Capítulo VIII Atlantis

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     — ¡Son unos idiotas! ¿Cómo se les ocurre perseguirme? ¡Pudieron haberlos matado! — grité enfurecida en lo que el portal se cerró y tocamos el suelo de Atlantis.

— No nos hubiesen perseguido si no fueras... si tú no...—dijo Morgan y se calló de golpe para luego volver a hablar— ¿Quién eres? ¿Qué eres realmente? —exclamó colerizado.

— Mi nombre es Peregrine Miracle, hija de Mikael, el arcángel. Soy de una raza superior a los humanos, mitad ángel y mitad humana. O mejor conocidos como nefilims. Y por haberlos salvado yo... Soy su protectora.

— ¿Protectora? Tu cuerpo es demasiado pequeño y delicado como para ser una protectora de algo que no sea un perrito o un hámster.

— Te sorprendería lo que este "pequeño y delicado cuerpecito" puede hacerte, Aiden. Además ya te he salvado de una horda de demonios, que si no hubiese sido por mí, se los hubiesen tragado como ositos de gomita.

— Fue tu culpa, te perseguían a ti.

— Ustedes igual, así que no es de extrañar que el pequeño cerebro de un demonio rastreador como los que me perseguían los haya asociado conmigo. Si se hubiesen quedado en el baile en vez de perseguirme a mí estarían fuera de esto. Ahora ya es muy tarde.

— ¿Tarde para qué? —preguntó Luke aún traumado por todo lo que había pasado hace tan solo unos segundos.

— ¿Cómo que para qué? Obvio que para volver.

— Yo voy a volver, no me interesa toda tu cháchara de "Soy-su-protectora" —dijo Morgan molesto. Este chico ya me estaba cansando, una más y no dudaría en rebanarle la cabeza.

— No puedes volver. Si vuelven, una larga lista de demonios estará esperándolos para encontrarme a mí. Y como claramente no saben cómo llegar a donde estamos, los van a matar. Y a sus familias...—dije mirándolos fijamente. Parecía exageración, pero era la pura verdad. Los demonios eran astutos y engañosos, aún si les dijeran como encontrarme, ellos los matarían, por puro placer—. En marcha, el camino es un poco largo —dije dándoles la espalda y caminando hacia la ciudad.

Ya que habíamos tomado el Portal externo, éste nos había dejado varados en las afueras de Atlantis, y tuvimos que caminar por el Bosque Acuático — dado a que en este bosque solo habían plantas de agua dulce y habían muchos pozos poco profundos y frutos de agua que sólo se veían en este lugar — y parecía que nunca llegaríamos al paso que íbamos. Todo debido a que ellos no estaban entrenados para pasar por el espeso bosque con sus caminos y enredaderas traicioneras y resbalosas.

— ¿Cuánto falta? —preguntó Luke jadeando.

— Llegaremos pronto, si se apuran, sino creo que llegaremos para dentro de unos dos siglos —dije comiéndome una agridulce manzana de agua.

— Podríamos volver a casa —dijo Morgan aún más malhumorado de costumbre.

— Puedes irte cuando se te venga en gana. Pero eso sí, cuando los demonios te arranquen el pellejo como si pelaran una mandarina, no quiero que me hagas responsable de ello —dije tajante.

El resto del camino estuvo callado, gracias al cielo. Me estaba irritando ya la compañía de estos tres seres tan insoportables. Llegamos a las puertas de la ciudad al amanecer. Ahí nos esperaban varios oficiales de la guardia de Atlantis, suspiré aliviada cuando por fin nos detuvimos frente a ellos.

— Princesa Peregrine. Bienvenida de nuevo a Atlantis —dijo uno de los guardias haciéndome una especia de reverencia.

— Muchas gracias —dije atravesando la barrera invisible que solo dejaba que nefilims pudieran pasar.

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora