Wassila
Me quejé del dolor al chocar contra el suelo y me retorcí encima de este. Miré a quién me había tirado con tanta brusquedad y me di cuenta que era uno de los hombre del tamaño de un ogro que estaba vigilando. Metió la mano en su bolsillo y sacó un móvil. Tecleó algo y se lo llevó a su oreja.
-Señor, ha intentado escapar, está en el jardín.-dijo sin quitarme la mirada de encima.-Vale.
Cuando colgó intenté levantarme y echarme a correr de nuevo pero me cogió de la cintura levantándome del suelo.
-Tu prometido dice que subas hacia la habitación.-me informó remarcando la palabra prometido.
-No pienso estar con él en la misma habitación.-solté con asco pateándole para que me soltara.
Se echó a andar hacia la casa aun con sus repugnantes manos en mi cintura. Subió las escaleras y se dirigió a una habitación que estaba al fondo del interminable pasillo. Abrió la puerta y visualicé a Amir de espaldas con tan solo unos pantalones negros colgando de su cintura mientras miraba por la ventana.
-Señor.
-Déjala dentro y vete.-dijo aun de espaldas.
El guardia me dejó en el suelo y salió cerrando la puerta.
-Ya te dije que no conseguirías escapar.-se giró riéndose por enésima vez en todo el día.
Amir no tenía esos maravillosos músculos que tenía Youssef. Él era flacucho y sin forma alguna, y eso es porque aun no he mencionado esos tres pelos que le colgaban del pecho. Si no fuera por sus guarda espaldas y su pistola yo hubiera conseguido escapar hace tiempo.
-¡Déjame irme a mi casa!
-Esta es tu única casa.-habló alzando la voz.
-¡No! ¡Mi hogar jamás será contigo!-grité soltando toda la rabia que llevaba dentro.-Si no con Youssef.-susurré para mi misma pero cuando vi que abrió los ojos de golpe supuse que me había escuchado.
Abrí la boca para soltarle un insulto pero antes de que las palabras salgan de mi boca sentí como me abofeteaba.
-¡Jamás lo volverás a ver! ¡Ahora eres mía y después de casarte conmigo nos iremos juntos lejos de aquí y de él!
Se acercó a un cuarto que parecía ser el armario y entró. Segundos después salió vestido con una camiseta azul de manga corta. Se dirigió hacia la puerta y salió cabreado.
Corrí hacia la puerta y eché el cerrojo. Me apoyé de espaldas encima de la puerta y me deslicé hacia abajo hasta quedarme sentada. Pegué mis piernas a mi pecho y me eché a llorar una vez más.
(...)
Ya habían pasado los tres días y era el día de la boda. Me estaba poniendo mi vestido de boda, el vestido que me habría gustado ponerme mientras me casaba con Youssef, pero al parecer el destino no estaba de mi parte.
Ya había desfilado por toda la sala que había alquilado Amir con los demás vestidos. Fue horrible. Al parecer Amir había invitado a todos sus familiares y los míos, también a un par de desconocidos para mí. Vi a mi madre y mis hermanos pero en ningún momento se acercaron a saludarme simplemente me dedicaban sonrisas tristes.
Íbamos a firmar los papeles en los que decía que seríamos marido y mujer en nada. No quería casarme con él. No quería que me tocara. Simplemente no quería nada que se tratara de él.
-¿Puedo pasar?-me giré y visualicé a Wissam.
-Claro.-le sonreí.
Entró y me dio dos besos.
-Toma, me han dicho que te dé esto.-me entregó una nota.
-¿Qué es?-pregunté confundida.
-Léela, yo tengo que irme antes de que papá o Amir me vean, adiós.-me dio un beso y salió.
Abrí la nota.
"Sal por la puerta trasera."
-Youssef.
Con solo ver que era una nota de Youssef me puse contenta. Amir no me dejaría verlo más, sobretodo ahora que iba a convertirme en su esposa, así que de la emoción me levanté de sopetón y corrí hacia la puerta trasera intentando no pisar el gran vestido que seguramente ya tendrá alguna mancha por lo torpe que soy. Al salir observé a Youssef apoyado en su coche y al verme empezó a andar hacia mí. Corrí hacia él, no sabía que hacer, si pararme y dedicarle una sonrisa, esperar a que hable o tirarme sobre él y abrazarlo. Me paré delante de él avergonzada esperando su reacción, él se percató de que estaba incómoda por la situación, se acercó más a mí abriendo sus brazos para seguidamente estrecharme contra él, le correspondí al abrazo soltando un suspiro de alivio.
Después de unos segundos que parecían eternos deshicimos el abrazo.
-¿Qué haces aquí?-dije sonriendo.
-Vine a proponerte algo.
-¿El qué?-pregunté.
Suspiró y me beso la frente. Sacó de sus bolsillos lo que parecían ser dos billetes de avión.
-Escápate conmigo.
...............................
¡Cada vez estamos más cerca del final! ¡¿Qué pasará?!
¡Espero que os guste y que tengáis una buena tarde, florindas y florindos!
No olvides la estrellita.
Instagram: wassilahaddadi
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MAKTUB©
RomanceDos personas totalmente diferentes pero a la vez iguales. Solo ellos pueden decidir lo que son o lo que no son. "¿Quién no se cansaría de la misma rutina todos los días?" >>Todos los derechos reservados<<