliéndome rápido de la casa, no quiero que empiece con sus preguntas excesivas, mejor le cuento cuando tenga oficial.
Camino a la parada, con las monedas que me han sobrado del vuelto que me ha dado el chofer con los anteriores pasajes, las cuento y por obra de Dios tengo completo un pasaje, a la vuelta tendré que regresar caminando.
Espero unos diez minutos hasta que el autobús está en mis narices, lo abordo y me siento en un asiento vacío de adelante. Cuando llego al centro, me bajo en la primera parada y le doy las "gracias" al chofer.
Deambulo por las aceras, analizando en los lugares que podría entrar a pedir trabajo, observo una tienda de ropa cara, una boutique como generalmente se le llama. Tal vez aquí me paguen bien y pueda ahorrar para la estadía de un barato hotel.
—Buenas tardes —saludo con una sonrisa.
—¿Te puedo ayudar en algo? —pregunta una chica dependienta de la tienda.
—Sí —asiento—. Es que... bueno, estoy buscando trabajo de medio tiempo.
—Eso tendrías que hablarlo con la jefa que está allí —me señala a una señora bastante joven que se encuentra sentada al frente de la caja registradora.
—Gracias —le agradezco a la chica.
Ella me sonríe. Me acerco a la jefa que me mira desde que la chica la señalo, le doy una sonrisa y la saludo.
—Buenas tardes.
—Buenas tardes ¿Qué se le ofrece?
—Vengo a preguntarle si no necesita una empleada, estoy buscando trabajo de medio tiempo, puedo atender, limpiar el establecimiento si usted lo necesita o le puedo ordenar las prendas, lo que usted desee puedo hacerlo.
—Mmm... —hace su boca de medio lado—. ¿Trae curriculum?
¿Curriculum? ¿Qué es eso? ¿Un instrumento?
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Do It Again ©
Roman d'amourAaliah Miller, una costarricense soñadora de 16 años, desea que su talento sea conocido por el mundo pero tiene que creer en él , tal como un diamante, que está a punto de ser pulido por aquel chico rubio que coloca su confianza en ella, sabe que pu...