Wassila
-Wassila, ¿Qué te pasa?-preguntó Samira acariciándome la espalda.
-Nada, solo estoy nerviosa.
Samira y yo volvimos a ser amigas después de la muerte de Amir, ella también fue engañada de la misma manera que lo fui yo. Él le prometió una boda a lo grande como lo hizo conmigo y, seguramente habrá engañado a muchas más mujeres que no se lo merecían. Amir nunca fue un hombre de palabra, ni siquiera estoy segura si fue un verdadero hombre, era más cobarde de lo que nos hacía ver a todos. Sin sus hombres, los hombres que le protegían de cada cosa aunque sea la más mínima por un poco de dinero, sin ellos él no hubiera sido nadie, nunca. El único problema que había entre Samira y yo era que yo no podía confiar en ella como lo había hecho antes, simplemente no podía.
-Es tu boda Wassila, alegra un poco esa cara.
-Tengo miedo de que pase algo otra vez y no nos deje seguir con esto y ser felices.
-La persona que os impedía eso ya no está, así que no temas, este es tu día.-me dijo y me dio un beso dulce en la mejilla.-Espero que me perdones de corazón algún día.
-Samira...-empecé pero me interrumpió.
-Te conozco, no eres de las que dejan de sentir rencor por alguien tan fácilmente aunque lo intentes. Me has perdonado con las palabras pero no con el corazón, te quiero y siempre te querré, fuiste y eres la mejor amiga que puedo tener, espero no perderte por mi estupidez.
-No lo harás, algún día tendré que superarlo.-respondí en su suspiro.
Me tendió la mano y yo se la cogí. Me llevó hasta la puerta y ahí se encontraban las mismas chicas que hubo en la boda de Amir y yo, una boda que no se llevó a cabo.
-Esperamos que esta vez no te escapes.-comentó una con un vestido azul marino.
Nos reímos todas. Me pusieron el velo transparente del vestido encima de la cara y me invitaron para ponerme delante de ellas. Caminamos con pequeños pasos mientras ellas cantaban, esta vez no quería golpear a la gente porque estuviera feliz si no al contrario quería abrazarles y besarles porque yo también estaba feliz, más feliz que nunca. Visualicé a Youssef levantarse del trono que había encima del pequeño escenario y me miró con asombro y amor. Llegué hasta él y me subió el velo. Me besó la frente con delicadeza y seguidamente hicimos lo que la tradición requería. Después de ingerir la poca cantidad de dátiles y de leche me dirigí a despedirme de mi familia. Fue la peor parte, siempre es la peor parte. Mi madre lloraba sin parar al igual que mis hermanos, me intente contener pero la mezcla de felicidad y tristeza me ganó y las lágrimas empezaron a salir de mis ojos como agua saliendo de una fuente. Abrazaba a mi familia como una niña a su peluche para no perderlo. Finalmente tuve que soltarlos y montarme en el coche con Youssef. Él se disculpaba conmigo con una triste mirada mientras yo intentaba parar de llorar. Le regalé una pequeña sonrisa y arrancó.
(...)
Llevábamos más de media hora cabalgando por Marruecos, sí, así es, nuestra boda se celebró en Tánger como siempre lo quise y como siempre lo quiso él. Siempre me gustó Tánger con sus calles llenas de colores que repartían alegría, con su aire antiguo y tradicional y su gente humilde como en todo Marruecos. Yo aun estaba intentando limpiarme la cara ya que el rímel se me había escurrido de tanto llorar. Un tiempo después de conseguir arreglarme el rímel y limpiarme la cara Youssef empezó a reírse.
-¿De que te ríes?-pregunté con la voz entrecortada.
-De felicidad.-respondió como si fuera obvio.-Aun no me lo puedo creer.
-¿El qué no te puedes creer?-volví a preguntar sonriente.
-El que eres mía, que por fin eres mía y solo mía.
Me quité el cinturón de seguridad y me incliné hacia él plantándole un beso en la mejilla.
-Te quiero.-susurré cuando él sonrió.
-Yo te quiero...
Antes de que Youssef acabe la frase en un movimiento rápido y doloroso salí disparada por la luna del coche rompiéndola en pedazos. Todo pasó muy rápido. No veía nada simplemente escuchaba los gritos de la gente sin entender bien lo que decían. Estaba inmóvil, no me podía mover aunque lo intentara. Intentaba levantarme pero no podía. Mis ojos seguían abiertos y a lo único que se dedicaban era a mirar al cielo y llorar como lo hicieron durante meses. Mis párpados se tornaron pesados y antes de cerrarlos por completo vi al ángel de la muerte bajando del cielo dándome la bienvenida al otro lado. Me sometí en un profundo sueño mientras que todo dentro de mí dejaba de funcionar poco a poco, fue como si en mi interior hubiera una guerra, una guerra que estaban ganando los malos y los buenos se estaban rindiendo. Primero fueron mis pulmones, después mi cerebro y finalmente mi corazón junto a lo demás órganos. Lo único que quedó de mí fue el alma, pero tampoco se quedó ahí dentro simplemente salió de mí y cogió al alma de Youssef de la mano para dirigirse juntos al cielo... o al infierno lo que nos toqué solo que nos toqué juntos. Este era nuestro verdadero destino, nuestro verdadero maktub, aunque nos fuéramos de este mundo seguíamos juntos en otra parte mucho mejor.
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¡Y aquí el final, súper final que nadie se esperaba*risa súper malvada*!
¡Adiós a esas dos maravillosas personas, ya se fueron al cielo (o al infierno, nadie sabe)!
No os quejéis vosotras fuisteis las que pidieron el epílogo, ya se que soy mala pero este es el final que pensé desde el principio hahahahaha
¡Por favor os pido de corazón y alma que no me matéis!
¡Os quiero y que tengáis una muy buena tarde!
Instagram: wassilahaddadi
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MAKTUB©
RomanceDos personas totalmente diferentes pero a la vez iguales. Solo ellos pueden decidir lo que son o lo que no son. "¿Quién no se cansaría de la misma rutina todos los días?" >>Todos los derechos reservados<<