Capítulo XXI El final

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Respiraba rápido, como si hubiese corrido una milla. Mi mente estaba colapsándose de manera salvaje. Quería gritar, llorar, destruir. Pero solo podía estar ahí, arrodillada y paralizada frente a mi hermana. La misma hermana por la que casi morí y puse en riesgo a muchas personas en numerosas ocasiones, la misma hermana a la cual veía como un modelo, la cual creía muerta...

― Hermanita. Sé que debes estar muy confundida, admito que esto... puede parecer una broma de mal gusto. Creías que estaba muerta pero, no lo estoy. No estoy muerta, estoy viva Peregrine ―dijo arrodillándose frente a mí para quedar a la misma altura. Acercó su mano y me tocó el rostro, el cabello, el cuello y me abrazó― Estás tan grande y hermosa.

― ¿Cómo es que nunca pudimos encontrarte? Movimos el cielo y la tierra para hallarte.

― Luego de que te atacaran a ti cuando huyeron del bosque, fui sometida a un ritual muy peligroso. Usando la magia negra drenaron la mayor parte de mi sangre y fue ligada con la sangre de Lumian para así poder eliminar mí parte angelical ―dijo Leah lentamente. Podía ver el cambio, tenía los ojos de color rojo sangre, como los de Lumian, estaba extremadamente delgada y su cabello carecía de color. Pero seguía siendo ella― Tiempo después nos dimos cuenta de que aún podrían rastrearme, pero empleamos hechizos para mantenerme invisible e imperceptible hasta este momento, y para mayor seguridad me mantuve escondida en Bibury.

― Por eso la casa se veía como si nunca hubiese estado deshabitada.

― Así es, ya vas entendiendo ―dijo Leah sonriendo―. Fui yo quien te guió a todo esto, fui yo la que te guió hasta la llave en nuestra casa y la causante de que escucharas la canción del piano.

Me aparté lo más que pude de ella. Su tacto me hacía molestar con el paso de los segundos. La miré a los ojos con todo el rencor que sentía.

¿Cómo podía hacerse la muerta por tantos años y volver como si se había ido a comprar donas a la esquina?

De todas las cosas que quería gritarle, sólo pude decir una débil pregunta:

― ¿Por qué? ―dije casi sin voz. Ella se puso rígida e intentó acercarse de nuevo a mí, pero huí de su abrazo.

― Peregrine, cuando decidí huir con Lumian eras una niña todavía. No podrías haberlo comprendido. He visto las cosas que ha hecho papá. Lumian me lo ha mostrado, Mikael es un monstruo. No podemos confiar en nadie más.

― ¿Y a Lumian si le crees? Leah es un demonio, son una raza maldita, una asquerosa raza que solo quiere destrucción. Sino mírate, participando en rituales demoníacos, uniéndote a un demonio, haciendo hechizos, manipulando magia negra.

― Créeme que papá no es mejor que Lumian.

― ¿Y acaso tu si lo eres? Te dejaste engatusar por un demonio. Son nuestros enemigos.

― Peregrine, ahora no lo entiendes, lo sé. Estás muy confundida, pero puedes unirte a nosotros, yo te aclarare todo. Éste es el camino correcto.

― ¿Cómo sabes que el si te dice la verdad?

― Porque él me ama. Tu ya conoces como es el amor, lo has experimentado con Aiden ―dijo mirándolo.

¿Cómo sabía su nombre? Nadie aquí salvo yo lo conocía. O eso quería pensar yo. Aiden me miró fijamente esperando a cualquier señal mía.

― Leahnys, ¿cómo pudiste hacernos esto a nosotras? ¿A mamá? Sé que tuvimos una mala infancia, sé que papá fue el peor padre que pudimos tener. Fue un hombre malo, cruel y despiadado. Pero eso no te daba el derecho de hacer todo lo que hiciste. Me das vergüenza. Eres una corrupta. Una basura, eres igual a Mikael. Todo lo que tanto odias de él y todo lo que tanto criticas, tú lo tienes. ¡Traidora, asesina, mentirosa! ―grité perdiendo el poco control que tenía. Sentía como las venas de mi frente y cuello se brotaban.

Su cara se desfiguró de la rabia. Ágilmente terminé de cortar las cuerdas de mis manos y me le fui encima empujándola hasta el piso dándole inicio a nuestra pelea.

― Con que quieres hacerme la mala. Perfecto, actuaré de esa manera ―dijo sacando sus espadas gemelas de la espalda.

Rápidamente saqué mi espada y empezamos a luchar entre nosotras. Era una pelea agresiva. Leah daba fuertes golpes con sus espadas y yo hacía todo lo posible por atacarla y evadir sus ataques. Ya veo por qué la consideraban una de las nefilims mejores entrenadas. Estaba poniendo a prueba sus habilidades en Kung Fu. Por suerte, yo no me quedaba atrás. Descargaba golpes hábiles y fuerte sobre ella que en más de una oportunidad la hicieron retroceder una gran distancia de donde yo estaba.

Levanté mi pie propinándole una fuerte patada en el pecho, mientras le asestaba un golpe en el brazo y ella se iba para atrás con violencia haciendo que una de las espadas gemelas se cayera fuera de su alcance.

Con un golpe delicado pero eficaz corté las cuerdas que ataban las manos de Aiden. Éste con rapidez tomó la espada que se le había caído a Leah y se puso en posición de combate detrás de mí.

― Eres una tonta, Peregrine. Crees que todo lo estás haciendo bien, crees que estás cumpliendo con tu deber. Pero esto es lo que ellos quieren. Quieren que te pongas en nuestra contra para hacerse ellos con el poder ―rugió con ira dándole continuación a la pelea. Ahora no solo éramos ella y yo peleando. Ahora Aiden y unos cuantos Aliados peleaban contra él.

― Decide ahora, Peregrine. ¿Estás con nosotros o en nuestra contra? ―dijo Leah mientras un hilo de sangre le brotaba por el brazo y el labio.

― Primero muerta que traicionando a Atlantis.

― Perfecto. Entonces muere con todos los tuyos ―dijo Lumian mientras producía una esfera mortal de energía oscura y la lanzó por los aires. Su objetivo: Aiden.

Todo pasó en cámara lenta. Leah atacándome, la esfera mortal volando a toda velocidad, Aiden gritando mi nombre, yo corriendo hasta Aiden, el fuerte impacto.

Fui lanzada con una fuerza devastadora que me hizo traspasar una de las gruesas paredes de mármol del palacio y aterricé en uno de los monumentos naturales de Atlantis, que consistía en círculo de diamantes rodeado de ocho gigantescas rocas filosas y tan brillantes que podía verme reflejada en ellas. Ahora mi pesadilla cobraba sentido, la mano de hueso arrancándome las alas, yo tratando de escapar hasta el pequeño agujero de luz, yo cayendo hasta éste monumento: Los Anillos de Cristal.

La respiración empezó a fallarme mientras temblaba con violencia, sentía un dolor insoportable, mi cuerpo estaba entumeciéndose poco a poco hasta quedarse rígidos mientras el oxígeno se escapaba de mis pulmones. Los colores a mí alrededor se hicieron más nítidos y brillantes hasta que todo a mí alrededor se volvió blanco...

Todos en la sala se quedaron callados. Nadie se movía, nadie hablaba, nadie se atrevía a respirar. Contemplaban el enorme agujero que había quedado en la pared, por donde había salido despedida Peregrine, gracias a la esfera mortal que la había impactado en el pecho. A ella, no a Aiden. Todos miraban a la espera de que Peregrine se levantara de Los Anillos de Cristal. Pero no se movía, estaba inerte en el mismo lugar en el que había aterrizado hace cinco minutos.

― Lumian...―dijo Leah susurrando desesperada.

― Verifícalo ―dijo Lumian sin expresión en su rostro.

Leah batió sus alas y voló hasta su hermana, aterrizó a un lado de ella y dudosa posó su mano en el cuello de su hermana. Buscando con desespero el latido de su yugular.

Lentamente se puso de pie, y se dirigió hasta Lumian, quien la veía ansioso por su respuesta.

― ¿Y bien? ―preguntó Lumian. Todos esperaban con nerviosismo su respuesta que tardó en llegar.

Leah levantó su rostro bañado de lágrimas corriendo su maquillaje y dejando rastros negros en él.

― Peregrine está muerta.

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¡Tan tan tan taaaaan! ¿Que les pareció el gran final, se lo esperaban? ¿Les tomó por sorpresa lo de Perry? ¡Sin duda eso no fue planeado! Pero buehhh... Espero que hayan disfrutado el capítulo y comenten :D

E.R.

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora