Capítulo XVIII Rompiendo corazones

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Estuve una semana entera sin recibir ninguna llamada o mensaje de Aiden, me había cansado de llamarlo y enviarle mensajes de texto que nunca fueron respondidos. Estaba consciente de que Aiden me estaba evitando a toda costa. El problema era que no sabía el por qué lo hacía.

Cansada de esperar que me contestara decidí buscarlo, necesitaba hablar con él. No quería que mis errores arruinaran nuestra relación. Así que tomé mis botas, un abrigo y caminé hasta su casa. No podría evitarme toda la vida.

El camino se me hizo largo a como en verdad era. Cuando estuve frente a la puerta de su casa los nervios me paralizaron. ¿Qué le diría? No tenía nada ensayado y mucho menos una idea de qué decirle.

Tomando valor toqué la puerta y esperé. Se escucharon pasos aproximándose a la puerta. Y la abrieron, era la madre de Aiden.

― Oh, Peregrine. Hola querida, ¿cómo te ha ido en tu viaje a Venecia? He oído que en esta época del año es muy hermosa―dijo haciéndome pasar.

― Muy bien, gracias por preguntar ―dije sonriéndole.

― Aiden está trabajando en algo en el jardín, adelante ―dijo sonriéndome.

Caminé hasta las puertas corredizas de vidrio mientras la madre de Aiden entraba en la cocina. Abrí las puertas y caminé hacia afuera. En efecto, Aiden estaba ahí haciendo hoyos en la tierra para plantar unas hermosas margaritas y flores de lavanda.

Me acerqué a él sin que se diese cuenta de que estaba ahí y toqué su hombro. Se giró quitándose sus audífonos, cuando se percató que era yo ni se inmutó en sonreír o algo por el estilo.

― Hola...―dije mirándolo. Estaba tan raro, tan cambiado.

― Hola ―dijo dejando la pala a un lado.

― Te he llamado como unas doce veces en lo que va de semana. ¿Ha ocurrido algo? ―dije sintiéndome tan inferior...

― Lo siento, he estado ocupado.

― Pudiste habérmelo dicho.

― No tenía tiempo para ti.

― Oh, ya veo...

Nos quedamos callados a la espera de que el otro dijera algo. Este no era mi Aiden, no era el chico que amaba.

― Mi padre volvió...

― Lo sé. Sekora me lo ha dicho.

― ¿Sekora? ¿Desde cuándo tú y ella son tan amigos? ―dije haciendo énfasis en la palabra "amigos"

― Desde que mi supuesta novia se pierde por días sin siquiera darme una explicación. ¿Sabes? Tenías razón, no debimos intentar tener algo.

Ya entendía todo...

― ¿Es por ella verdad? Te gusta.

― Peregrine...

― No me mientas, Aiden. Ya no me miras con los mismos ojos, créeme conozco muy bien esa mirada.

― No es eso, Peregrine yo...

― Aiden, si querías estar con ella no tenías por que esconderte e ignorarme. No te estaba buscando porque piense que te busco cuando quiero, te necesitaba Aiden. Necesitaba tenerte a mi lado después de toda la mierda de la cual me he enterado. No sabes cuan duras han sido estas semanas. Me entero que mi hermana es una traidora y que probablemente se lió con un demonio que fue el mismo que la asesinó, que probablemente estaba embarazada cuando la mató, mi padre volvió, discutí con él y me enteré que fue él quien me cortó mis alas... Mi único consuelo era saber que estabas para mí, todas estas semanas he tenido la esperanza de que solo sea un mal sueño todo esto. Que me despertaría entre tus brazos pensando que todo fue una pesadilla. ¿Y qué me encuentro? Que mi novio no quiere verme, que está ignorándome totalmente y cuando lo confronto, me entero que supuestamente es amigo de una de mis enemigas.

― Peregrine, ella no es una persona mala. Es una gran chica. Es graciosa y carismática, si te tomaras el tiempo de conocerla a fondo tu...―lo interrumpí abruptamente.

― No puedes conocerla más que yo Aiden. Tengo años conociendo a esa maldita arpía, solo está jugando contigo.

― Ella es diferente.

Cerré los ojos como si me hubiesen abofeteado. Sentía como me costaba respirar, como todo dentro de mí empezaba a apretujarse dolorosamente. Con que así se sentía que te rompieran el corazón...

― Estuviste con ella. ¿Cierto? ―no hacía falta que le especificara, el ya lo había entendido. No me miraba, ni siquiera de reojo y me dio la espalda.

― No querrás saberlo.

Maldición, esto dolía. Ya veo por qué nos prohibían enamorarnos. Era menos doloroso sentir el veneno de demonio corriendo y cauterizándote las venas.

― No puedes simplemente ayudar a alguien a cambiar, hacerle amarte aún cuando no creía en el amor y luego dejarla por alguien más. Como si esa persona que cambió por ti, no sintiera nada ― dije para luego darme la vuelta y salir de su casa a paso veloz. No me detuve cuando me llamó.

Corrí sin un rumbo fijo lo más fuerte que me permitieron mis piernas. Me detuve cuando mis extremidades ardían por el esfuerzo y me dejé caer sentada en la hierba de un parque. Mi respiración estaba agitada, no tanto por lo que había corrido, sino por las emociones tan fuertes que sentía.

Mi corazón latía dolorosamente fuerte. Me dolía el pecho mientras trataba de regular mi respiración. Pero era inútil.

― Yo te lo advertí. El amor es un arma que sólo te llevará a la autodestrucción, Peregrine ―dijo Mikael detrás de mí.

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¿¡¡ADIVINEN QUIÉN VOLVIÓ!!? Si, soy yo y con un capítulo triste. ¿Qué? ¿Creían que Aiden era un príncipe azul? PUES NO, es un humano (que rompió el corazón de una buena chica) que como todos los humanos (siempre jode las cosas) se equivoca (igual eso no lo hace menos hijo de p...) Espero que les haya gustado este capítulo, comenten que les pareció y denle like :D Si alguna desea que le dedique alguno de los capítulos, dejenmelo en los comentarios y yo con mucho gusto lo haré :* ¡besos!

E.R.

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora