Wassila
-¡Wassila, atiende a la mesa cuatro por mí, por favor!-Suplicó Samira desde la cocina.
Me dirigí a la mesa que me había indicado mi amiga sin protestar.
Al llegar me encontré con una pareja cogida de la mano, sonrientes, felices y enamorados... Los envidié. Envidié la idea de que ellos tengan la suerte de estar juntos sin necesidad de hacer lo correcto.
-Hola. ¿Qué desean tomar?-pregunté con una falsa sonrisa.
-¿Qué deseas tú, cariño?-se dirigió a su chico.
-Lo que a ti te apetezca, amor.
Me dieron ganas de vomitarles un arco iris en la cara.
-Pues tomaremos dos Poms y Lbriwat.
-En diez minutos los tendrán.
Lo apunté en mi libreta y me dirigí a la cocina para darle la hoja al cocinero.
Salí en busca de Samira.
Un rato después la encontré en la terraza con un chico al que no veía bien desde lejos.
-¡Samira!-Intenté llamar su atención.
Cuando escucharon mi voz vi como el chico se fue sin voltear.
-¿Qué haces aquí?-preguntó acercándose a mí.
-¿Quién era?
-Nadie, solo un amigo.-dijo nerviosa.-¿Qué querías?
-Mi turno se ha acabado, tengo que irme.
-Vale. Voy a ir a atender las mesas, que te vaya bien.-se despidió de mi con un beso y se fue.
Samira atravesó la puerta de la terraza y desapareció. Yo me encaminé hacia delante para poder ver quien era el misterioso hombre que estaba hablando con mi amiga.
Cuando llegué al final de la terraza no había absolutamente nadie.
(...)
Abrí el refrigerador y saqué la bolsa de guisantes congelados. Metí un par en un bol y los metí al microondas.
El microondas me avisó de que ya había pasado el minuto. Los saqué y me puse a comérmelos con las manos mirando a la nada.
Me encantan los guisantes, sobre todo cuando estaba en Marruecos.
Teníamos una casa echa de ladrillos, un patio sin techo, habitaciones grandes y un jardín donde plantábamos de todo. Sí, también guisantes, los solía coger sin que nadie me viera y me los comía a escondidas.
Echo muchísimo de menos a mi tierra, a mi familia, a todo...
Pero no hay nada que hacer, mi vida esta aquí y aquí debo quedarme.
Me levanté cuando me di cuenta de que no quedaba más en el bol y lo lavé.
Eran las dos de la madrugada y aún no tenía sueño. No puedo dormir mientras tenga ese sentimiento de culpa dentro de mí. La culpa de que dos hermanos estén peleados por mí. Elegí a uno, ¿pero y el otro?
-Wassila...
Me giré y vi a mi hermana Wissam.
-¿Qué haces despierta?
-No tengo sueño.-dijo sentándose a mi lado.
Ninguna habló hasta después de varios segundos.
-¿Te siguen molestando?
-¿Quiénes?
-Los de tu instituto.-dije y sonrió.
-No, gracias a tu discurso y a que Moha les plantara cara no volvieron a acercarse a mí.
-¿Moha?-cuestioné sorprendida.
-Sí, después de que te fueras, a la hora del patio, les dijo que si no me dejaban en paz iba a denunciarlos, pero antes los torturaría.-dijo y nos reímos.-Gracias...
Me acerqué a ella y la abracé con todas mis fuerzas.
-La próxima vez que alguien se meta contigo no dudes en decírmelo. Yo te entiendo.
-¿Me entiendes?
-Sí, yo sufrí acoso durante los cuatro años de instituto. Espero que guardes el secreto, nadie lo sabe.
Me miró sorprendida y me abrazó otra vez.
-Anda, levántate a dormir.-dije y se levantó hacia su habitación.
Al igual que ella me levanté para dirigirme a mi cuarto, pero antes de llegar a las escaleras le vi con la mano en la jamba de la puerta de la cocina mientras me penetraba con la mirada.
-¿Qué haces aquí?-susurré.
-Vine a verte.
-Youssef...
-Solo quiero hablar contigo.
Lo pensé durante unos largos segundos.
-Subamos a mi habitación.
Subimos y cerré la puerta. El pánico aún invadía mi cuerpo cada vez que estábamos a solas. Bueno, no soporto estar con ningún hombre a solas.
-Discúlpame pero sin querer escuché vuestra conversación.-dijo con una sonrisa de lástima.
-Imbécil.-dije entre dientes.
-¿Qué más secretos escondes?-dijo levantándome la barbilla para mirarlo a los ojos.
-¿Y a ti qué?
-Solo quiero ayudarte.
-¿Ayudarme a qué? ¿A cambiar el pasado?
-No, a salvar tu futuro.
-¿Te volviste loco?
-Sí, loco por alguien que solo quiere hacer lo correcto en vez de lo que quiere.
Las lágrimas empezaron a quemarme las mejillas.
-No llores...-susurró abrazándome.
-Olvídame y vete, por favor.
-Me estás pidiendo algo imposible, princesa.
Youssef me abrazó como si fuera la última vez. En ese mismo momento la puerta se abrió y los dos nos giramos espantados.
..............
Espero que os guste.
¡¡Dos semanas más y se acaban los exámenes!! ¡¡Entonces seré toda vuestra!!
No olviden votar y dar vuestra opinión; es muy importante saber que estáis ahí para apoyarme.
¡¡Gracias por leer mis preciosas flores, buenas noches!!
¡¡Ramadán Mobarak!!
Instagram: wassilahaddadi
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MAKTUB©
RomanceDos personas totalmente diferentes pero a la vez iguales. Solo ellos pueden decidir lo que son o lo que no son. "¿Quién no se cansaría de la misma rutina todos los días?" >>Todos los derechos reservados<<