Capítulo XII Cruda Realidad

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Has amado. Has odiado. Es el precio que has de pagar... 

Mi mente se encuentra en un lejano y sombrío lugar de aquí. Es similar al ser arrastrado y empujado por las olas del mar, solo que estas olas no son las olas de un hermoso día de verano, en el que sale el sol y deseas sumergirte por horas. No, estas olas no son así, estas olas son como de tormenta, cuando el mar está en tempestad, son violentas. Me arrastran hasta lugares inhóspitos, donde reinan mis mayores temores, veo gente muerta, gente sufriendo, gritando, llorando. Me hundo con lentitud, el oxígeno se extingue de mis pulmones dolorosamente. Para luego salir de las profundidades y ser arrojada por las mismas olas hasta las piedras filosas. Ahí soy lastimada una y otra vez, sin cesar. Ahí no hay gritos salvo los míos, y dolor. Demasiado dolor.

Ya no distingo que es la realidad de las pesadillas. Puesto a que he vivido tanto tiempo entre mis pensamientos y pesadillas que no sé distinguir que es real y que no.

No sé donde estoy realmente. He estado en tantos lugares. Atlantis, New York, Inframundo, Las Vegas, una habitación blanca, mi casa en Bibury, en los brazos de Aiden. No sé si estoy despierta, o dormida, o muerta...

¿Qué sería lo peor? ¿Seguir viva o muerta? ¿Cuál es la ciencia de todo esto? Viviendo solo se llega al inevitable final de morir, y morir no lleva a nada. La única manera que sé que estoy viva es por las constantes corrientes de dolor que siento en mi espalda. Y voces que conozco y que no conozco. Desearía estar en un lugar donde pudiera pensar sin tantos sonidos a mí alrededor.

Lo peor de todo esto, supongo que es no poder controlar lo que veo. Hace algunas horas, caminaba por un tranquilo valle de flores, había un riachuelo y pequeñas aves de colores, hacía mucho calor a pesar de que el lugar se veía fresco, justo cuando sumergí mis pies en el pequeño riachuelo salieron de el serpientes, miles y miles, rodeándome, mordiéndome, y envenenándome hasta hacerme caer. El riachuelo de agua fresca se convierte en magma, quemándome la piel hasta dejármela en carne viva llena de ampollas y las aves se vuelven murciélagos que me muerden los brazos hasta arrancarme trozos de piel. No puedo defenderme, ni correr a refugiarme ni nada. Sólo puedo gritar, gritar y gritar.

En otra ocasión, estoy en una especie de piscina olímpica, tengo que nadar hasta el otro extremo, donde veo a una pequeña niñita de rizos dorados que me pide a gritos que la ayude, para mi sorpresa esta vez puedo moverme, pero justo cuando estoy cerca de ella el agua se convierte en aguas pestilentes de color negro, de ellas sale un gas verdoso y me fijo que nado entre cadáveres, la niña extiende su mano para ayudarme a subir, pero manos huesudas me toman de los hombros y me sumergen haciéndome tragar de la asquerosa agua con sabor a acre.

Y así infinidades de veces, despierto en lugares placidos que se convierten en zonas infernales, con serpientes, manos huesudas, cuchillas y bestias que me atacan y me lastiman.

Necesito salir de aquí...

― ¿Cómo la han visto hoy? ―preguntó Ashira a Cara mientras bebían un café sentadas en los bancos de plástico, frente a la habitación de Peregrine.

Ambas junto con Theresa habían dormido casi nada, desde la llegada de Peregrine a Atlantis luego de que la rescataran de Inframundo y hubiese tenido los ataques que tuvo para luego quedar sumida en un coma profundo. Eso había sido hace cuatro semanas más o menos. Desde entonces, ninguna había podido conciliar el sueño teniendo la esperanza de que despertaría en lo que menos esperasen. Pero eso no había sucedido y los doctores no daban esperanzas de que cuando despertase, estuviera en sus mejores condiciones.

Durante los cuatro días que estuvo secuestrada en inframundo estuvo expuesta a varios venenos diferentes, los cuales emplearon para torturarla y para mantenerla dormida el tiempo que estuvo ahí. Los doctores les comunicaron que a causa de ello tendría problemas severos en su vida, habían descartado la pérdida de la memoria ya que Peregrine entre sueños gritaba y llamaba a sus familiares y algunos amigos.

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora