Capítulo XVII Lazos Rotos. Parte I

132 18 0
                                    


Había llegado a New York a eso del medio día. Exhalando toqué tres veces la puerta de mi casa. Si, había sido lo suficientemente estúpida para volver y olvidar mis llaves. Sabía que se avecinaría el regaño más grande de mi vida, y me lo merecía, estuve alrededor de un mes incomunicada y desaparecida, así que mamá pudo creer cualquier cosa.

― ¡Peregrine! ―gritó Cara cuando abrió la puerta corrió hasta mí y me abrazó con fuerza―. Creíamos que te había ocurrido algo. ¿Por qué no respondías a ninguna de nuestras llamadas?

― Mis cicatrices, cuidado ―dije y ella avergonzada me soltó― Necesitaba pensar a solas. Pero descuida, estoy bien y no me ha pasado nada.

― Me alegro, mamá y yo hemos estado muy preocupadas por ti.

Entramos y encontré a mamá sentada en el mueble mirando a la nada. Me sentía tan mal por verla así, siempre estaba arruinándolo todo. Yo era la causante de la mayoría de sus desgracias.

― Mamá...―dije con cautela mientras me acercaba. Ella me miró como si no creyese que fuera yo, me acerqué hasta quedar frente a ella y me arrodillé entre sus piernas, con mis brazos rodeé su cintura y descansé mi cabeza en su pecho―. Perdóname por ser un desastre mamá. Perdóname por ser siempre la hija problemática, por avergonzarte, por fallarte por... Por no ser como Leah.

― Perry hija... ¿Qué dices? No quiero que seas como Leah, o como Cara o como yo. Quiero que siempre seas tú misma. No eres un desastre ni una problemática, nunca me has fallado. No digas eso.

― Siempre estoy metiéndome en problemas, jamás te escucho. Debí hacerte caso cuando me dijiste que dejará el caso de Leah en manos de los atlantes, yo...

― Peregrine, mírame ―dijo tomando mi barbilla con sus manos― Estoy tan orgullosa de ti. Nunca ningún nefilim ha hecho por amor lo que tú has llevado a cabo. Sé que si tu hermana estuviera aquí con nosotras, estaría muy orgullosa de ti, así como lo estamos Cara y yo.

Sus palabras habían logrado sacarme más de una lágrima, ocultando mi cara en su pecho, me dije que ya era hora. Debía soltar todo el peso de mis hombros, necesitaba desahogarme. Necesitaba de ella. A mi madre.

Ella sin duda era la persona que se había llevado la peor parte de mí. La había tratado tan mal durante tanto tiempo. La rechacé a ella y todo el cariño que siempre estuvo dispuesta a darme, aún cuando yo realmente no lo merecía. Me sentía tan mal por todo eso.

― Ya hija. Tranquila ―dijo acariciándome el cabello, mientras yo seguía sollozando en su regazo― Todo se solucionará.

― Vaya, veo que han empezado la reunión familiar sin mí ―dijo una voz varonil detrás de mí, casi había olvidado el sonido de esa voz... Casi.

Me sequé las lágrimas y me puse de pie. Él estaba detrás de mí. Rápidamente la ira fluyó como una represa por mis venas.

― ¿Qué haces tú aquí? ―pregunté girándome.

Vaya que si había cambiado. Ya no tenía el cabello largo como solía tenerlo. Ahora tenía el blanco cabello, corto y rapado por ambos extremos, su piel parecía más dorada y sus ojos más azules. Había crecido en estatura y su musculatura había aumentado.

― ¿Así es como recibes a tu padre, Peregrine? ―dijo Mikael sonriéndome.

― ¿No se supone que tienes que estar custodiando el cielo y tus tan preciados ejércitos? ―dije cruzándome de brazos para no saltarle encima y golpearlo.

― Me he tomado unos días para venir a visitar a mi amada familia.

― Oh, eso es nuevo. ¿Tú amas a alguien? ―dije bufando.

― Claro que lo hago, amo a mi familia.

― Peregrine, no empieces por favor ―dijo Cara mirándome.

― ¿Por qué mejor no te vas de nuevo y vuelves cuando estemos muertas?

― Sólo quería pasar un tiempo con mi hermosa esposa y mis dos niñas, hija. Además quería ver qué tal le va en el entrenamiento a mi futura ascendente.

― ¿Ven? Eso es todo. Sólo vino para cerciorarse de que ascienda. No es porque le importemos.

― Claro que me importan, son mi familia.

― Eso no es cierto. Jamás te hemos importado. ¿Tú simplemente nos abandonas y luego piensas en volver? No te queremos aquí, eres un mentiroso ―dije gritando.

― No me levantes la voz jovencita, aún soy tu padre.

― ¿Y si lo hago qué? ¿Me castigarás pidiéndole a Hades que corte mis alas? Porque te recuerdo que eso ya lo hiciste... Padre.




__________________________

Wohaaa! Que gran reunión familiar. ¿No?... No, no lo es. ¿Alguien más odia a Mikael? ._./ Yo ya lo odio (manita arriba si lo odias) Bueeehh... No tengo más que decirles que ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO :D, COMENTEN Y VOTEN PLEASE!!! Me encanta saber de ustedes así que... Si pudieran ser algún integrante de la tropa Atlangel, ¿cuál sería ese personaje? Respondan en los comentarios, besos!!

E.R.


La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora