Capítulo XVII Ríos de sangre. Parte II

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El terror inundó a Atlantis. Con la velocidad que habían llegado así empezaron a asesinar y a destruir todo a su paso.

El eclipse empezaba a pasar, cuando un estruendoso rayo cayó en medio de la plaza, justo al lado de la fuente de mármol beige. Pero no era un rayo común y corriente, era un angélico. Decenas de angélicos se materializaron de la misma manera, hasta convertirse en un ejército.

Los Trodes rugieron al unísono y se lanzaron hacia ellos para matarlos. Los angélicos desplegaron sus alas y desenvainaron sus espadas y empezó la lucha.

La batalla duró alrededor de cinco horas. Cinco horas llenas de sangre y espadas y garras. Los Trodes, gracias al eclipse de Pyxis, tenían más fuerza que los angélicos.

Rolan y Kynna blandían sus cuchillos con fuerza mientras dos demonios le asestaban golpes con sus cuernos y garras, en un descuido Kynna fue derribada y uno de los demonios apuñaló en el estómago a Rolan con uno de sus cuernos dejándolo en el suelo, Kynna corrió a él y decapitó al demonio que había herido a Rolan.

― Rolan, Rolan. ¿Estás bien? ―dijo Kynna llorando al ver tanta sangre en el suelo.

― Kynna. ¿Es mí idea o hoy te ves más hermosa de lo que ya eres? ―dijo Rolan intentando bromear, pero una tos lo detuvo y sangre brotó de sus labios.

― Rolan, por favor. No nos dejes ―dijo Kynna sabiendo que él iba a morir.

― Muñeca, tanto tiempo que estuvimos juntos y nunca tuve el valor para decirte cuanto me gustas.

― Cállate Rolan ―dijo Kynna abrazándolo mientras reconocía sus últimas palabras.

― Este es el mejor puto día de mi vida. La nefilim más hermosa que conozco me abraza.

― Te quiero, Rolan. Por favor no me dejes ―dijo llorando mientras abrazaba más a Rolan.

Lynn y Trider hacían uso de sus ballestas mientras incendiaban piedras mojadas kerosene y Mason las disparaba con una onda de cuero, pero se detuvo cuando uno de los demonios le lanzaba una espina venenosa y se le clavaba en la garganta. Gwen gritó y corrió llorando al cuerpo de su esposo, se arrodilló ante él mientras éste le sonreía levemente tirado en el suelo y posaba una mano en su abultado vientre.

― Espero que nuestro hijo, tenga tus ojos ―dijo Mason mientras tomaba su último aliento y moría en sus brazos.

Momento después cayó herido Trider, quién había sido alcanzado por un puñal de piedra improvisado que se le había clavado en el hombro.

Las tropas corrieron hacia ellos e intervinieron en la lucha en contra de Los Trodes. Pusieron todo su empeño en la batalla, cada golpe, cada patada, cada embestida, significaba un segundo más de vida.

Shajor lloraba en el suelo abrazado al cuerpo inerte de Madga, quien le había salvado de una espina que había sido lanzada por uno de los demonios Ericius, quienes se caracterizaban por tener púas desprendibles en la piel.

― Madga no, por favor... Íbamos a formar una vida juntos. Teníamos tantos planes, tantas aventuras por vivir ―sollozó Shajor acariciando el anillo de compromiso que le había dado justamente aquella noche pasada.

Carsten y George Deckyv combatían cuerpo a cuerpo uno en contra del otro. Uno de ellos, George el gemelo que había nacido de último había colaborado con Achim y Lumian a espaldas de su hermano Carsten.

― Se supone que eres mi hermano. ¿Cómo podías traicionarme de esta manera George?

― Era de esperarse hermanito. Siempre has sido el primero y el más beneficiado en todo. Éste es mi momento, el momento en el que yo...

No pudo terminar la frase puesto que un demonio Arachnid, había traspasado su cuerpo con una de sus patas arácnidas. Terminando así con su vida.

Para cuando se cumplieron las seis horas, habían muerto miles, y ya no les quedaban más energías.

Achim Lenuke quien se había resguardado en el Palacio con su nieta Sekora miraba con nerviosismo como corría la sangre por las calles. Tan grande era la cantidad de sangre que parecían ríos de color carmín.

― Mira todo lo que has provocado, abuelo. Todo por culpa tuya y de tu egoísmo.

― Cállate Sekora. Todo esto lo hago para preservar nuestro apellido ―dijo Lenuke sin inmutarse a ver a su nieta.

Sekora yacía despeinada llorando en la cama desordenada del cuarto en el que se encontraban. Tenía las mejillas rojas y arañadas y su hermoso vestido estaba revuelto y hecho harapos. Tenía golpes y marcas de los dedos de su abuelo en los brazos y todo el cuerpo gracias al abuso que había sufrido. Él jamás la había golpeado tan fuerte como esa vez, le había hecho cosas aún peores y lo había perdonado, pero se había hartado de ello. Lo odiaba, odiaba a su abuelo y a todo lo que lo relacionara con él. Sólo conseguiría descanso cuando la sangre de Achim fuese derramada.

― ¿Nuestro apellido? ¿De qué va a valer nuestro apellido cuando no haya nadie? Destruiste a Atlantis, me destruiste y abusaste de mí, destruiste tu familia y a la familia de Mikael.

― Mikael se lo merece. Él nunca debió ascender y volverse un arcángel. Yo era quien debía hacerlo.

― Y ya entiendo por qué. Tú jamás ascenderías, eres un maldito viejo que lleva la maldad en los huesos. Nuestro apellido jamás será limpio y no se preservará.

― Eres solo una niña estúpida. Igual que tu madre. Tan ingenua y crédula.

Sekora se había posicionado detrás de él. Había tomado una espada de las armaduras que estaban en la habitación.

― Créeme abuelo, yo seré la responsable de que el apellido Lenuke no siga en la dinastía.

En el momento que Achim se giró sorprendido por las palabras de su nieta, Sekora blandió la espada dándole golpes fuertes y traspasando una y otra vez el cuerpo de su abuelo. Éste se echó hacia atrás y cayó por el balcón estrellándose en el suelo junto a los ríos de sangre, como él los había llamado.

― El mal perecerá contigo ―dijo Sekora mientras se inclinaba por el balcón y veía el cuerpo de Achim deforme y magullado por la alta caída.

Fue entonces cuando toda Atlantis se sumió en un fuerte temblor, del cielo empezaron a caer las estrellas y el cielo oscuro se rasgó con una enorme explosión, dejando a la vista un flujo de colores magnéticos que corrían en donde el cielo se había rasgado a toda velocidad.

Al contemplar todo a su alrededor un pensamiento pasó por muchas mentes, tanto de atlantes como nefilims:

Este es el fin...

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Hello... It's me. Okno, bueno aquí les dejo este capítulo... Espero que me dejen en los comentarios su opinión sobre éste. CERO LECTORAS FANTASMAS POR FAVOR, me hacen perder las ganas de escribir y tomar la decisión de dejar la historia hasta aquí... 

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora