Wassila
-¿Qué haces?-pregunté echándome hacia atrás.
Me lanzó una mirada confundida sin entender mi miedo.
-¿Sigues creyendo que quiero hacerte daño?
No respondí, la respuesta era obvia, no le conozco lo suficiente como para saber que de verdad no me haría daño.
-Solo quería disculparme.
-Vete...
-No pienso irme hasta que me digas que me perdonas.
-No quiero perdonarte.
-Haré lo que sea...
-¿Lo qué sea?-asiente.
-Pues vete y no vuelvas a dirigirme la palabra, ni me vuelvas a mirar.-espeté y me miró sorprendido.
-Pero... ¿qué?
-Si haces eso estás perdonado, tú decides.
-¿Tanto me detestas?
-No es eso.
-¿Entonces qué?-levantó la voz.
-Shh.-le puse la mano encima de la boca.
Me quitó la mano de encima de su boca y me plantó otro beso sin permiso.
-Adiós.-dijo antes de salir por la ventana y desaparecer de la habitación como de mi vida.
Me sentí culpable y estúpida por haberle pedido algo que ni yo quería, pero por otra parte sentía que es lo correcto.
-Wassila...-escuché la voz de mi madre al otro lado de la puerta.
Me limpié las lágrimas que se me deslizaban por las mejillas, cosa de la que no me había dado cuenta, y abrí la puerta.
-¿Por qué has cerrado la puerta con pestillo?
-Estaba leyendo y no quería que nadie me molestase.-mentí formando una mueca parecida a una sonrisa.
-Vale hija, baja que la cena ya está lista.-me informó con una sonrisa de oreja a oreja.
-Yema, no tengo hambre.
-Pero si no has comido nada desde que has vuelto del trabajo.
-Es que ya comí en el trabajo.
-Bueno, te dejaré un poco en la cocina, así que cuando tengas hambre baja.
-Gracias, yema.-le agradecí y se fue.
(...)
El espantoso ruido de la alarma retumbó en mi cabeza como cada mañana provocando la muerte de algunas neuronas.
Me levanté como si fuera un verdadero zombie recordando el día anterior.
¿De verdad me hará caso? ¿Dejará de hablarme? ¿Y de mirarme?
¡¿Por qué le he pedido eso?! ¡Estúpida!
Acabé de vestirme y me dirigí al centro islámico.
Cuando llegué, la recepcionista me llamó entregándome un sobre amarillo.
-¿Qué es?-pregunté abriéndolo.
-No lo sé, mírelo usted misma.
-Vale, gracias.
-A ti.
Me senté en una de las sillas que había al lado de la entrada y abrí el sobre.
Lo abrí y empecé a leer mentalmente lo siguiente:
Hola, señorita Wassila.
Le queríamos informar de que usted ya no puede asistir más a las clases en el centro Ben Barek. Usted ha faltado a las reglas del centro.
¡Gracias!
Me releí por décima vez la carta antes de devolverla en el sobre. Saqué la segunda carta que había dentro y vi que había una solicitud para otro centro llamado "ISLAM Y SUS REGLAS".
Es Youssef, es él quien me ha expulsado, no quiere que este cerca de él, pero no le culpo, yo fui quien se lo pidió.
Me levanté para irme cuando vi a Amir acercarse a mí.
-Salam Wa'alaikom.-me saludó bastante sonriente.
-Wa'alaikom Salam.-le devolví el saludo apretando mis labios para formar una sonrisa.
-¿Dónde vas? ¿No tienes clase?
Fui a informarle que no asistiría más a las clases ya que fui expulsada, pero fue entonces cuando vi a Youssef cruzar la puerta de la entrada sin dirigirme la mirada. Me estaba viendo, lo sé.
-Llegué tarde.-no era del todo mentira, llegué diez minutos tarde.
-Oh, Wassila quería preguntarte que cuándo podemos saber tu respuesta.
-Hoy mismo.-dije al ver a su hermano acercarse.-Mi respuesta es sí, quiero casarme contigo.
Instagram: wassilahaddadi

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MAKTUB©
RomanceDos personas totalmente diferentes pero a la vez iguales. Solo ellos pueden decidir lo que son o lo que no son. "¿Quién no se cansaría de la misma rutina todos los días?" >>Todos los derechos reservados<<