Caminaba por un sendero lleno de margaritas. El césped estaba fresco y hacía cosquillas bajo mis pies descalzos. El ambiente era totalmente pacífico, nunca había estado en este lugar. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? me pregunté mientras seguía caminando sin saber a dónde iría realmente.
― Peregrine, espérame ―dijo una pequeña niña sonriendo mientras corría hacía mí. La reconocía, yo sabía quién era ella.
― ¿Carabelle? ¿Qué haces aquí, dónde estamos?―le pregunté arrodillándome frente a ella.
― ¿Cómo que dónde estamos? ¿Ya no lo recuerdas? Vamos a la pradera ―dijo la niña riéndose de mí tiernamente. Con su pequeña manito me tomó un dedo y caminó conmigo― ¿Por qué te has ido tan rápido de mi lado? No puedes dejarme sola, sabes que te necesito.
― ¿Para qué me necesitas? Eres una niña grande ―dije mirándola.
― No soy grande, sigo siendo una niña. Además, tú eres mi ejemplo a seguir. Sin ti, yo no sabría qué camino elegir.
― Jamás lo había visto de esa manera...―dije mientras nos deteníamos frente a algo extraño. Era como uno de los portales por el cual tanto tiempo nos habíamos desplazado, pero este era de color negro y una diminuta luz se veía al fondo. Y susurraba dulcemente mi nombre.
― ¿Traspasarás el portal? ―me miró la pequeña Cara con ojos tristes― Una vez que lo traspases, estarás separada de nosotros...
― ¿Nosotros? ―pregunté con un doloroso sentimiento de tristeza en mi pecho.
― Si, de mí, de mamá, Ashira y Yesher, Atlangel... Aiden ―dijo Cara, pero ya no era la misma niña, era toda una mujer. La hermosa mujercita que conocía.
― Aiden...―dije con melancolía.
― No puedes irte así de nuestro lado Perry ―escuché su voz
Me giré y lo miré. Estaba vestido de blanco, su sonrisa expresaba la misma tristeza que sentía en ese momento. Ya no estaba golpeado, ni cortado. Estaba limpio e impecable.
― Eres la única que puede decirme cuán mundano y estúpido soy ―dijo extendiendo sus manos a mí. Me acerqué con paso apresurado y nos abrazamos.
― ¿Qué pasará si lo traspaso? ¿Qué encontraré detrás de él? ―pregunté asustada.
― Ahí hallarás todo lo que siempre has deseado encontrar.
― Aiden, debo irme ―dije soltándolo
― Te amo, Peregrine.
― Quizás algún día volvamos a encontrarnos...
Me volteé encontrándome sola en ese lugar. No había nadie más salvo yo y la voz que me llamaba del Portal. Exhalé con calma y posé mi mano en el Portal. Todo a mi lado empezó a adquirir un brillo dorado hasta que no pude mantener mis ojos abiertos y una fuerte ráfaga hizo volar mis cabellos sueltos.
Mi cuerpo hormigueó totalmente y mis pulmones se llenaron de aire. Abrí los ojos y contemplé toda Atlantis destruyéndose, flotaba encima de Los anillos de Cristal. Todo mi cuerpo estaba hecho de oro sólido, oro sólido y caliente.
Pronto me encontré en medio de la batalla, de mi garganta salió una nota similar a un canto que se mantuvo y fue haciéndose cada vez más potente. Todo se detuvo, las estrellas dejaron de caer y todos los que luchaban se detuvieron. Me dirigí al Palacio y me detuve justo en frente de quien quería ver.
ESTÁS LEYENDO
La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©
Teen Fiction"Soy hija de un arcángel. Soy mitad humana, mitad ángel, vivo entre mundanos desde que tengo uso de razón. Desde tiempos anteriores han existido personas como yo, nefilims, así nos llaman; somos guerreros entrenados arduamente para matar demonios, n...