Capítulo XVII Lazos Rotos. Parte II

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Mi madre y Cara abrieron los ojos asombradas, miraron a Mikael esperando una respuesta que nunca llegó. Éste estaba callado observándome fija y detenidamente.

― ¿Acaso creías que no iba a enterarme? ¿Crees que no me enteraría que fuiste tú el que permitió todo eso?

Mamá se acercó a mí rodeándome con los brazos aún mirando a mi padre. Sus ojos estaban rojos por la ira, admito que estaba asustada, nunca en mi vida había visto a mamá en ese estado.

― Has llegado muy lejos esta vez, Mikael. ¿Tienes siquiera una vaga idea de cuán daño le han hecho a mí hija por tu culpa? ―mamá me dio la vuelta bruscamente y rasgó la tela de mi sweater, dejando a la vista los dos óvalos irregulares en carne viva dónde antes estaban mis alas― Mírala, mira como destruyeron a tu hija. Como la golpearon y lastimaron. ¿Supiste que estuvo a punto de morir por todo esto? ¿¡HASTA CUANDO SEGUIRÁ TU AMBICIÓN POR SER PODEROSO!? ―gritó mamá.

― Ella debía ser cuidadosa, si eso le pasó es porque algo hizo mal. Que no quiera hacerse la víctima, he vigilado todos y cada uno de tus movimientos. Eres una vergüenza para nuestro linaje. Fusionarte con un humano, ¿qué estabas pensando? ―me gritó Mikael alzándome del brazo, mis pies ya no tocaban el suelo estaba totalmente suspendida.

― ¡Suéltame! ―grité sollozando.

― Se supone que debías respetar las reglas, que seguirías todo al pie de la letra, Peregrine. Eres una desobediente. ¿Crees que no te merecías todo lo que te pasó? Claro que te lo mereces, has puesto en vergüenza a nuestro apellido. Y no permitiría que siguieras denigrándonos.

― ¡Suéltame! Quiero que te quede claro que no voy a ascender, no formaré parte de tu maldito ejército y espero no verte nunca más ―grité y Mikael me dejó caer con fuerza al suelo.

― Papá, es mejor que te vayas ya de aquí ―dijo Cara con voz gélida. Mikael nos miró con frialdad y se fue dejándonos solas.

Mamá me ayudó a pararme con delicadeza y me llevó hasta mi cuarto. Ahí entró en mi baño y me llenó la bañera. Luego de un corto baño me ayudó a salir y me estuvo curando las heridas que se habían abierto en algunos lados.

Aún en la noche no paraba de llorar a ratos. Estaba frágil. Toda esa pared de hielo y roca que había construido por tantos años se había caído en pedazos, dejando como resultado una frágil y patética versión de mí que no podía dejar de sollozar. Tomé mi celular y marqué el número de Aiden, al tercer pitido cortó la llamada. Marqué dos veces más y pasó lo mismo, suspirando le envié un mensaje de texto que decía:

"Aiden, por favor respóndeme... Te necesito."

Y esperando una respuesta de su parte, que nunca llegó, me quedé dormida, sollozando y con mi celular entre las manos.

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¡Hola hola! ¿Me extrañaron? Aquí les dejo la segunda parte del capítulo. Espero que lo disfruten!!

E.R

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora