Capítulo XIX Eliminando a los enemigos Parte I

139 14 0
                                    


― ¡Silencio! ―sentenció el juez Cornellius Burkhardt, juez de la Suprema Corte de Atlantis haciendo sonar su martillo. La sala entró en un silencio absoluto― Dado a que la joven Peregrine Miracle no se ha presentado en la audiencia para determinar su puesto en la Tropa Atlangel, me temo que se le concederá el puesto como líder de Atlangel a la señorita Sekora...

Las puertas de la sala se abrieron con un gran estruendo. Todos voltearon sorprendidos. Caminé a paso decidido hasta quedar frente el pódium del juez Burkhardt.

― Aquí estoy ―dije mirando al juez y a todos los que estaban sentados a su lado― Lamento la demora.

― Que novedad, llegando tarde para hacerse la interesante ―dijo Sekora creyendo que no la había escuchado.

― Al menos no tengo que ser una arrastrada para ser interesante. Pequeña zorra.

― ¡No soy ninguna arrastrada! Eres una irresponsable y una incompetente.

― Y lo dice la inútil que no sabe ni manejar una espada mundana.

― Al menos yo no abandono a los que amo.

― ¿Oh, tu amas a alguien? Yo creía que tu estilo era más el de cobrar por hacer favorcitos a los guerreros.

― Si, si amo a alguien. Te sorprenderías si supieras quien es.

― Las mordidas de crías de dragones no son exactamente muestras de amor.

― ¡Silencio! ―dijo el juez Burkhardt de nuevo―. Joven Peregrine, tome asiento. Aceptamos sus disculpas por su retraso. Oficialmente damos comienzo a la audiencia.

Estuve tres malditas horas escuchando una y otra vez las palabras del juez y sus colegas acerca de mi "discapacidad". Sólo podía pensar en una cosa: ¿Quién demonios le había dicho a Margareth Frinck que ese corte le quedaba bien? Parecía que la mujer le había cortado la cola a un castor y se la había puesto en la cabeza.

― Peregrine. ¿Qué tienes para decir al respecto? ―preguntó el juez Burkhardt. ¿Uh?

― ¿Lo ve? Ni siquiera está prestando atención a lo que se está tratando aquí. Es una prueba de que Peregrine Miracle no es apta para seguir en su puesto ―dijo Achim Lenuke a lo que las personas que estaban detrás de mí protestaron.

― Orden, orden ―dijo el juez― Peregrine, ¿por qué deberíamos dejarte en tu puesto de líder?

― Juez Burkhardt, he pasado toda mi vida entrenando y preparándome en mis entrenamientos. Cada uno de los niveles que se me presentaron, los pasé con calificaciones sobresalientes. Viví lo suficiente en el mundo de los humanos y se cómo defenderme y como pasar desapercibida. Me entrené en catorce diferentes artes marciales. Tuve entrenamientos de esgrima. Conozco a todos los integrantes de Atlangel, porque me crié con ellos. No fui impuesta como tratan de hacerlo con la nieta de cierta autoridad. Fui electa porque ellos votaron por mí, gané mi puesto con dedicación y esfuerzo. Todos aquí, incluyéndolo, son testigos de que lo que digo es cierto. Todo lo contrario a Sekora, que jamás ganó su puesto en las tropas como lo hizo cada uno de nosotros. Ella no pasó ninguna prueba, no tuvo ningún entrenamiento, ni siquiera asistió a ninguna clase de esgrima a la que yo misma, a petición de mi mentor Mason Rocu, estuve dispuesta a dictarle. Sekora Lenuke no tuvo que hacer ningún esfuerzo para formar parte de Atlangel por el simple hecho de que su abuelo es el Líder de Atlantis. Y todos los presentes saben que digo la verdad.

― Eso no es cierto. Mi nieta ganó limpiamente su puesto.

― ¿Y cómo piensa ser una líder sin alas? Sus alas son totalmente necesarias en la batalla ―preguntó el juez Burkhardt ignorando a Achim.

― Gané muchas batallas con mi tropa sin necesidad de alzar ni un momento el vuelo. Si pude hacerlo en ese entonces, puedo hacerlo ahora.

― ¡Es poco profesional! ¿Cómo le dará el ejemplo a sus guerreros de que es un ser superior a ellos y que por ende le deben su respeto? ―dijo Achim Lenuke golpeando sus puños contra la madera del gran pódium.

― Porque mi tropa sabe que yo no soy superior a ellos. Somos un equipo, y a pesar de que soy su líder, saben que soy igual a ellos. Me he ganado a lo largo de los años su respeto, en ningún momento se los exigí. Porque el respeto a las autoridades se gana, señor Lenuke, no se exige. Jamás he tenido que torturar o intimidar para que me fueran leales.

― ¿Qué insinúas, mocosa insolente? ―dijo el Líder apretando los dientes y poniéndose de pie de golpe.

― Usted sabe de lo que hablo, sabemos que no es la bondad encarnada como pinta que es. No se ha mantenido tantos años en el poder por arte de magia... ¿o sí? ―dije haciendo énfasis en la palabra magia.

― Cuida lo que dices muchacha.

― ¿O sino qué, va a eliminarme como lo ha hecho con sus diferentes adversarios? Aún siendo su propia sangre, no se ha cohibido de descartar a cualquiera que se opusiera a sus planes.

― No querrás cavar tu propia tumba, Miracle.

― Voy a arriesgarme, Lenuke.

________

¡Heeeeelloooo! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Aquí les dejo otro capítulo nuevo, la cosa se va poniendo cada vez más interesante. ¿Qué es lo que creen que Achim oculta? ¿Tendrá que ver con Perry o con su propia nieta, Sekora? 

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora